Christus Vivit, Spanish Edition. Pope Francis

Christus Vivit, Spanish Edition - Pope Francis


Скачать книгу
propuesto el cristianismo a otros jóvenes. Murió perdonando a su verdugo en 1909.

      60. El beato Pier Giorgio Frassati, que murió en 1925, «era un joven de una alegría contagiosa, una alegría que superaba también tantas dificultades de su vida».22 Decía que él intentaba retribuir el amor de Jesús que recibía en la comunión, visitando y ayudando a los pobres.

      61. El beato Marcel Callo era un joven francés que murió en 1945. En Austria fue encerrado en un campo de concentración donde confortaba en la fe a sus compañeros de cautiverio, en medio de duros trabajos.

      62. La joven beata Chiara Badano, que murió en 1990, «experimentó cómo el dolor puede ser transfigurado por el amor […]. La clave de su paz y alegría era la plena confianza en el Señor y la aceptación de la enfermedad como misteriosa expresión de su voluntad para su bien y el de los demás».23

      63. Que ellos y también muchos jóvenes que quizás desde el silencio y el anonimato vivieron a fondo el Evangelio, intercedan por la Iglesia, para que esté llena de jóvenes alegres, valientes y entregados que regalen al mundo nuevos testimonios de santidad.

      Capítulo Tercero

      • • •

      Ustedes Son El Ahora De Dios

      64. Después de recorrer la Palabra de Dios, no podemos decir sólo que los jóvenes son el futuro del mundo. Son el presente, lo están enriqueciendo con su aporte. Un joven ya no es un niño, está en un momento de la vida en que comienza a tomar distintas responsabilidades, participando con los adultos en el desarrollo de la familia, de la sociedad, de la Iglesia. Pero los tiempos cambian, y resuena la pregunta: ¿cómo son los jóvenes hoy, qué les pasa ahora?

      65. El Sínodo reconoció que los fieles de la Iglesia no siempre tienen la actitud de Jesús. En lugar de disponernos a escucharlos a fondo, «a veces predomina la tendencia a dar respuestas preconfeccionadas y recetas preparadas, sin dejar que las preguntas de los jóvenes se planteen con su novedad y sin aceptar su provocación».24 En cambio, cuando la Iglesia abandona esquemas rígidos y se abre a la escucha disponible y atenta de los jóvenes, esta empatía la enriquece, porque «permite que los jóvenes den su aportación a la comunidad, ayudándola a abrirse a nuevas sensibilidades y a plantearse preguntas inéditas».25

      66. Hoy los adultos corremos el riesgo de hacer un listado de calamidades, de defectos de la juventud actual. Algunos podrán aplaudirnos porque parecemos expertos en encontrar puntos negativos y peligros. ¿Pero cuál sería el resultado de esa actitud? Más y más distancia, menos cercanía, menos ayuda mutua.

      67. La clarividencia de quien ha sido llamado a ser padre, pastor o guía de los jóvenes consiste en encontrar la pequeña llama que continúa ardiendo, la caña que parece quebrarse (cf. Is 42,3), pero que sin embargo todavía no se rompe. Es la capacidad de encontrar caminos donde otros ven sólo murallas, es la habilidad de reconocer posibilidades donde otros ven solamente peligros. Así es la mirada de Dios Padre, capaz de valorar y alimentar las semillas de bien sembradas en los corazones de los jóvenes. El corazón de cada joven debe por tanto ser considerado “tierra sagrada”, portador de semillas de vida divina, ante quien debemos “descalzarnos” para poder acercarnos y profundizar en el Misterio.

      68. Podríamos intentar describir las características de los jóvenes de hoy, pero ante todo quiero recoger una advertencia de los Padres sinodales: «La composición del Sínodo ha hecho visible la presencia y la aportación de las diversas regiones del mundo, y ha puesto de relieve la belleza de ser Iglesia universal. Aun en un contexto de globalización creciente, los Padres sinodales han pedido que se destacaran las numerosas diferencias entre contextos y culturas, incluso dentro de un mismo país. Existe una pluralidad de mundos juveniles, tanto es así que en algunos países se tiende a utilizar el término “juventud” en plural. Además, la franja de edad considerada por este Sínodo (16-29 años) no representa un conjunto homogéneo, sino que está compuesta por grupos que viven situaciones peculiares».26

      69. Ya desde el punto de vista demográfico, en algunos países hay muchos jóvenes, mientras otros tienen una tasa de natalidad muy baja. Pero «otra diferencia deriva de la historia, que distingue a los países y continentes de antigua tradición cristiana, cuya cultura es portadora de una memoria que no hay que perder, respecto de los países y continentes marcados en cambio por otras tradiciones religiosas y en los que el cristianismo es una presencia minoritaria y a veces reciente. En otros territorios, además, las comunidades cristianas y los jóvenes que forman parte de ellas son objeto de persecución».27 También hay que distinguir los jóvenes «a quienes la globalización ofrece un mayor número de oportunidades, de aquellos que viven al margen de la sociedad o en el mundo rural y sufren los efectos de formas de exclusión y descarte».28

      70. Hay muchas diferencias más, que sería complejo detallar aquí. Por lo tanto, no creo conveniente detenerme a ofrecer un análisis exhaustivo sobre los jóvenes en el mundo actual, sobre cómo viven y qué les pasa. Pero como tampoco puedo dejar de mirar la realidad, recogeré brevemente algunos aportes que llegaron antes del Sínodo y otros que pude recoger durante el mismo.

      71. La juventud no es algo que se pueda analizar en abstracto. En realidad, “la juventud” no existe, existen los jóvenes con sus vidas concretas. En el mundo actual, lleno de progresos, muchas de esas vidas están expuestas al sufrimiento y a la manipulación.

      72. Los padres sinodales evidenciaron con dolor que «muchos jóvenes viven en contextos de guerra y padecen la violencia en una innumerable variedad de formas: secuestros, extorsiones, crimen organizado, trata de seres humanos, esclavitud y explotación sexual, estupros de guerra, etc. A otros jóvenes, a causa de su fe, les cuesta encontrar un lugar en sus sociedades y son víctimas de diversos tipos de persecuciones, e incluso la muerte. Son muchos los jóvenes que, por constricción o falta de alternativas, viven perpetrando delitos y violencias: niños soldados, bandas armadas y criminales, tráfico de droga, terrorismo, etc. Esta violencia trunca muchas vidas jóvenes. Abusos y adicciones, así como violencia y comportamientos negativos son algunas de las razones que llevan a los jóvenes a la cárcel, con una especial incidencia en algunos grupos étnicos y sociales».29

      73. Muchos jóvenes son ideologizados, utilizados y aprovechados como carne de cañón o como fuerza de choque para destruir, amedrentar o ridiculizar a otros. Y lo peor es que muchos son convertidos en seres individualistas, enemigos y desconfiados de todos, que así se vuelven presa fácil de ofertas deshumanizantes y de los planes destructivos que elaboran grupos políticos o poderes económicos.

      74. Todavía son «más numerosos en el mundo los jóvenes que padecen formas de marginación y exclusión social por razones religiosas, étnicas o económicas. Recordamos la difícil situación de adolescentes y jóvenes que quedan embarazadas y la plaga del aborto, así como la difusión del VIH, las varias formas de adicción (drogas, juegos de azar, pornografía, etc.) y la situación de los niños y jóvenes de la calle, que no tienen casa ni familia ni recursos económicos».30 Cuando además son mujeres, estas situaciones de marginación se vuelven doblemente dolorosas y difíciles.

      75. No seamos una Iglesia que no llora frente a estos dramas de sus hijos jóvenes. Nunca nos acostumbremos, porque quien no sabe llorar no es madre. Nosotros queremos llorar para que la sociedad también sea más madre, para que en vez de matar aprenda a parir, para que sea promesa de vida. Lloramos cuando recordamos a los jóvenes que ya han muerto por la miseria y la violencia, y le pedimos a la sociedad que aprenda a ser madre solidaria. Ese dolor no se va, camina con nosotros, porque la realidad no se puede esconder. Lo peor que podemos hacer es aplicar la receta del espíritu mundano que consiste en anestesiar a los jóvenes con otras noticias, con otras distracciones,


Скачать книгу