Los tres primeros años. Julieta Valero

Los tres primeros años - Julieta Valero


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       uno tras otro

      y sin embargo,

       ya no temo el silencio del Edén

       ya no busco la luz

      YAIZA MARTÍNEZ, El hogar de los animales Ada.

      El primer y último refugio es un agujero.

      ESTHER RAMÓN, Morada.

       Traer un hijo

      al mundo pero ¿de qué estamos hablando? gerundio lengua ¿traerlo en un cesto en la tripa en el bolso? ¿yo la tengo la llevo en su melocotón desarrollo en su respuesta solar sucesivísima en sus noches interruptas en su asomada de diente décimas habla y tú te la llevas cuando quieres por ahí / tus funcionarios bostezan? qué clase de acuerdo qué fe qué tahúr espíritu apetito sostendrá por sus lábiles pinzas la palabra calma... hay tatuajes sin tinta fondo de ojo gesto de pulmón como el sí que sí quiero de las abajo contratantes tapete verde a la belleza de mi envite mi all in nuestra siempre amenazada vida responde como la mujer el hombre que verla existir eso exigimos rogamos en las noches con bisagra celeste cumplimiento estratificación de células y dicha

       Entre sus madres

       el bebé duerme cauce de agua tan fresca

      Las montañas, su parcial desliz de dulzura –los valles– tienen muy presente desde que llegara la posibilidad de interrupción, digamos

      la propia muerte (tan) importante ahora si se piensa en la fragilidad de los acuíferos, en lo perentorio

      de que cortadas y cañones sugieran contra el viento «esto es mío»; de que el movimiento sea inducido, hasta que no admita órbita ni dueño.

      (Tras el gran asalto) Aún con puntos abajo, manos arriba: Estupefacción. Ella existe. Tiene lóbulos, uñas remotas. Continuamente respira. Está aquí y a punto de algo.

      Ahora esta es mi comprensión del diluvio. En el paritorio una mujer se extingue, da paso.

      Pero no.

      Diez centímetros de humedad para que roten las galaxias, cambios que no se originan en cómodas estructuras mentales. La hostia soberana llega por detrás. Naturalidad de los dioses que observan.

      Huésped de otra supervivencia y su lenta lenta lenta reunión con el Sol.

      Lo que tu infancia no sea yo tampoco lo seré.

      SU PEQUEÑA MANO abandonada al sueño

      y que mi miedo observa como súcubo en la rama del

      asombro: eras inconcebible como la.

      En el cestillo de esa mano la conciencia, obviedad tras el diluvio, y un

      almanaque de hojas que agita mi cometa premonitoria o

      estrategia de este roedor sin parientes, présbita, yo:

      mujer tan pequeña que sólo supura mariposas cerebrales ante

      el vaporcillo de la ternura que

      avanza,

      toma impulso en los ojos de su madre,

      íntegra y astrónoma,

      hacia todo género de amanecer.

      70.000 ayudantes en Facebook permiten a Yeny abrazar a Javier 1

      mi hermano decía un amor que te duele físicamente y yo pensaba en el cuerpito de mi sobrino a la intemperie y el gallo de la piel atravesando la garganta nuca corvas de mi hermano hacerse cargo aproximación siempre. el encuentro de una madre de acogida y su hijo entre comillas leo tres décadas después me sacó del infierno recuerda el niño hoy treinta y cinco. fijaos bien en esta cara por si alguien pudiera saber algo de él en la foto se siguen abrazando efectivamente como si nunca debe usted entregarlo el día siete en el tribunal tutelar pensé en fugarme al extranjero le dije mírame no te olvides jamás de mí búscame si ves que no estoy contigo no es porque no he querido en la foto sostienen juntos la de entonces él con peto es cosa relativa a la dentadura cotejarlo con el texto lo habían encontrado en un piso tres tristes días imagino atado a una mesa solo llorando imagino fue amor a primera vista dice yeny se agarró a mi falda y ya no me soltó me sacó del infierno dice javi mientras aporta pruebas por las noches me dabas colacao yo llamaba a tu padre supermán un día me llevaste al chalé de una amiga con piscina.

      MADRE, yo en cuanto parábola

      de algo que arrojaste fuera de ti, mi hija

      en cuanto curva de mi envite

      el trayecto nos describe nos hace hace

      frío en ese vuelo peligra la cera

      de la infancia en cuanto objeto del sol.

      Madre, qué sabrás tú que aún no y para entonces cómo

      te encuentro, sé tu número.

      Linimento y fetal posición. No te preguntaré nada.

       Benigno no Juraría que ha temblado

      el edificio como un sacudirse la cabellera las ventanas pensé y me fui corriendo al lugar del bebé de la anciana que lo cuida quinto piso

      cuando hay un derrumbe rumba mortal quiénes tienen más posibilidades cuántos

      pisos el prestigio de un terremoto cuyo epicentro está en Albacete la palabra Tokio

      como una trama de neón y gingko millonaria milenaria historia de la armonía por detrás

      de la piel que un toro extiende sobre su propio pubis se avergüenza

      benigna no es la Vida ni la Tierra todo sacude en realidad uno tarda muchísimo en saber lo que sabe dice Olvido. Mantel y duración.

       Hallado el primer corazón conservado en una fosa de la guerra civil española 2

      Los órganos de decenas de asesinados en 1936 en un monte de Burgos se mantienen preservados de manera insólita.

      La palabra corazón no para quieta en los anaqueles.

      El idiota es metal que no conduce la metáfora pero la carne.

      La carne de cerebro y de diástole se hace jabón en las fosas emerge nervada entre relojes, abrigos, gafas, alguna cartera.

      Verdaderamente tierra nuestra de artistas, seacabó.

      El idiota sí conduce la ternura. Su chica le revuelve el pelo, él mastica una hamburguesa.

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