Video Green. Крис Краус
busca de sarampión. Como el patricio de pueblo que era, entrega su rigurosa marca de ontología oscura con una pronunciación lenta y astuta. De hecho, tiene mucho más en común con William Burroughs que con Wallace Stevens.
La vida “personal” (es decir, sexual) de Bronk es un secreto bien guardado entre los amigos literarios de Glens Falls que le sobrevivieron. Sus amistades son bastante discretas al respecto. A pesar de que Bronk nunca se casó, apreciaba la compañía de mujeres. También le gustaba la compañía de hombres y muchachos. Hacia finales de la década de 1960, se hizo amigo de Lorin French y Dan Leavy, dos estudiantes de la escuela secundaria de Hudson Falls. Leavy, French y otros muchachos “no atléticos” fueron visitantes asiduos de su casa en Pearl Street. Gracias a la influencia de Bronk, Leavy y French se convirtieron los dos en artistas profesionales, y muchas de sus obras están incluidas en la colección.
Durante la década de los setenta, Bronk visitó Nueva York asiduamente. Frecuentaba mucho el Tin Angle, el bar en Bowery propiedad de Paul Pines. William Burroughs vivía del otro lado de la calle, en un loft llamado “el búnker”, y poetas jóvenes como Eileen Myles limpiaban las mesas. Paul Pines recuerda que Bronk era “muy escurridizo” en ese momento. Más adelante, Pines vendió el bar, se mudó al Caribe, se aburrió y se instaló en Hudson Falls. Pines recuerda las largas caminatas que él y Bronk daban a lo largo del sendero que bordea el río Hudson. Hablaban sin cesar de poesía y cultura y cosas personales. Bronk conocía los trapos sucios de cada casa por la que pasaban. Era un chismoso tremendo y atesoraba cada detalle de las vidas de sus vecinos, aunque como dice Pines, “sus poemas venían de otro lugar. No usaba esa información”.
La desaprobación de Martin de mi cabello y mi maquillaje realmente me molestó. Había ido a la peluquería en Los Ángeles; me había costado trescientos dólares. Me había maquillado (con productos MAC) en la última área de descanso de la autopista antes de Binghamton… hasta había investigado dónde quedaba la parada. Esa mañana, cuando su hija partió para la escuela, me dijo:
–Noto cierta ambigüedad de tu parte ante el sometimiento.
I’m a little lamb who’s lost in the wood
I know I could, could always be good
To someone who’ll watch over me
Although I may not be the man some girls
Think of as handsome
To her heart I’ll carry the key
Won’t you tell her please to
Put on some speed
Follow my lead
Oh how I need someone to watch over me3
De vuelta en casa, en Thurman, le envié un email a Martin. No hubo respuesta. Dejé un mensaje de voz. Cinco días después, me envió la foto tomada del video con la siguiente nota: ¿Qué música dirías que va bien con las imágenes de una mujer que tira de la cadena unida a sus pezones mientras desliza sus labios de arriba abajo por la polla de un amante?
Y en realidad, sí sentía cierta ambigüedad. No estaba tan interesada en el sexo; quería también hablar de poesía. Entonces, me pregunté por el placer de la esclavitud S/m. ¿Por qué mis pensamientos sobre William Bronk no podían ser tan placenteros como un par de labios alrededor de su polla?
En Francia, hay una organización a la vez formal e informal que se encarga de la perpetuación de la obra de un artista muerto conocida como Sociedades de los amigos. Constituida jurídicamente como una sociedad de responsabilidad limitada, Societés des amis reúne las obras inéditas, la correspondencia, los diarios y los cuadernos del escritor fallecido. Recaban recuerdos y tributos sus miembros y el resto de sus amigos y colegas. Buscan notas tomadas por antiguos estudiantes en las conferencias del amigo muerto, y archivan todas las reseñas críticas que aparecieron sobre su trabajo mientras vivía. Luego, publican todo este material en una edición limitada conocida como los cahiers, que pueden servir de base, en el futuro, para nuevas publicaciones. Estos amigos suelen ser escritores también, y realizan el trabajo sin recibir honorarios. Las Societés existen para mantener viva la memoria de un artista, y asegurar que su obra sea preservada y transmitida en el futuro.
¿Por qué hacen esto los amigos? Solo puede ser porque creen que, de alguna forma, la vida y el trabajo del amigo les pertenece… que a pesar de su singularidad, la obra del amigo muerto no ocurrió en soledad. Esa muerte habla de ellos porque compartieron un lugar en el tiempo. De esta forma, la reputación póstuma del escritor es creada por sus amigos a través de la actividad colectiva. Esta práctica, por supuesto, implica una creencia en la continuidad…
Cuatro meses después de la muerte de Bronk, antes de que la casa se vendiera, Sheldon Hurst, Paul Pines y el hijo de Pines entraron en ella para documentar todo con una cámara de video. A Hurst, Bronk le había confiado la conservación de su colección de arte, y quería estar seguro de poder recordar cómo estaban colgadas las obras. Los tres deseaban además recordar la casa de su amigo tal y como había sido antes de que él muriera. Hurst me prestó la cinta. Parecía un video de la escena del crimen. La cámara de Pines da vueltas, documentando el después de una vida artística: un periódico New York Times leído a medias sobre la mesa de la cocina… un par de anteojos de lectura dejados descuidadamente junto al periódico... Tres pisos de desarreglo intrincadamente ordenado: la casa era, obviamente, el centro cerebral de este hombre. En la planta baja, hay un escritorio para escribir, otro para escribir cartas a máquina. Estantes de libros en casi todas las habitaciones, ordenados por materia y por tema. Una biblioteca especial donde Bronk ponía los libros de sus amigos… un teléfono de disco, ningún ordenador.
Afuera, en el porche delantero, frente a un ginko, se ve una de las grandes esculturas de metal de Loren French. Es primavera. El ginko está floreciendo y la puerta trasera de la casa se ha abierto con el viento. Sobre la chimenea en el salón, Bronk tenía un carboncillo enmarcado de su amigo más antiguo, Eugene Canadé. Una pintura maravillosa de Herman Maril, de un hombre sin rostro sentado a una mesa modernista donde hay un pájaro embalsamado, cuelga sobre un antiguo sillón de crin. Arriba, más obras de Leavy, French y algunos de sus amigos han sido pegadas con cinta sobre un espantoso empapelado con motivos de palmeras.
Bajo la influencia de Bronk, estos jóvenes del pueblo fueron completamente absorbidos por la pregunta ¿por qué esto y no aquello?, que es, probablemente, la única pregunta artística que vale la pena hacerse. Cae la tarde, y afuera el cielo está casi exhausto de luz. Bronk tenía un tapiz chino del presidente Mao colgado en su baño. Idiosincrática y altamente personal, la colección de arte de Bronk, que ahora se encuentra dispersa por el campus del colegio comunitario local, no revela nada sobre la historia del arte o la práctica curatorial, pero dice todo sobre su creencia en la fuerza de la transmisión artística.
En la compilación del catálogo, Hurst ha realizado un tremendo servicio para aquellos interesados en la obra de Bronk al acoplar veintidós poemas con las reproducciones de las obras de arte que los inspiraron. La colección incluye varios estados de ánimo y tres o cuatro generaciones. Es al mismo tiempo profesional y amateur, si es que el profesionalismo se define por la participación en el sistema de galerías.
Eugene Canadé (1914-2001), que Bronk conoció en Cum-mington, pintó constantemente durante toda su vida mientras trabajaba en París para la UNICEF. Hijo de un pintor de género del siglo XIX (cuyas obras también están representadas en la colección de Bronk), Eugene entró y salió de casi todos los estilos pictóricos significativos del siglo XX. Study for a Mural [Estudio para un mural] es una incursión en el cubismo; Queensboro Bridge No. 4 [Puente Queensboro nº. 4] es una obra de realismo socialista; Birch sketch #2 [Bosquejo de abedul #2] representa esa figuración suelta de mediados del siglo XX. El hecho de que Vincent y Eugene Canadé vieran la pintura como una vocación tuvo una tremenda influencia en William Bronk. En Life Supports, escribe un diálogo con uno de los autorretratos de Vincent Canadé:
…Pero todas
Las cabezas de los papas lucen como él, cada una a su manera
La práctica en la mirada y la pintura nos muestran cómo aquello que
Vemos