La magia de tu poder. Madeleine Silva

       Introducción

      ¿Por qué escribir un libro sobre la magia de tu poder?

      Siempre me ha interesado investigar sobre el poder que tenemos cada una de nosotras como mujeres, pues siento que hay mucho aún por descubrir y analizar, pero aun lo que ya se ha encontrado, es un océano de información y enseñanzas que inclusive la vida misma no nos sería suficiente para aprender en su totalidad. Sin embargo, pretendo en este libro realizar un marco que nos permita poder desarrollar este poder interior que cada una de nosotras tenemos, todo ello en base a mis aprendizajes, despertares y toma de consciencia.

      Al ser mujer, me siento muy identificada con tu historia y con las historias de mujeres de todo el mundo, siento que hay una energía que nos une y que aún no la hemos aprovechado. Cada una de nosotras tenemos un corazón que fácilmente se enternece por el amor de nuestros seres queridos, podemos sacar fuerza de donde sea posible para que podamos ir al rescate de una persona que lo necesite y que nosotras apreciemos. Podemos arreglarnos la vida con mil tareas al mismo tiempo, y a pesar de ello queremos siempre más.

      Al mismo tiempo quise completar el título del libro con la palabra “magia”, dado que siento que la magia es una fuerza sobrenatural, es decir, se podría desvirtualizar de la razón del ser humano, y muchas veces las características de las mujeres, nuestra forma de pensar, de sentir y de actuar, no pueden ser interpretadas solo con la razón, necesitamos un espacio que puede ser conectado con lo divino, y es por ello que escogí esta palabra, que desde mi interpretación se conecta con el corazón, con lo divino y lo que muchas veces incluso ni con palabras se puede explicar.

      Siento que durante mi vida, se han presentado sucesos muy mágicos, porque han llegado a mi vida personas maravillosas, como mis padres y mi hermano que han sido mis maravillosos maestros de vida; aunque me demoré un poco de tiempo en poder entenderlo, me di cuenta de que ellos siempre serán mis maestros. Cuando fui muy pequeña, tenía muchos problemas al hablar, dado que no podía pronunciar correctamente algunas letras del abecedario, especialmente tenía mucha dificultad con la letra “r”. Asimismo, tenía problemas de aprendizaje, por algún motivo no entendía lo que me enseñaban, hasta casi desapruebo un año. Mis padres me ayudaron en todo ese proceso, aunque las personas me hacían bullying por no saber cómo pronunciar la “r” y se burlaban de mí, mis padres siempre me ayudaron y nunca tiraron la toalla conmigo, me llevaron por varios años a centros de rehabilitación para que pudiera hablar correctamente; hoy me digo: “En verdad, ¡qué hubiese sido de mí sin ellos!”. Uno de mis defensores en aquellos años era mi hermano que siempre iba a mi rescate, y sobre todo llegaba cuando mi mamá perdía la paciencia conmigo porque no yo no entendía lo que me enseñaba. Me acuerdo de que, cuando tenía 4 años (este es uno de los pocos recuerdos que tengo de cuando era niña), mi mamá ya no quería enseñarme las vocales, entonces apareció mi fiel aliado, mi hermano, y con toda la paciencia del mundo, me enseñó las cinco vocales. Quizás cuando somos adultos no lo llegamos a entender, pero para una niña de 4 años que tenía problemas de aprendizaje era super complicado aprenderlas, pero gracias a Dios, mi hermano siempre me acompañó, y él era la persona que me ayudó a descifrar lo que para mí era indescifrable.

      Otro momento mágico en mi vida, fue cuando la profesora Angela Torres apareció en mi vida, yo estaba en cuarto año de primaria, aún seguía con problemas de aprendizaje, pero ya había mejorado bastante mi pronunciación, pero algo mágico pasó en ese preciso momento, y digo mágico porque es realmente impresionante cómo una persona puede influir bastante en tu vida. La profesora me enseñó de una manera que pudo ordenar mi forma de entender las cosas, de ser una alumna que siempre pasaba el año casi jalándolo, me convertí en una alumna de los primeros puestos, donde mi aprendizaje se volvió acelerado y “mi ángel” (mi profesora), me hizo entender que no importaba lo inteligente que pudiera ser, solo bastaba con que yo lo quisiera y fuera perseverante para que realmente fuera por lo que quiero y sobre todo, lo más importante: Que tengo que creer en mí. En ese momento tenía yo 10 años aproximadamente, sin embargo no llego a entender aquí a mis 34 años (a la fecha del publicar este libro), cómo una niña de 10 años pudo tener aquel despertar. Luego de aquellos momentos mi vida a nivel académico mejoró