Esta noche, el Gran Terremoto. Leonardo Teja

Esta noche, el Gran Terremoto - Leonardo Teja


Скачать книгу
ininteligible.

      Después de un rato de observar, me alegré de no tener un papel importante en el simulacro de esa noche: tenía el de un hombre que desconoce la hora de su segunda entrevista de trabajo y la llegada de elGran Terremoto lo toma al pendiente del teléfono.

      Las ganas de orinar me apartaron de la ventana, pensé que la administradora del hotel no se atrevería a comunicarse antes de la tercera llamada ni durante el simulacro. Lo mejor sería tomar un baño y esperar enfundado en una camisa limpia, listo para salir en cuanto ella me lo indicara. Dejé correr el agua de la regadera para que se entibiara un poco. Desnudándome, pensé que no existía un mejor horario para que elGran Terremoto llegara a esta Ciudad. Si yo fuera él, evitaría el barullo en las calles y me concentraría en visitar a los insomnes, porque no conozco una espera más honesta que la que nos convierte en cíclopes tras las persianas.

      Croquis

      La primera entrevista de trabajo había carecido de formalidad. O, quizá, yo la recordaba así, como un encuentro ríspido con la administradora del hotel: tras pastorearme con la mirada hasta la recepción, ponerse unos lentes y escuchar que me interesaba la vacante de recepcionista, aquella mujer se limitó a preguntar cómo me llamaba y dónde vivía. Decidí entrar a su juego y deslicé sobre el escritorio una solicitud de empleo donde estaban esos datos, pero ella ignoró el gesto decididamente. Repitió sus preguntas mirándome por encima del bisel de sus lentes. Cuando terminé de hablar, tomó un lápiz, alisó varias veces una servilleta con el dorso de la mano y dibujó un triángulo escaleno. Lo examinó unos segundos, hizo correcciones, quedó satisfecha con su trabajo y metió la servilleta entre las páginas centrales de un libro que llamaba mi atención por amarillento y descuadrado, así como por su grosor. Era el Manual de procedimientos para la llegada de elGran Terremoto del Gremio Ciudadano de Alojamiento Nocturno. Me lo acercó sin dejar de mirar el cuello de mi camisa o algo en esa misma dirección.

      Dijo que estudiara el manual a fondo, que nos veríamos de nuevo en dos días. El proceso de contratación seguiría, pero ya no en el hotel sino cruzando la avenida, en uno de esos cafés de chinos que son famosos por dar servicio las veinticuatro horas. Hojeé el manual y encontré la servilleta totalmente planchada entre las páginas 354 y 355. Se trataba de un croquis donde se unían tres puntos, el hotel, mi edificio y el café de chinos, nada más. Antes de que pudiera preguntarle a qué hora sería la segunda entrevista, la administradora del hotel me dijo que eso era todo, que estuviera al pendiente del teléfono y le dio unas palmaditas a la solicitud que se había quedado a su alcance todo ese tiempo.

      “Prólogo” en Manual de procedimientos para la llegada de elGran Terremoto del Gremio Ciudadano de Alojamiento Nocturno

      Querido y futuro recepcionista

      Una de las razones por la que estás leyendo ahora mismo este manual es porque aún no llega elGran Terremoto, pero, al igual que mucha gente allá afuera, sigues pendiente de las señales, participas en los simulacros, en la Encuesta, en los concursos, en las colectas, en las cadenas de oración, en las brigadas y, cuando duermes, no reprimes aquellos sueños en los que elGran Terremoto te visita, cuando desde tu cama te da la impresión de que entra por la ventana y camina ruidosamente por tu sala, hurga en la cocina, se va al baño, abre la regadera y prende el foco del lavabo para revisar el estado de sus amalgamas y, como nosotros, has ido más allá y te has unido al Gremio Ciudadano de Alojamiento Nocturno.

      Déjanos felicitarte porque quizá no sólo estás seguro de que elGran Terremoto llegará, sino de que te gustaría ser quien lo reciba, quien coordine su estancia y su descanso en el hotel donde trabajas ahora. No es poca cosa, imagina la lotería; sin embargo —no te vamos a mentir— a veces será muy ingrato tu trabajo. Habrá engaños, y toda clase de situaciones que te pondrán a prueba. Aunque es sumamente sencillo evitarlo, ten en cuenta que podrías terminar tus días en la cárcel. No te preocupes, te vamos a ayudar. Por eso hicimos este manual. Para ti, futuro recepcionista, en quien desde ahora depositamos nuestra confianza incondicional. No lo uses como paraguas, pero, sobre todo, no te dejes engañar, tú no.

      Sin intención de adelantarnos, sólo de antojarte la lectura, te diremos que la presente edición tiene ventajas sobre las anteriores: ahora puedes revisar al final del volumen el apéndice de testimonios de personas que aseguran haber visto a elGran Terremoto. Hemos ampliado el catálogo de familias tipográficas que podrás utilizar en la banda de bienvenida. Continúa así, no claudiques, aunque esperar a elGran Terremoto pueda sentirse como una noche interminable de insomnio. Vas a estar bien.

      Así lo esperamos nosotros. Los autores de este manual.

      Saludos fraternos.

      Llamada breve

      Con el señor Pirita.

      Sí, él habla.

      ¿Todavía le interesa ser

      nuestro recepcionista?

      Sí.

      ¿Entonces por qué dejó so-

      nar tantas veces el teléfono?

      Estaba en el cuarto,

      secándome entre los

      dedos de los pies.

      Es una pena, porque

      comenzó a llover.

      Tengo un paraguas.

      No es para tanto. Dígame,

      ¿tuvo oportunidad de

      estudiar el manual?

      Sí.

      ¿Tiene el croquis que le di?

      Sí, aquí está.

      ¿Podrá interpretarlo para

      llegar en veinte minutos?

      Sí.

      Lo veo en quince minutos,

      entonces.

      Paraguas

      Resbalé en la escalera antes de alcanzar la salida del edificio. Ninguno de los vecinos se había ocupado en secar los escalones al término del simulacro. Mi primer instinto, al estar parado en la llovizna, fue cubrirme la cabeza con el manual. Luego recordé dos de las recomendaciones que los autores incluyen a lo largo del tomo: no despegarse de las páginas del manual, por lo menos hasta que uno fuera capaz de repetir sin errores qué hacer en caso de que elGran Terremoto llegue a hospedarse en una de las habitaciones, y la de no usar el manual como paraguas. De mala gana recorrí un hoyo a mi cinturón y acomodé el mamotreto entre mi espalda y el pantalón.

      El café de chinos me esperaba a unos trescientos metros a la izquierda de mi edificio; al final la lluvia no era muy tupida, incluso sentí cómo una frescura eléctrica me reanimaba el cuerpo. En el camino tropecé con un paraguas, estaba abierto y con el mango apuntando hacia el cielo. Algunas de las varillas habían perforado la tela y eso evitaba que la parte más honda se anegara. No es extraño encontrarse objetos cubiertos de confeti, estropeados y sin dueño en medio de la calle después de un Simulacro a la llegada de elGran Terremoto. La gente pierde cosas todo el tiempo y no se da cuenta hasta que la adrenalina baja. Pensé en mi propio paraguas, que me estaría esperando junto a la ropa, colgado en el tubo del clóset, como un murciélago que toma la siesta.

      Segunda entrevista de trabajo

      Yo conocía el café de chinos: en todo momento lo gobernaba un olor a pan recién hecho, y la tiranía del amarillo no se limitaba a la fachada ni al uniforme del personal. A esas horas, solía haber varias mesas ocupadas, sin embargo, no se hubieran necesitado más de tres para


Скачать книгу