Vardo. Kiran Millwood Hargrave

Vardo - Kiran Millwood Hargrave


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href="#u735f7966-82ad-57bf-a1a7-d36d20dc01f5">Capítulo 33

       Capítulo 34

       Capítulo 35

       Capítulo 36

       Capítulo 37

       Capítulo 38

       Capítulo 39

       Capítulo 40

       Nota histórica

       Agradecimientos

       Sobre la autora

      Vardø. La isla de las mujeres

       Un hermoso canto al poder de las mujeres, basado en hechos reales

      Nochebuena de 1617. Una tempestad se desata sobre la isla noruega de Vardø cuando los hombres de una pequeña aldea están en el mar pescando. Todos mueren. A partir de ese instante, Vardø se convierte en una isla de mujeres, entre ellas, Maren, que debe hacer frente a la muerte de su padre, su hermano y su prometido. Las mujeres de la isla tratan de hacer todo lo posible por salir adelante, pero, pronto, las noticias llegan a las autoridades.

      Dieciocho meses más tarde, una siniestra figura arriba a la isla desde Escocia para poner fin al anómalo gobierno de las mujeres: el comisario Absalom Cornet. Con él, viaja su joven esposa, Ursa, que ve en Maren algo que nunca ha conocido: una mujer independiente. Entre ambas surgirá una relación que lo cambiará todo. Pero, para Absalom, Vardø es el hogar de un mal terrible y oscuro, uno que debe erradicar a toda costa.

      Escrita con delicadeza y gran lirismo, Vardø es una novela atmosférica que nos habla de la verdadera naturaleza del amor y del mal, y del poder de las mujeres y la razón en un momento más necesario que nunca.

      Para los lectores que disfrutaron con Circe y El cuento de la criada

      «Vardø me ha dejado sin aliento. Un bello retrato de una comunidad, un paisaje y una relación. Kiran ha creado, con maestría, una atmósfera increíblemente claustrofóbica, íntima y delicada.»

       Tracy Chevalier, autora de La joven de la perla

      «Una novela apasionante, hermosa e inquietante.»

       Madeline Miller, autora de Circe

      «Vardø es una obra maestra. Un relato exquisito sobre sororidad, amor y valentía […]. Me ha enfurecido, me ha hecho reír y llorar. No puedo recomendarla lo suficiente.»

       Elizabeth Macneal, autora de El taller de muñecas

      «Una de las mejores novelas que he leído en años. Además de estar bellamente escrita, llega en un momento muy oportuno.»

       Emily Barton, New York Times Book Review

       Para mi madre, Andrea, y para todas las mujeres que me educaron (y lo siguen haciendo)

      POR ORDEN DEL REY

      Cualquier hechicero, u hombre fiel, que sacrifique

      a Dios, su santa Palabra y al cristianismo,

      y se consagre a sí mismo al diablo,

      será arrojado al fuego e incinerado.

      decreto sobre brujería de Dinamarca y Noruega de 1617, promulgado en Finnmark en 1620

La tormenta

      Vardø (Finnmark), noreste de Noruega, 1617

      La noche anterior, Maren soñó que una ballena encallaba en las rocas que había delante de su casa.

      Bajó por el acantilado hasta el convulso cuerpo y lo miró directamente al ojo mientras envolvía con los brazos la gigantesca mole. Era lo único que podía hacer.

      Los hombres bajaron a toda prisa por la roca negra como insectos oscuros, veloces y brillantes, armados con espadas y guadañas. Las hojas empezaron a oscilar y cortar antes de que la ballena hubiera muerto. Se sacudía enloquecida mientras, con mirada severa, la sujetaban con la misma fiereza con que una red atrapa un banco de peces. Sin embargo, Maren continuó aferrada a ella, con los brazos tan extendidos y firmes que no se soltaron ni un instante, hasta que no estuvo segura de si la consideraría un consuelo o una amenaza; pero no le importó y siguió mirándola fijamente al ojo, sin parpadear.

      Al final, se quedó quieta y su aliento se evaporó mientras la rajaban y troceaban. Olió el aceite que se quemaba en las lámparas antes de que el animal dejase de moverse del todo, mucho antes de que el brillo de su ojo se desvaneciera hasta enturbiarse.

      Se hundió entre las rocas hasta llegar al fondo del mar. Era una noche oscura y sin luna; solo las estrellas alteraban la superficie. Se ahogó y despertó entre jadeos, con humo en las fosas nasales y en el fondo de la garganta. El sabor de la grasa quemada se le había quedado pegado bajo la lengua y no conseguía deshacerse de él.

      Capítulo 1

      La tormenta llegó en un abrir y cerrar de ojos. Es lo que dirían en los meses y años venideros, cuando ya no les provocase picor en los ojos ni un nudo en la garganta. Cuando por fin formara parte de las historias. Incluso entonces, era imposible de describir. Hay ocasiones en que las palabras no son suficiente y hablan de formas demasiado simples y descuidadas, pero lo que Maren vio no tuvo nada de sencillo ni elegante.

      Aquella tarde, tiene extendida sobre el regazo su mejor vela, como si fuera una manta. Mamá y Diinna la sujetan por las otras esquinas. Sus dedos, más pequeños y precisos, zurcen con puntadas más pequeñas y precisas los desgarros causados por el viento mientras ella remienda los agujeros que han provocado las encapilladuras del mástil.

      Junto al fuego, hay una pila de brezos blancos secándose que su hermano Erik ha cortado y traído del monte en el continente. Mañana, su madre le dará tres ramilletes para la almohada. Ella los despedazará y los usará para rellenar la funda, mezclados con la tierra y demás. El dulce aroma resultará casi nauseabundo después de meses oliendo a sueño rancio y cabellos sin lavar. Se la llevará a la boca, la morderá y gritará hasta que sus pulmones se empapen del dulce y acre sabor de la tierra.

      Entonces, algo le llama la atención y mira hacia la ventana. Un pájaro, oscuro contra la oscuridad, ¿y un ruido? Se levanta para acercarse y ver mejor. La bahía gris, estática, y más allá, mar abierto. Las olas rompen como si fueran de cristal. Los barcos se advierten gracias a las tenues luces de proas y popas, que apenas titilan.

      Imagina cuál es el barco de su padre y Erik, con su segunda mejor vela aparejada en el mástil. Visualiza las sacudidas del mar y los vaivenes de los remos, sus espaldas recortadas frente al horizonte cuando el sol se esconde. No los ve desde hace un mes y todavía falta otro para su regreso. Los hombres observarán la luz constante que emerge de las casas sin cortinas de Vardø, perdidas en su propio mar de tierra en penumbra.

      Ya


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