La población, siglos XVI al XX. Elsa Malvido
a niveles impredecibles y sus síntomas fueron muy variados y graves. Cronistas y conquistadores no entendieron lo que sucedió y reportaron que como las enfermedades eran nuevas para los nativos, despoblaron sitios densamente habitados antes; murieron familias enteras y nadie pudo atender a los enfermos por estar todos contagiados; el olor de la descomposición de los cadáveres dentro de las casas fue muy intenso y la única medida lógica que se tomó consistió en tirar las casas e incendiarlas, por no haber quien enterrara a los muertos, a pesar de estar prohibida la incineración de los cuerpos por la Iglesia católica.
En términos globales de despoblación, la conquista de México y del Nuevo Mundo sólo puede compararse con los efectos mortales y destructivos que la guerra atómica produjo en Japón en tiempos modernos: arrasó pueblos enteros, dejó secuelas en dos generaciones posteriores y aún no sabemos cuántas más, con el agravante de que hay que traducirla a un espacio cientos de veces mayor, el continente americano.
LA PRIMERA PANDEMIA DE VIRUELA,
1519-1619
El ejemplo más claro para nosotros, después de 30 años de estudiar las epidemias, fue lo que sucedió con la incursión de la primera viruela en tierra firme en 1519, que junto con conquistadores y conquistados recorrió el espacio de los pobladores primigenios lentamente; conforme los fueron sometiendo a lo largo de 100 años (1519-1619), infectó a toda la población virgen susceptible y, claro, los documentos señalan que hubo viruela aquí o allá, pero se trató de la misma, que lenta pero acuciosamente recorrió casa por casa, poblado por poblado, mientras se sometió a la despoblada o contagiada Nueva España.
Analicemos la importancia que tuvo la inicial pandemia de viruela para los nativos del México central. De entrada afirmaríamos que durante la lucha de conquista de Hernán Cortés contra México-Tenochtitlan, la viruela ayudó primero a los mexicas, porque los tlaxcaltecas y cempoaltecas que apoyaron a los castellanos ya venían contagiados, pero no lo supieron, y lucharon estando enfermos, lo cual en buena parte hizo que perdieran la batalla, haciendo huir a Cortés en su "Noche triste" acompañado de algunos sobrevivientes; las pérdidas humanas fueron terribles. Terminada la contienda, narran los documentos, los mexicas y sus aliados saquearon los cadáveres de los enemigos como se acostumbraba, y se mantuvieron en contacto con los cautivos de guerra vivos, o medio vivos, pues no sólo estuvieron presos, sino enviruelados. El contagio se extendió también por el simple contacto con los objetos, animales, hombres vivos y muertos, en los que puede permanecer el virus por meses. De esta manera, los mexicas contrajeron y distribuyeron con el botín la propia enfermedad, que ahora cobró su cuota entre ellos, destruyendo a la población, y continuando su camino sobre amigos y enemigos por 100 años, como ya dijimos (1519-1619).
Meses después de ese evento, las tropas españolas regresaron con otros aliados a tomar México-Tenochtitlan; la encontraron casi despoblada y la pudieron vencer sin muchos problemas.
CONSECUENCIAS DE LA NUEVA PATOLOGÍA
Ahora bien, ¿por qué fue tan importante la nueva patología, no sólo la viruela? Por los efectos mediatos e inmediatos que desencadenaron los padecimientos entre los nativos, con una mortalidad tan elevada y desconocida (como la producida hoy por el ébola o la neumonía atípica)24 los distintos grupos nativos conjeturaron, entre otras cosas, que sus dioses, enojados por alguna violación aún no entendida, los habían abandonado, lo que supuso la pérdida ritual y religiosa del significado del trabajo, la participación social y comunal en la extracción del mismo y el autoconsumo como única alternativa de sobrevivencia.
Para los conquistadores, esa brutal mortalidad ya se había experimentado en las islas, puesto que en el segundo viaje de Cristóbal Colón, en 1493, la viruela fue traída por los indios que Colón había llevado a presentar a los reyes de Castilla, y en su viaje de poblamiento de las nuevas tierras la viruela, que estaba haciendo estragos entre los niños en Cádiz, contagió a los indios.25 Éstos, aculturados y bautizados, se infectaron y trasladaron la enfermedad, despoblando a las Antillas, al Darién y a Yucatán entre 1500 y 1519.
Los síntomas no siempre fueron identificados por los descubridores y conquistadores debido a la gravedad que presentaron, pues en Europa y África la viruela fue ya un mal endémico o domesticado, que mató sólo a niños de cero a cinco años, si bien la densidad de población y su extensión territorial no eran comparables con las del Nuevo Mundo.
A la muerte epidémica se unieron, tanto la muerte producida por la guerra de extinción que los conquistadores hicieron contra ciertos grupos, con la debilidad resultante de los abusos sistemáticos que los españoles ejercieron sobre la fuerza de trabajo y la reproducción de la especie de los que pudieron sobrevivir,26 asi como la desazón producida por la destrucción indiscriminada de los sistemas económicos nativos, impactando todo ello adversamente en el desarrollo económico de la primera etapa colonial y en las expectativas del rey y de las nuevas autoridades.
Además, las medidas que se tomaron no fueron siempre las más acertadas para lograr que la población se recuperara, antes bien, insistieron en continuar con la destrucción, la guerra, la caza de esclavos, la búsqueda irracional del oro y la ambición despertada por los bisoños descubrimientos mineros, desperdigando con ellos por estas nuevas tierras los males y sus secuelas.
Las enfermedades pandémicas, al atacar a todos los grupos de edad, y las endémicas a los grupos masculinos en edad reproductiva preferentemente, repercutieron en el abasto de alimentos; los problemas no se hicieron esperar y fueron serios durante los meses en que la mortalidad se mantuvo alta y en los años que le siguieron, pues al desaparecer varias generaciones no hubo quien pudiera sembrar o trabajar; a los pocos sobrevivientes se los llevaron a la guerra y a las minas; tampoco hubo mujeres para reproducir la especie, pues en la fase de hambre la parca cargó preferentemente con niños, mujeres embarazadas y ancianos.
Con todo ello, las generaciones huecas fueron continuas y, al ser dominados, los nativos enfrentaron problemas múltiples: hambre, sed, secuestro de sus bienes, cambio de asentamientos por la formación de pueblos concentrados, destrucción de las familias poligámicas, entre otros. Y como respuesta, los nativos recurrieron a varias formas de negación de la vida. Este último punto fue de gran trascendencia para la reposición de la población, pues muchas interpretaciones europeas presentaron a un Nuevo Mundo en proceso de occidentalización y feliz, cuando otros documentos describieron que, frente a la derrota, hubo grupos o pueblos enteros que se negaron a reproducirse, recurriendo a la abstinencia sexual, al aborto, al suicido individual y colectivo, al alcoholismo, a convertirse en nómadas o huir, como respuesta al dominio castellano.27
Por su parte, los conquistadores no fueron lo que se dice expertos labradores o artesanos, por lo que carentes ahora de la abundante mano de obra, las autoridades se replantearon, entre otras cosas, modificar o reglamentar los sistemas de sobreexplotación de los nativos, así como aumentar los impuestos.
Diversas formas de esclavitud fueron impuestas a los nativos dominados y, después de la toma de Tenochtitlan, hombres y tierras se redistribuyeron entre los conquistadores y sus aliados. Para ello, Hernán Cortés utilizó las listas de los pueblos tributarios de los mexicas; el sistema de trabajo fue la encomienda.28