Altas Dosis. Jeff T. Bowles

Altas Dosis - Jeff T. Bowles


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como veremos a continuación. Al parecer, uno lo hace mal tanto de una manera como de la otra. Pero créame: cuando haya leído este libro, comprenderá que hay un nivel de vitamina D3 «adecuado» para cada persona, y las posibilidades de que su nivel sea bastante más bajo que el necesario para un estado de salud óptimo son de cien a uno. La probabilidad de que usted padezca un déficit de vitamina D3 es casi del 99 %, si no con los criterios actuales, seguramente con los futuros.

      Por lo que sabemos, nunca se ha dado un caso de toxicidad de vitamina D3 por un exceso de radiación solar. Un médico escribió en su página web:

      «Los reparos por cuestiones de salud se basan en unos pocos casos antiguos de toxicidad de la vitamina D, pero en su mayor parte fueron causados por impurezas en la producción de la vitamina, la utilización de sustitutos sintéticos de la vitamina, la ingesta inintencionada de dosis extremadamente altas o en personas con hipersensibilidad a la vitamina D. Por distintas razones, el tema de la toxicidad de la vitamina D disparó una preocupación desmedida cuya verdadera magnitud no hemos reconocido hasta ahora. Echando la vista atrás, debemos admitir que la toxicidad de vitamina D es poco frecuente, y generalmente se debe a la ingesta por vía oral de dosis extremadamente altas, y nunca al efecto de la radiación solar». (Fuente: Nutrition & bone health. Vitamin D: An old bone builder takes on new importance, de la doctora Susan E. Brown).

      La importancia de la vitamina K2 (no K1)

      La nueva teoría que prevalece en la actualidad sostiene que la toxicidad de la vitamina D se debe a la disminución de vitamina K2 en el cuerpo, porque, al parecer, las dosis altas de vitamina D provocan reacciones corporales en las que se consume vitamina K2. Es posible que el 5 % de la población que reacciona negativamente a la vitamina D3 adolezca simplemente de un suministro insuficiente de vitamina K2. Por ello, llegados a este punto, quisiera resaltar un dato importante: si decide comenzar un «peligroso» experimento personal con vitamina D3, considere seriamente tomar dos o tres cápsulas diarias de suplemento de vitamina K2. Tenga en cuenta también que la vitamina K1 no es un sustituto de la vitamina K2: la primera contribuye a la coagulación de la sangre, mientras que K2 se encarga de que el calcio permanezca en sus huesos y no llegue a la sangre y a los tejidos blandos. Además, existen dos tipos de K2: MK-4, obtenida a partir de productos animales, y MK-7, a partir de bacterias. MK-7 es, supuestamente, la variante más saludable, y, como hasta la fecha no se ha encontrado ningún caso de toxicidad de K2, puede tomar tanto como quiera (con ciertas salvedades…, pero sobre esto hablaré más adelante).

      ¡Atención! He de insistir una vez más en el punto mencionado anteriormente, ya que sigo recibiendo correos electrónicos de personas que quieren tomar altas dosis de D3 sin un suministro adicional de vitamina K2: ¡no lo haga bajo ningún concepto! Consumir altas dosis de D3 sin tomar adicionalmente una cantidad suficiente de vitamina K2 sería muy poco inteligente.

      Personalmente, por cada 10 000 UI de vitamina D3, tomo una pastilla de la combinación de vitamina K denominada «Super K», de www.lef.org. Para determinar la dosis adecuada, he partido únicamente de una estimación, pero, aun así, he estado un año entero sin ningún tipo de problema. ¿Ha quedado claro? No tome altas dosis de D3 sin un suministro adicional de vitamina K2. La tableta Super K que tomo por cada 10 000 UI de vitamina D3 contiene 1000 µg de K2 de la variante MK-4 y 100 µg de K1 de la variante MK-7. Si desea saber más sobre la importancia de la vitamina K2, le recomiendo encarecidamente que lea el excelente libro Vitamin K2 and the Calcium Paradox: How a Little-Known Vitamin Could Save Your Life. Tras la lectura sabrá más sobre el tema que prácticamente cualquier médico. Esta obra realmente te abre los ojos.

      La conclusión más importante de este libro, que se me ha quedado grabada en la memoria, es la siguiente: el extendido déficit de K2 está originado por nuestra dieta moderna. Necesitamos K2 para conservar el calcio en nuestros huesos y que no llegue a la sangre y a los tejidos blandos. Una consecuencia común del déficit actual de K2 es la aparición de caries dental en los niños, que además necesitan ortodoncia con mayor frecuencia que antes. En cambio, los animales y los pueblos «no civilizados» exhiben dentaduras perfectas, no padecen caries, no se lavan los dientes y se las arreglan sin ningún tipo de ortodoncia. Los «malos dientes» se deben a que los huesos de la mandíbula son demasiado estrechos, porque no han acumulado suficiente calcio durante la crucial fase de desarrollo. Debido al déficit de K2 en nuestra dieta moderna, ¡tenemos demasiados dientes para nuestras pobres mandíbulas! En el mundo no civilizado, donde las personas ingieren suficiente K2, los dientes torcidos y las caries no son naturales ni habituales.

      La vitamina K2 puede adquirirse en muchas tiendas ecológicas y a través de internet. Yo compro mis vitaminas D3 y K2 en www.lef.org, que garantiza precios justos y la mejor calidad. Con esto no pretendo hacer publicidad de los preparados vitamínicos de este proveedor, he utilizado también los productos de otros fabricantes y he quedado igualmente satisfecho.

      ¡Nueva información! Recientemente se ha sabido que algunas personas reaccionan con mayor sensibilidad ante un exceso de vitamina K2, sobre todo ante la variante MK-7. Si se buscan en Google los términos «vitamina K2» y «taquicardia», aparecen algunos ejemplos. He reflexionado e investigado sobre este problema hasta que he comprendido que los síntomas de un exceso de vitamina K2 son los mismos que los de un déficit de calcio. Al parecer, en algunas personas, la ingesta de grandes cantidades de vitamina K2 tiene el efecto de sustraer demasiado calcio de la sangre y los tejidos blandos, provocando los síntomas de una deficiencia de calcio; por ejemplo, palpitaciones cardíacas y fuertes fluctuaciones de la presión sanguínea. Piense, por tanto, en este posible efecto secundario y, en caso de sufrir los problemas mencionados, limite su consumo de K2 o pásese a la variante MK-4. No obstante, solo uno de cada cien «sujetos de ensayo» se ha quejado de este efecto de la vitamina K2, y este hombre tomaba 25 mg (25 000 µg) diarios, mientras que yo nunca he consumido más de 10 000 µg diarios para una dosis de 100 000 UI de D3.

      Toxicidad

      Como información adicional para mis estimados lectores, cito a continuación un resumen, encontrado en PubMed, de un trabajo científico en el que se explica una posible relación entre la toxicidad de la vitamina D y el déficit de vitamina K. No obstante, debo aclarar que el autor de las siguientes líneas no hace distinción entre vitamina K1 y K2. A través de investigaciones posteriores he averiguado que es el déficit de K2, causado por altas dosis de D3, el que produce los peligrosos efectos descritos.

      Fuente: Vitamin D toxicity redefined: Vitamin K and the molecular mechanism [Una nueva definición de la toxicidad de la vitamina D: vitamina K y el mecanismo molecular]. Masterjohn, C., Weston A. Price Foundation, 4200 Wisconsin Ave., NW, Washington, DC 20016, United States. [email protected]. Med Hypotheses, 2007; 68 (5):1026–34. Epub Dez. 2006

      Descripción corta

      «La dosis óptima de vitamina D recomendada con fines terapéuticos por algunos investigadores es el doble de la dosis reconocida oficialmente como segura. Por lo tanto, debemos determinar el mecanismo exacto que provoca la toxicidad de altas dosis de vitamina D para que los médicos y otras personas implicadas en sanidad puedan valorar el uso terapéutico de esta vitamina y conocer su dosificación óptima sin riesgo de efectos negativos. La explicación habitual de la toxicidad afirma que altas dosis de vitamina D provocan hipercalcemia, pero en experimentos con animales se ha demostrado que las consecuencias tóxicas de la hipervitaminosis D —como anorexia, letargia, problemas de crecimiento, resorción ósea, calcificación de los tejidos blandos y muerte— pueden


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