Elecciones 2018 en Colombia. Varios autores

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actualizar anualmente su registro de bienes y patrimonio, sus declaraciones y pagos de impuestos y sus conflictos de interés. También rendirán cuentas de forma periódica a la ciudadanía”. La única propuesta que solo él menciona es la no evasión de impuestos como un tipo de corrupción ciudadana.

      Como se observa, se encuentran temas comunes a todos los candidatos y temas únicos que solo son propuestos por uno de ellos, y, en conjunto, se pudo caracterizar el discurso sobre la corrupción de cada cual, con diferencias tanto en el tipo de estrategias comunicativas como en el tipo de soluciones preferidas en el discurso.

      En este capítulo se parte de la idea de la incidencia del lenguaje en el pensamiento y en la acción. Usando conceptos de la sociolingüística, la comunicación política y el institucionalismo discursivo se abordó la forma en que los candidatos a la presidencia en las elecciones colombianas de 2018 hablaron sobre la corrupción.

      Se abordaron preguntas sobre la importancia y el tratamiento del tema en el discurso de los candidatos, sus estrategias comunicativas o persuasivas, el tono de sus mensajes y, finalmente, sobre las soluciones propuestas por cada uno frente al problema de la corrupción.

      El estudio se hizo con las herramientas del análisis del discurso, con elementos cuantitativos y cualitativos, y con el apoyo en los métodos digitales de aprovechamiento de la información pública de las redes sociales. Se utilizaron las propuestas de las campañas, en particular los apartados sobre corrupción, y las cuentas de Twitter de los candidatos en el periodo electoral.

      Como resultado, se observan diferencias y similitudes en los discursos de los cinco candidatos.

      En primer lugar, aunque no se identificó a De la Calle como el candidato anticorrupción, fue de lejos quien más habló de este tema en un tono propositivo, incluyendo su programa de gobierno y sus tweets. De la Calle fue el candidato más racional frente al tema de la corrupción, de acuerdo con el tono y el tipo de sus mensajes.

      El candidato que más habló de corrupción en general fue Duque, pero la mayoría de sus intervenciones fueron abstractas y ambiguas, sin asuntos muy específicos, excepto unos pocos como la propuesta de extinción de dominio para bienes resultado de actos de corrupción. Duque, por otra parte, emitió mensajes de tono más emocional que racional, por ejemplo, promesas.

      Fajardo, quien sí era parte del partido que enarbolaba la bandera de la corrupción, delegó este tema en otras personas del partido, prácticamente no lo tocó en su Twitter y solo de forma muy general y escueta en el programa de gobierno, en un tono entre emocional y neutro. Sorprende que el candidato presidencial no haya recogido esta bandera en los medios analizados.

      Vargas es quien menos menciones tiene de la corrupción, la mayoría de tipo emocional y con presencia de estrategias de defensa frente a ataques de este flagelo.

      Por último, Petro fue el candidato con mensajes más emocionales y el único que acudió a una campaña negativa usando la corrupción para atacar a sus contrincantes, en concordancia con su estrategia comunicativa en general y en las redes sociales en particular.

      El número de mensajes sobre la corrupción varía mucho entre los candidatos, pero esto se puede deber a las diferencias en el uso de Twitter y a la variación en el número total de trinos de los candidatos durante el periodo de análisis.

      Hay una alta coherencia en el discurso de los cinco en cuanto a las prioridades de acción frente a la corrupción: mayor transparencia, más y mejores castigos, eliminar el clientelismo, fomentar y proteger la denuncia ciudadana y fortalecer el sistema judicial para reducir la impunidad. Sin embargo, cada uno presentó algunas ideas propias y soluciones diferentes a las de los demás, excepto Vargas.

      Por otra parte, se identifica al Estado en general como el actor garante de reducir la corrupción en Colombia, pero la Rama Judicial es la más señalada como responsable; en cambio, el Legislativo tiene muy pocas menciones. El ciudadano se identificó como responsable más que los partidos políticos y el sector privado, lo cual refleja actitudes y creencias de la cultura política colombiana en general y coincide con trabajos previos de análisis de prensa (Isaza y Sandoval, 2018).

      Resulta interesante que solamente los candidatos Petro y Vargas se enzarzaron en una campaña negativa, con Petro haciendo uso del ataque persuasivo y Vargas sobre todo en posición defensiva o de reivindicarse frente al tema de la corrupción. Este tema no se ha trabajado antes en Colombia, por lo cual amerita mayores análisis futuros con datos de otras campañas electorales, para identificar qué tan común es la campaña negativa, en particular con el uso de la corrupción como acusación contra el contrincante.

      Para otros trabajos, sería interesante profundizar en una línea de investigación sobre la forma en que se habla de diversos temas de interés político a través de las redes sociales, así como en la relación entre el discurso de actores políticos y sus acciones una vez llegan al poder, para establecer hasta qué punto sus mensajes son solo electorales y retóricos, o si hay alguna coherencia con las medidas propuestas en el ejercicio de su cargo.

      ISAZA, C. (2016b). El análisis de textos gubernamentales en el estudio de las políticas públicas (análisis de contenido, de discurso y narrativo). En Análisis de políticas públicas. Perspectivas pragmáticas, interpretativas, de redes y de innovación pública. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia.


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