Los muertos pasean desnudos. Omar Lara

Los muertos pasean desnudos - Omar Lara


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      © Copyright 2019, by Omar Lara

       © Copyright 2019 Editorial MAGO

       Primera edición: diciembre de 2019

       Colección Escritores Chilenos y Latinoamericanos

       Director: Máximo G. Sáez

       [email protected]

       www.magoeditores.cl Registro de Propiedad Intelectual Nº 310068 ISBN: 978-956-317-563-9 Diseño y diagramación: Sergio Cruz Lectura y revisión: MAGO Editores Edición electrónica: Sergio Cruz Derechos Reservados

      ALGUNAS SEÑALES PARA LOS MUERTOS PASEAN DESNUDOS O LA RADIOGRAFÍA DE UN POETA

      Escribo esta presentación desde el epicentro de la geografía de la rebeldía entre gritos por la libertad y la dignidad de personas y la respuesta viene con represión, gases lacrimógenos y balines por parte de la policía. Ese marco de la lucha por un país más justo me sensibiliza aún más y le da más sentido cuando leo, Los muertos pasean desnudos, una antología de la poesía de Omar Lara, uno de los poetas imprescindible y fundamentales en la poesía chilena actual. Tengo lecturas de los poemas porque no ha sido una he querido hacer varias para ver diversos lados. En este libro está Omar Lara y por lo mismo me encanta más. Los poemas fueron tirados para que las palabras se partieran en muchos pedacitos. Versos por allá y por acá, por los viajes de ida y vuelta, por los exilios de adentro y de afuera. Por la historia de la poesía de un poeta. Por el sur de Imperial, a una poesía que siente más placer en el despliegue de las metáforas, esas que sugieren placer en algunas lectoras que llegar al fin del viaje.

      Tuve la impresión que no lograría decir esto. Lo que va sucediendo en esta antología. En esta antología se vive, se transita, se es parte del verso, de la acción que conlleva ir en el viaje y quedarse en él para no querer llegar. No puedo olvidar en momento alguno, que las antologías personales, como es en este caso, son personales y los poetas por ahí se biografean lo que hace adherir con afán a un lenguaje desprovisto de desasosiego y más bien señalado por la diferencia de voces que hablan bajo y fuerte al mismo tiempo. Ahí está lo más sublime de esta antología de Omar Lara. La poesía nos mete en las palabras y las palabras repartidas en sílabas se asoman por ahí en los espejos que deja la geografía de un poeta.

      No van por separado en esta antología: el poeta del poema. Las sensibilidades que se meten en cuerpo después de leer estos poemas, no son únicas, son desconocidas, llevan consigo la matriz más pura de la poesía. Ese lugar que no existe y que lo hemos esperado por siglos. Esa caja invisible que hace rebotar las palabras y las desordenan en una gramática aún delirante, en fin nos contaminamos y nos da placer. Es poesía pura. La poesía se mete entremedio de uno y la vemos. Es raro dirán unos. No lo es, porque en estos libros pasa eso y, no se puede decir nada más. Es poesía pura. No puedo dejar de mencionar que la memoria y el viaje son temas centrales que se reúnen en Los muertos pasean desnudos, expresan, una síntesis o una columna vertebral en la obra de Omar Lara, el desplazamiento y la memoria. Dos actos construidos con el uso de una lengua marcada por significantes y donde se desliza en diversos momentos la fina observación que ejercita el poeta.

      En ese ambiente las palabras parecen tener un carácter sagrado, son pedazos de alma que se izan para darnos esa sensibilidad mística, donde podemos advertir la materia de lo trascendental, sacando el germen de las ocultas transparencias, ausentes de nombre, pero presididas por un hechizo con espirales en alerta. Son desnudeces brotando a modo de manantial epicúreo, creando un reclinatorio tembloroso, donde la vida se abraza a la vida, a veces, dando respuestas a preguntas que aún no han sido formuladas. Con sabor a viento, a un viento azul, como son las mariposas de tus sueños, abriendo veredas sobre la verde oscuridad. Contienen lo esencial, son poemas ricos en contenido por donde desfila toda una existencia, lo dicen todo sin gritar, sin indignarse, por eso son versos de reflexión, de impulso y de meditación. Tienen la esencia de la creación, ya que nos hacen ver las cosas “como si las viéramos por primera vez”. Pero estas palabras también se hacen materialidad con fuerza para plasmar el paisaje externo que queda reflejado en los ojos del poeta como si fueran múltiples espejos que hablan por los colores que se representan.

      Max G. Sáez

      Algarrobo, diciembre de 2019

      ABRACÉ LA TIERRA

      1

      Entonces abracé la tierra

       su dulzura precaria

       envolvió mi dulzura precaria

       Nadie lo dijo pero ambos

       la tierra

       y yo

       echamos a correr la sangre

       de la memoria

       la sangre

       sin memoria

      2

      Otros

       otros tiempos

       otras edades geológicas

       millones de bacterias en el lecho de las

       pequeñas serpientes

       la agitada movilidad de bichos y melancolías

       los hijos

       los hijos

       no nacidos

       el estruendo auroral y los crepúsculos

       pródigos de las felonías

      3

      La tierra abrió sus piernas una vez

       y una vez

       pero había cansancio

       impaciencia y desgarro

       había caminos desesperados

       la visitación auroral

       había cánticos de locura

       y el dulce meollo de la embriaguez

       luego

       como en la punta del iceberg

       de la repentina lucidez

       supe el hastío del ritual en vano

       la resquebrajadura de la naturaleza alelada

       la falsa adrenalina y la certeza

       del respiro final

       y en la inconsciencia del derrumbe

       abracé sus latitudes

       y sus aguas primordiales

      4

      La abracé

       digo

       y también la herí

       abracé la inútil melancolía de coigües

       y raulíes

       de ceibas y araguaneyes

       de samanes consoladores

       de secoyas y los humildes

       desventurados

       cipreses en campos primordiales

       las altas palmeras pegadas a las rocas

       las vides trepadoras en el roquerío melancólico

       los robles nobilísimos de aquí y de allá

       el nogal del abuelo

       los álamos de Blaga

       los sauces infinitos de la laguna gata

       los bufidos de la entraña

       soltando sus bienhechores

       demoniacos

       respiros


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