Descolonizar. Raúl Zibechi
artículos que conforman este libro reflejan dicho gesto. Crítico de la cultura política heredada de Occidente, Zibechi expone, con base en su propia experiencia como militante y como viajero, la diferencia radical entre la cosmovisión americana y la occidental, encontrando en ello un conjunto de lecciones para las prácticas emancipatorias y los movimientos antisistémicos, en tanto «es necesario apartarse de lo hegemónico para construir algo diferente».
Es una interpelación a la descolonización del pensamiento, lo que implica adentrarnos a esa cosmovisión cuyo ritmo, movimiento y dirección difiere no solo del progreso capitalista neoliberal, sino también de las clásicas tradiciones revolucionarias. De ahí que se acuñen los conceptos de Frantz Fanon que se enfrentan entre la zona del ser —de imaginario estadocéntrico, colonial y progresista— y la zona del no-ser —ubicada abajo, carente de centro y distribuida en comunidades— para enfrentarse a una de las tantas preguntas enunciadas en estos escritos: ¿de qué sirve la revolución si el pueblo triunfante se limita a reproducir el orden colonial, una sociedad de dominantes y dominados?
Escuchando y observando, Zibechi comprende que el fundamento de experiencias emancipatorias —como la desarrollada tras el levantamiento zapatista en Chiapas— no surge del ímpetu de cambiar el mundo, sino de crear uno nuevo: mientras la primera visión es una forma de expresar la intención revolucionaria de direccionar el progreso hacia la izquierda o la derecha en una oscilación dialéctica, la segunda es dinámica y se mueve en una doble emancipación, material y subjetiva, que busca mantener la comunidad ahora, no hacia futuro, creando realidades y vivencias comunitarias autónomas, sobre todo en salud y educación, ejes esenciales del cotidiano vivir.
Por esta razón, Zibechi señala que «la creatividad, única actividad transformadora, no puede sino realizarse por fuera del sistema, en los márgenes del mundo realmente existente. En esas condiciones, lo creado puede ser realmente diferente a lo instituido. Y esa diferencia puede, quizá, modificar el equilibro del mundo. O, mejor, reequilibrar lo que el desarrollo y el capitalismo han trastocado, alterado, descompuesto». Creando siempre, no instituyendo, es decir, dispersando el poder, evitando que se acumule hasta separarse de la sociedad.
Se sabe que el lenguaje es esencial para crear realidades; ¿no hay allí un factor de vital relevancia para llevar a cabo esta tarea, para descolonizar el pensamiento? Esto puede ser visto desde distintos ángulos: uno de ellos es el valor del secreto, código que fue la condición necesaria para que el levantamiento zapatista pudiera producirse; otro supone aprehender conceptos e ideas fundamentales de la filosofía indígena, como lo es el sumak kawsay, el ‘buen vivir’.
No obstante, en las urgencias del siglo XXI, es la reconstrucción del diálogo lo que permitirá tejer lazos de autonomía y resistencia. La obra de Raúl Zibechi que se nos presenta a continuación no fue escrita para encontrar respuestas o instaurar caminos, sino para fundar el diálogo desde un punto todavía inexplorado, pese a que hemos estado situados desde siempre ahí: nuestra diferencia ante el mundo capitalista y occidental, la opresión vivida, la esclavitud y el exterminio, el saqueo perpetuado hasta el día de hoy por la forma del extractivismo que se disfraza de desarrollo y crecimiento, la violencia a la que nos han sometido las leyes del Estado, el cual solo se ha encargado de extinguir aquella sustancia milenaria que tuvo miles y variadas expresiones en el extenso continente.
El ygary que abre este manuscrito es un modo de pensarnos desde acá, y no desde allá, de abrirnos a los soles que brillaron otrora y que aún están llenos de sentido. En los colapsos que arrastra Occidente por su propia contradicción, quizás encontremos luceros para imaginar y crear otros mundos, otros tiempos, otras realidades interiores y exteriores.
Diego MELLADO GÓMEZ
1 Para la cosmogonía guaraní, me basé en el libro La literatura de los guaraníes. Introducción, selección y notas de Alfredo López Austin. Versión de textos guaraníes por León Cadogan. Ciudad de México: Editorial Joaquín Mortiz, 1965.
2 Clastres, Pierre. La palabra luminosa: mitos y cantos sagrados de los guaraníes. Buenos Aires: Ediciones del Sol, 1993, p. 14.
3 Para profundizar sobre este postulado, se recomienda la lectura del opúsculo de Marshall Sahlins La ilusión occidental de la naturaleza humana, Ciudad de México, Fondo de Cultura Económica, 2011.
Agradecimientos
Este trabajo ha sido posible gracias a la reciprocidad entre muchas personas y movimientos, con los que hemos intercambiado miradas, formas de ver y caminar, sueños y pesadillas a lo largo de los últimos años. A lo largo del texto aparecen de forma nítida sus nombres y sus haceres, sus modos de vida y pensamientos. Son ellas y ellos los verdaderos protagonistas, a quienes agradecemos enormemente.
Este libro es, también, un homenaje a Pepe, con quien comenzamos a trabajar su publicación. Su tremenda ausencia no puede ser llenada con palabras, ni con gestos ni con nada, porque hay razones del corazón que solo los silencios pueden trasmitir.
Agradezco a Manuel el empeño en llevar a buen término algunos de los sueños que cobraron forma en el Ateneo Heber Nieto, con dedicación y emoción, pero a la vez con lucidez y espíritu crítico.
Agustín y Pola han compartido este andar y conocen buena parte de los haceres colectivos que aparecen en este trabajo; conocieron y compartieron tiempos y sentires con Pepe y su familia. Sin ellos, nada habría sido posible.
DESCOLONIZAR
el pensamiento crítico y las prácticas emancipatorias
Introducción
El sujeto del conocimiento histórico es la clase oprimida misma, cuando combate.
Walter BENJAMIN
También hay racismo en la izquierda, sobre todo en la que se pretende revolucionaria.
Subcomandante insurgente Marcos
Colonialismo y movimientos antisistémicos
El 17 de octubre de 1961, el Estado francés perpetró una masacre de argelinos residentes en París. Fue una masacre colonial. No hay cifras precisas, pero se estima que entre ciento cincuenta y doscientos argelinos fueron asesinados por la Policía durante una manifestación pacífica convocada por la sección francesa del Frente de Liberación Nacional (FLN), para protestar por el toque de queda que les impuso el 5 de octubre el alcalde Maurice Papon.
La de París fue una masacre comparable a la que se perpetró en la plaza de Tlatelolco el 2 de octubre de 1968, y a muchas otras que sucedieron en varias regiones del mundo. Sin embargo, durante tres décadas permaneció en el olvido. Los libros publicados fueron confiscados y se prohibió la difusión de una película sobre la masacre. Para el Estado francés, hubo apenas tres muertos. La memoria de los hechos del 17 de octubre de 1961 permaneció recluida en las familias y colectivos argelinos, y en los pocos intelectuales y militantes franceses que los apoyaban. Recién en la década de 1980, y en particular después de 1991, volvió a hablarse de una de las más atroces masacres cometidas en Francia. En 1998, Papon fue condenado, no como responsable de la masacre, sino como colaborador de los nazis y por crímenes contra la humanidad durante el régimen de Vichy (1940-1944).
Estos hechos ilustran de modo transparente e inequívoco la existencia de un corte entre las personas que son reconocidas como seres humanos y aquellas a las que se les niega ese reconocimiento. Es este uno de los temas centrales que trata el pensador y revolucionario de origen martiniqués Frantz Fanon: el núcleo del colonialismo, pero también del capitalismo en su etapa actual de acumulación