Cómo conquistar el mundo. J.J Aguilar

Cómo conquistar el mundo - J.J Aguilar


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dormida en el primer trimestre. —A pesar de las peleas, Elliot y Benjamin se reían por cómo se trataban. «Estas son las amistades de verdad», pensaba Benjamin, las que te dicen todo en la cara.

      —No sabía que ustedes se conocían —se dirige Benjamin a Elliot y Bárbara. Se miraron a los ojos y voltearon hacia él mientras se rascaba la cabeza.

      —Ehm, sí, o sea, estudiamos juntos —responde Elliot.

      —O sea… Ajá, exacto —responde Bárbara al mismo tiempo que Elliot.

      —Se hace tarde. —Alba mira su reloj y abre sus ojos desorbitantemente—. Pero antes, quería comentarles que mi padre se fue con su esposa de viaje esta mañana, deberían ir hoy a mi casa.

      Benjamin estaba interesado en conocer muchos aspectos de la vida de Alba, su amistad se basaba en coqueteos en la universidad, pero finalmente todo podía cambiar con una noche en su casa.

      —¿A tu casa? ¿El hotel? —pregunta Bárbara.

      —¿Vives en un hotel? —pregunta Elliot.

      —Sí y sí, el Hotel Muchach. —responde con superioridad.

      —¿Por qué tiene que ser hoy? —pregunta Bárbara quejándose.

      —¿Cuál es el problema? —pregunta Elliot.

      —Yo tengo que ir a trabajar al McRabbits.

      —Ya te dije que dejaras de trabajar ahí, te están explotando —replica Alba.

      —¿Tú me vas a pagar la universidad, pendeja? —respondió Bárbara abiertamente, Elliot y Benjamin contemplan a las dos lobas insultándose.

      —¿De qué me sirve tener padres que se van de viaje y me dejan la casa sola si no tengo amigos con quien disfrutarla? —Alba alzaba sus manos de lado a lado.

      —Hagámosle la caridad a Alba —sugirió Elliot sin ser invitado—. Yo puedo comprar cerveza —añadió.

      —No puedo ir —se excusó Bárbara y cruzó sus manos.

      —Reunámonos en la noche entonces… —Alba volteó los ojos.

      —En la noche podría ser, mañana tengo el día libre.

      Todos fueron a clases antes de que el profesor de Ciencias Naturales se diera cuenta de que llegaban tarde. Para su suerte, el profesor aún no había llegado, pero todos los demás sí, así que buscaron los asientos que estaban desocupados esparcidamente en el salón. Elliot se sentó diagonal a Benjamin, Bárbara a un lado derecho y Alba buscó un asiento y se colocó imprudentemente en la primera fila.

      El profesor llegó y la clase estaba aburrida, no estaba permitido sacar los teléfonos en clase. Entonces, distraído, Benjamin se dedicó a detallar un poco más a Alba, no se cansaba de observarla, y que una chica como Alba parecía gustar de Benjamin subía su ego. Luego por acto inconsciente, observa a todos los hombres en el salón de clases, hay un chico con tatuajes y con brazos marcados, estaba fit y era usualmente el tipo de hombres que llamaban su atención. Alba era dulce y estaba como Dios quería, pero ¿se debería dejar llevar por ella? ¿Por su dinero? «Y si ella quiere, ¿por qué no voy a querer yo?» pensaba Benjamin.

      —Y eso, muchachos, es lo que pasaría si la tierra dejara de moverse —explicó la profesora.

      Una hora después, Benjamin se percata de que no escuchó nada en la clase. No le importa y sigue pensando. «Ahí, ese chico es lindo, no lo reconozco, es la primera vez que lo veo en esta clase. Sus labios son gruesos, podría preguntarle a él si quiere estar conmigo, tiene un arete en su oreja derecha, va al gimnasio por lo menos cinco veces al día. ¿Y este otro? Me parece que su nombre es Daniel, no he escuchado nada sobre él, pero parece un nerd, no habla con nadie».

      En ese momento, Elliot lo observaba, los dos voltearon sus miradas a la pizarra muy rápido, pestañeando. Hicieron el mismo movimiento tres veces, hasta que ya una cuarta vez iba a ser muy incómoda y se dejaron de ver. Benjamin despierta un deseo que no había sentido antes, querer que Elliot lo vuelva a ver. Elliot es gordo, aunque su madre le diga que él está relleno y ya, su piel era rara, brazos aguados, no hace ejercicio, no tiene muchos amigos, pero era un oído sin consecuencias.

      Hoy importa una mierda la universidad, ya era hora de irse y todos se levantan apurados, era mitad de mañana al salir de clases. Elliot se devolvió hacia Benjamin.

      —Benj, ¿sabes que mi casa queda cerca de casa de Alba?

      —No lo sabía —Benjamin cree que Elliot le insinúa algo.

      —Si quieres, puedes pedir que te dejen en mi casa y de mi casa nos podemos ir en taxi juntos, saldrá más barato.

      Lo dudó por unos segundos, mira su reloj y dice que sí. Había una clase más, pero Benjamin simplemente no quería estudiar. Como pudo, se fue sin que sus amigos lo vieran.

      En casa de Benjamin el olor a cigarrillos se esfumó, su madre no ha llegado a casa. La casa está sola, no hay nadie, cerró las puertas y las ventanas. Entró a su cuarto a pasos rápidos. Con el calor que tenía de tanto caminar, encendió el aire acondicionado, colocó su laptop en sus piernas y al abrirla se distrae con una página porno que tenía abierta. Era una pestaña que dejó abierta hace unos días, se animó al ver la página nuevamente y le tomó quince minutos decidirse por un vídeo, pero nada le emocionaba, ningún video era interesante. Su pene ya no estaba erecto, pero él era persistente, buscó videos en otras categorías.

      —Fisting, hardcore, amateur, lesbians, GAY. —Hablaba en voz alta, seleccionó la categoría gay. Era incómodo para él, no estaba seguro si quería verlo. El vídeo era de superhéroes, Superman se folla a Spiderman. Era un culo y un pene, dos hombres teniendo relaciones sexuales. El activo lame las bolas al pasivo, el pasivo suspiraba fuertemente mientras gemía. El activo mete poco a poco su pene al pasivo y empieza a follárselo rápida y fuertemente, el pasivo sigue gimiendo. Se imaginaba un posible escenario entre Elliot y él teniendo relaciones, bajó sus bóxers, subió a su cama con la laptop y colocó la pantalla en frente de él, mientras se masturbaba. Su pene se sentía aún más grande, creer que tenía el pene grande le excitaba más, alimentaba su ego, se tocaba los pezones varias veces, abría la boca y respiraba profundamente como el chico del vídeo, pero sin soltar gemidos. Se empezó a masturbar rápido y Elliot estaba ahí, en su cabeza, pero estaba ahí, le lamía el cuello, le escupió dentro de su boca y lo tiene encima de sus piernas pidiendo más.

      —Aaag. —Acabó y el semen se derramó en sus manos y en sus pelos púbicos. De repente la idea de estar con Elliot se convirtió en un asco, como si Benjamin tratara de convencerse de que Elliot es el chico que lo ayudará a salir del closet, si es que estuvo alguna vez en uno.

      Escuchó la puerta principal abriéndose y, por como suenan sus pasos arrastrándose, era su madre. Mierda, no quería verla aún. Como pudo, se limpió sus manos, subió sus bóxers y se metió a la cama, se hizo el dormido; abrió la puerta y cerró sus ojos. Su madre se va balbuceando, él se queda dormido.

      Cuando abrió sus ojos y observa el reloj que marcaba las 6:30 pm.

      —Mierda, la reunión en casa de Alba. Elliot me dijo que tenía que ir a su casa.

      Revisó su teléfono y había cinco mensajes de Elliot. «¿Vas a cenar en mi casa? Mis padres quieren hacer un asado». Le respondió «Sí a todo» y se alistó.

      En la sala, estaba su madre sentada en un sillón viejo cerca del teléfono fijo, todo estaba a oscuras y estaba fumándose un Marlboro rojo.

      —¿Y a dónde es que te vas? —dijo mientras daba otra fumada.

      —Voy a casa de Alba, mamá —responde Benjamin, su cara era seria.

      —No te he visto en todo el día. —Se levantó de la silla y se movió frente a Benjamin con todo el humo persiguiéndola—. Yo no sé si nosotros en la casa para ti somos una especie de gente con la que alquilas la habitación y que vas a dejar cuando seas grande.

      Sí,


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