Parterías de Latinoamérica. Georgina Sánchez Ramírez

Parterías de Latinoamérica - Georgina Sánchez Ramírez


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se requería insistir más en ella, pues el exceso de teorías era contraproducente al arte obstétrico:

      En el ejercicio de la obstetricia los factores personales de confianza, simpatía, prudencia y espíritu de sacrificio son imponderables, no se miden con ningún instrumento, no se pesan en ninguna balanza, constituyen la idoneidad de estas profesionales y en virtud de ellas, adquieren una aureola misteriosa que las hace triunfar (Primer Congreso Interamericano de Matronas, 1959, p.11).

      Esta última intervención daba luces respecto de una tema crucial, pero que no abordamos en este artículo: las distintas posiciones sobre la profundidad de la formación de las matronas que comenzó a ser una temática de amplio desarrollo en la década siguiente.

      En el juicio de Avilés no sólo se apreciaba una visión idealizada de la tarea de las matronas, en ocasiones, alejada de las vicisitudes cotidianas que rodeaban su trabajo, sino también una suerte de crítica a nuevas prácticas asistenciales cuando complementando con lo anterior afirmaba que “no acepto la nueva conducta obstétrica y actividad inusitada tan pregonada por muchos, sigo creyendo que en Obstetricia es indispensable respetar la naturaleza, observando con juicio y paciencia la evolución fisiológica del parto, para actuar oportunamente, más pronto y mejor que antes…” (Congreso Interamericano de Matronas, 1959, p. 12). ¿A qué actividad inusitada se refería Avilés? ¿A la que se daba en las maternidades? Es posible que se tratara de un llamado de atención al número creciente de asistencia de partos que, por su diversidad, exigían una serie de decisiones y procedimientos que en principio requerían de las manos médicas, pero en virtud de la falta de cobertura eran asumidos por las matronas.

      Las condiciones en que trabajaban las matronas eran una preocupación del Director General del SNS, Gustavo Fricke, quien asignando un gran valor a las 580 matronas que laboraban en el servicio y asegurando que estaban bien distribuidas por el territorio nacional, refrendaba que aquellas eran un aporte frente a otros recursos profesionales que no eran más que una “débil esperanza”.

      Para Fricke, el deber de la institución era asegurarles un hogar compatible con las exigencias mínimas de higiene y comodidad (Congreso Interamericano de Matronas, 1959, p.13). García Valenzuela sostenía que la figura de la matrona chilena tenía una individualidad bien definida en el ámbito de las profesiones paramédicas latinoamericanas. Y por su parte, Esther Lipton insistía en la extensión del cuidado materno-infantil más allá del parto, considerando el ámbito de la nutrición y el saneamiento, y destacaba el compromiso de las organizaciones internacionales para apoyar programas de asistencia del parto rural y de mayor involucramiento de las matronas con las familias y la comunidad.

      Tanto en el congreso nacional de matronas de 1951, como en el internacional de 1959, son las propias matronas quienes hicieron pública, de manera excepcional, sus preocupaciones respecto de la necesidad de mejorar las condiciones laborales que, en rigor, sólo se referían al trabajo que estas profesionales desarrollaban en recintos asistenciales pues no hay menciones a ningún tipo de asistencia domiciliaria. Asimismo se maximizaban las ventajas de que su profesión hubiera alcanzado status universitario y, aún más valioso, eran ellas mismas las que ofrecían caminos para la dignificación profesional de su oficio.

      Conclusiones

      El número de consultas a matronas en el decenio entre 1965 y 1974 registró un crecimiento del 240% respecto de la etapa anterior, constituyéndose en uno de los mayores incrementos de atención profesional del SNS (Solís, 1988). No cabe duda de que las matronas, que eran parte de una extensa tradición asistencial que data desde fines del siglo XIX, se constituyeron en un grupo profesional significativo para la atención materno-infantil dada su distribución por el territorio nacional y su compromiso con la asistencia del parto profesional, atributos claves para la consolidación de la atención hospitalaria del parto en el Chile de mediados del siglo XX. Su aporte crucial fue absorber esa nueva demanda asistencial que el SNS se encargó de fomentar; fueron ellas en virtud de su número y de la confianza que la población tenía en ellas ─un fenómeno histórico─ las que “acercaron” la política social y sanitaria a las mujeres. Es precisamente el vínculo histórico entre ellas y la población femenina, el que favoreció que, gradualmente, las mujeres aceptaran el internarse al momento del parto.

      En la historia de la asistencia profesional del parto domiciliaria u hospitalaria, el importante papel de las matronas no ha sido reconocido ni documentado como lo refrendan las fuentes monográficas y estadísticas de la CSO y luego del SNS. La intensa preocupación por la escasez de matronas en el SNS revela que este recurso profesional era clave porque en ellas descansaba una de las metas emblemáticas del SNS como era la hospitalización del parto. Pero también da cuenta de que esta política sanitaria no dependía en rigor de la comunidad médica que, en términos narrativos, suele apropiarse de este logro recurrentemente.

      La hospitalización del parto contó con importantes desafíos y límites que estas profesionales experimentaron con especificidades diferentes a las de la comunidad médica. Se trataban de condiciones laborales extenuantes, y de un campo ocupacional que suponía enviar a estas profesionales a lugares apartados, con dificultades de conectividad y con escasos insumos clínicos como era el caso de casas de socorro, postas u hospitales provinciales. Particularmente el trabajo hospitalario constituyó una nueva oferta laboral para ellas que, en muchas ocasiones, no estaba normada, y que requería reforzar su autoridad por sobre otros profesionales paramédicos.

      La autoridad única de las matronas en los partos domiciliarios ya no era tal en el ámbito hospitalario; las matronas tuvieron que aprender nuevos protocolos y procedimientos, y tuvieron que “compartir” el íntimo espacio que antes había caracterizado la relación entre ellas y las parturientas. Quizás esa sea una pérdida importante de esta transición. Pero su incorporación al espacio hospitalario y su liderazgo en la atención del parto supusieron desafíos claves para la modernización asistencial de esta experiencia de la que no era posible restarse como lo ilustraban los juicios vertidos en la Asociación Nacional de matronas de mediados del siglo XX.

      Bibliografía

      Adriasola, Guillermo, 1956, “Importancia de la matrona en Chile”, Boletín de la Sociedad Chilena de Obstetricia y Ginecología, Vol. XXI, n°6, septiembre, pp. 135-139.

      Agostoni, Claudia, 2001, “Médicos y parteras en la ciudad de México durante el porfiriato”, en Gabriela Cano y Georgette José Valenzuela, coords., Cuatro estudios de género en el México urbano del siglo XIX, Universidad Nacional Autónoma de México, Programa Universitario de Estudios de Género, Miguel Ángel Porrúa, México, pp. 71-95.

      Argüello-Avendaño, Hilda E.; Mateo González, Ana, 2014, “Parteras tradicionales y Parto medicalizado, ¿un conflicto del Pasado? Evolución del discurso de los organismos internacionales en los últimos veinte años”, LiminaR. Estudios Sociales y Humanísticos, vol. XII, núm. 2, julio-diciembre, Centro de Estudios Superiores de México y Centro América San Cristóbal de las Casas, México, pp. 13-29.

      Asociación de Nacional de Matronas, 1951, Primer Congreso Científico Nacional de Matronas, Imprenta Casa Nacional del Niños, Santiago, Chile.

      Boletín del Servicio Nacional de Salud, 1957, “Personal del Servicio Nacional de Salud”, Vol. 3, n° 1, ene-feb, pp. 320-324.

      Boletín del Servicio Nacional de Salud, 1957, “Habilitación de un mayor número de camas de maternidades en el Dpto. de Santiago”, Vol. 3, n° 6, nov-dic, pp. 926-929.

      Boletín del Servicio Nacional de Salud, 1960, “Atención materno-infantil”, Vol. 6, N°1-6, enero-dic, pp. 305-316.

      Boletín del Servicio Nacional de Salud, 1965, “Honorarios para matronas en atención de partos a domicilio”, Vol. 7, N°17, mayo, p. 11.

      Caja del Seguro Obligatorio, 1944, La Caja del Seguro Obligatorio, 1924-1944. Desarrollo estructural y funcional, s/datos editoriales, Santiago.

      Caja del Seguro Obligatorio, 1939, “Reuniones sobre Temas de Organización Interna de las Jornadas Médicas”, Boletín de la Caja del Seguro Obligatorio Nº 58, Año VI, marzo, pp. 176-180.

      Carrillo Ana María, 1998, “Profesiones sanitarias


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