Leer, Pensar, Saber. Juan Estrada Segura

Leer, Pensar, Saber - Juan Estrada Segura


Скачать книгу
con los problemas de su tiempo, por su acción en el barrio suburbial de Madrid El Pozo del Tío Raimundo y por su militancia comunista. A mí, su caso, me parece una contradicción y un sinsentido absolutos. ¿Cómo se puede ser sacerdote católico y comunista? Todo católico se asienta en su fe, que implica necesariamente la admisión de una realidad diferente de la material, una realidad espiritual, superior, eterna. Este es el ámbito del alma, de Dios, de la vida eterna, etc. El comunismo tiene como fundamento ideológico el marxismo, que es una filosofía esencialmente materialista. Para ella, lo mental, lo espiritual, lo cultural no son sino meros epifenómenos de lo material, una manifestación o apariencia de la única realidad: la materia. ¿De qué modo se pueden cohonestar ambas concepciones del mundo? A mi entender, de ninguno. Un cura comunista es, en pura teoría, tan posible como un círculo cuadrado.

      Admito y respeto la buena intención del fallecido. Pero ello no hace sino confirmarme en la convicción de que en nuestro mundo, y en gran parte de la Iglesia, reinan el despiste y la desorientación. En la Iglesia, en general, y en la Compañía de Jesús, en particular. Repito lo dicho anteriormente: si el padre Llanos quería dedicar su vida a los pobres a través de su militancia comunista, lo propio es que se hubiese salido de la Iglesia (y no sólo del sacerdocio). Por otra parte, su biografía parece indicar que para luchar a favor de los desposeídos, es necesaria la militancia en el partido comunista. Esto no sólo no es así sino que es aproximadamente lo contrario. La Historia reciente lo ha demostrado plenamente. El problema de la pobreza, como todos los problemas humanos, hay que resolverlos con la razón y buena voluntad, instrumentos ambos específicamente humanos, dejando al margen creencias, cristianas o marxistas. El problema de la pobreza, pues, han de resolverlo políticos inteligentes, enérgicos y honestos.

       1.04. La “comodidad” de la religión

      El problema de la religión (¿El problema de Dios?) es que anula al hombre. El creyente tiene todos los problemas básicos resueltos: sabe quién lo creó y por qué está en el mundo, cuál es el sentido de su existencia, la muerte no es para él, no digo un misterio, ni un problema: es sencillamente el tránsito hacia otra vida mejor, sabe lo que debe hacer y lo que debe evitar. De la misma manera que un punto en un plano queda perfectamente definido por sus coordenadas, el hombre, en esta especie de plano cartesiano que es la religión, está vitalmente ubicado. La práctica de los deberes religiosos puede ser dura, puede exigir abnegación e incluso sacrificio. Pero ¡qué supone todo ello con respecto a la enorme tranquilidad que le da tener respuesta a los problemas capitales de la existencia!

      Además, el cañamazo de su existencia le es dado totalmente; él sólo tiene que implementarlo. Es como los dibujos que utilizan los párvulos en el colegio: ya están hechos en el papel; ellos sólo tienen que colorearlos. Pero aunque se salgan de la línea, si es sin mala intención, la maestra no les riñe.

      Por eso han dicho tantos que la religión y la filosofía son incompatibles. Creo que es verdad. El filósofo es el aventurero del pensamiento y el funámbulo de la acción. En su aventura intelectual, parte de cero. Su investigación es radical, en nada se apoya. Así, emprende su camino sin conocer la meta ni las rutas que a ella le llevarán. Sólo aspira a conocer lo que es o, lo que es peor, ¡a saber si hay algo que saber! Su aventura es a campo abierto, sin brújula, sin estrellas que lo guíen. Avanza impulsado solamente por una cierta fuerza interior irresistible. Eso es todo. En cuanto a su conducta, no hay reglas, normas, consejos o directores espirituales. Él solo es el artífice de su propia vida. Sólo tiene “el amigo que siempre va en él”, que dice Antonio Machado; es decir, su capacidad reflexiva, su inteligencia, su temple, su ánimo, su yo… él mismo, solo.

      Las ventajas del hombre religioso con respecto al que no lo es son enormes. Es la ventaja del buen burgués, arrellanado en su cálido sillón, al calor del hogar, en relación con el aventurero, que camina en medio de la ventisca de nieve por el campo inhóspito, negro como la boca de un lobo y sin nada que le sirva para orientarse porque, a lo peor, no hay nada donde guarecerse.

      ¿Qué ser: burgués o aventurero? Hay quien decide pronto y sin dudar. Otros, entre los que me encuentro, nos sentimos dubitativos y, por tanto, interiormente desgarrados.

      2.05. Meditación

      Centro de una gran ciudad. Hacia las dos de la tarde: ruido ensordecedor, tráfico infernal, multitud de gente, luz cegadora, quizá, obras en las aceras, autobuses monstruosos en el asfalto, manadas de turistas por doquier… “En esta situación es imposible creer en Dios”, dije para mis adentros. Mentalmente me sonreí de mi propia boutade, que me salió espontánea, impremeditadamente. Luego, al volver sobre ello, vi que ahí había algo de lógica. En Dios, o en lo santo o en lo trascendente sólo es posible pensar o sentir –vivenciar-, en unas circunstancias calmas, que propicien el recogimiento y la introspección –in interiore anima habitat veritas-, como es la soledad de la naturaleza o, mejor aún, la quietud y el silencio de un templo. Así que no es, me parece, un completo absurdo pensar en que en medio de un caos de ruido y de tráfago es imposible creer en Dios.

       1.06. Búsqueda

      ¿Qué tengo yo que mi amistad procuras?

      ¿Por qué te complaces en ocultar tu rostro?

      ¿Juegas conmigo? ¿Te diviertes? ¿Acaso has trocado tu amor por la burla cruel y maligna?

      Apareces y desapareces.

      Buscarte es como si estuviera girando vertiginosamente en torno a Ti para enfrentar tu cara.

      Pero, Señor, este juego dura ya demasiado tiempo: sesenta años.

      A veces me arrebataste y me enseñaste tus tremendos secretos: entonces me transfiguraste y me hiciste ser otro.

      Pero otra veces –muy frecuentes- tu silencio retumba en los oídos de mi alma, y me ensordeces y me aíslas y me aturdes.

      No juegues más conmigo, Señor. Te lo ruego. No te burles de mí, no te escondas. Muéstrate para que yo sea.

      Pero te digo:

      Caminaré en tu búsqueda hasta gastar la carne los huesos y los tendones de mis pies.

      Gritaré por Ti hasta quedar sin voz.

      Golpearé tu puerta hasta que desaparezcan mis manos y en su lugar queden muñones sanguinolentos.

      Y esto lo haré hasta setenta veces siete.

      Pero temo Señor que permanezcas en tu silencio estruendoso.

      Y –aunque lo merezco por ser como soy- es decir: por ser

      Creo que llegaré a enloquecer.

      Te reprocharé tu silencio, tu terrible silencio de vacío total.

      Y yo, por fin, me sumergiré en el abismo oscuro y pleno del No Ser, de donde salí.

      Y descansaré.

       1.07. Humanismo, Teísmo

      Entiendo por humanismo la posición teórico y práctica consistente en fundamentar todo lo significativo de la realidad en el hombre. El hombre es el eje del hombre; es decir, el hombre gira sobre sí mismo. El hombre se hace a sí mismo, tanto individual como colectivamente. El hombre es libre, responsable, autónomo, lo único digno y con sentido; es, por tanto, también donador de sentido. El hombre, entendido como fundamento fundante de la realidad fundamental, generaría un “humanismo racional, laico y hedonista” (5) Entiendo por teísmo aquella posición también teórico y práctica que afirma la realidad de Dios, como lo Otro, absolutamente diferente de las cosas, de los entes. El hombre, ante Dios, se despliega en las dos dimensiones mencionadas: teóricamente, reconociendo su existencia; y prácticamente –y ésta tiene primacía sobre aquélla, ya que es su conditio sine que non- por medio de una sumisión a Él total y absoluta. El hombre es nada ante Dios y por ello (en la medida de lo posible) lo racional consiste en la irracionalidad. Es decir, lo racional es alejar toda pretensión de entronizar al hombre y su razón y, por el contrario, abandonarse a Dios. El hombre es nada. Dios es todo. Dios es, el hombre no es. La sabiduría es


Скачать книгу