Shakey. Jimmy McDonough
de Los Ángeles TeenSet. El grupo, que seguía trabajando en su primer álbum, acabó por abandonar el cuatro pistas de Gold Star y se fue con los Byrds al nuevo estudio B, propiedad de Columbia, que contaba con un ocho pistas; lamentablemente, los trucos de estudio no podían restaurar la magia que no se pudo capturar en el primer momento. Entre tanto, Atlantic no paraba de presionarlos para que acabaran el disco.
Greene y Stone afirmaban que la falta de experiencia del grupo en el estudio fue uno de los principales motivos del retraso. «Llega un momento en que dices: “Ya basta”», comentaba Stone. «Habíamos pasado muchísimo tiempo en el estudio llevándolos de la manita. Perdíamos una cantidad de tiempo increíble grabando las voces una y otra vez, porque realmente el vocalista principal era Richie.»
Cuando el álbum por fin estuvo acabado, los Springfield se llevaron un disco de acetato a la casa de un colega que tenía el mejor equipo de música de la ciudad y se agruparon, ansiosos, en torno a los altavoces. «Fue un desastre», dijo Richard Davis. «En el estudio sonaba muy bien, pero era ponerle la aguja al disco y perderse todo. Todos éramos conscientes de ello; fue un momento de lo más angustioso.»
Cuando escuchamos el disco, dijimos: «Joder, esto no es lo que queríamos. Esto no es lo que hemos hecho.» La mezcla en estéreo se hizo en un día y medio, y nosotros ni siquiera estuvimos presentes.
Me sentía bastante frustrado, porque teníamos que tocar primero y después añadir las voces. Estuve presente en muchas sesiones de grabación de otros grupos para intentar comprender por qué cojones los discos de Buffalo Springfield eran tan horribles comparados con los de verdad, joder. Yo ya había hecho discos con Ray Dee que eran mejores que los primeros discos de los Springfield; puede que no lo fueran en cuanto a la calidad, porque los músicos no eran tan buenos, pero sí en cuanto al concepto de grabación. En los discos de los Springfield, ni siquiera llegamos a tocar de verdad. Cada cual grababa algo en una pista por separado, intentando ir de los putos Beatles en vez de ir de Buffalo Springfield. Nos salimos por la tangente. Ojalá hubiéramos tenido algo más claro el norte…
Mira, Ahmet Ertegun es el único que ha oído una buena grabación de Buffalo Springfield. Ahmet es el empresario de los músicos, sabe de música. Siempre decía: «Tío, este disco no es ni la mitad de bueno que las maquetas, joder». Antes del primer disco de los Springfield habíamos grabado varias maquetas, y eran la hostia. Era muy al principio y grabamos «Go and Say Goodbye», «Clancy» y «Sit Down, I Think I Love You». Ahmed escuchó aquellas maquetas y si acabamos fichando por Atlantic fue gracias a la buena impresión que le causaron. Y luego Charlie y Brian nos graban un disco que no les llegaba ni a la suela del zapato a las putas maquetas aquellas. Es que las maquetas las grabamos tal y como tocábamos; las grabamos en directo. Nos limitamos a ir al estudio, tocar y cantar; lo hicimos todo a la vez.
Aquellas maquetas eran nuestras, pero «Doc» Siegal, el ingeniero de Gold Star que grabó nuestro primer álbum, se quedó sin cobrar, así que se las llevó para fastidiar a Charlie y Brian. Total, que nos jodieron bien. Guardaba todos aquellos trastos en el garaje, y cuando murió no sabían qué hacer con ellos. Vendieron los discos de acetato a no sé qué tienda de discos, y por lo visto esa tienda se los vendió a un coleccionista de acetatos japonés y nunca hemos conseguido dar con ellos. Lo más probable es que estén cogiendo polvo en la estantería de algún japonés que se siente superorgulloso de su colección de acetatos y no tiene ni la más remota idea de lo que hay allí. Ahora no consigo encontrar a ese tipo. No sé dónde están las cintas. Qué putada.
La reunión para escuchar el acetato del primer álbum tuvo consecuencias nefastas. Al día siguiente, según Brian Stone: «los Spring-field nos llamaron y nos dijeron: “Tenemos muy malas noticias. Hay que destruir este disco. Hay que quemarlo. ¡Es una auténtica mierda!”».
A Greene y Stone les seguía tocando la fibra, casi treinta años después, que los acusaran de haberse cargado la producción del disco. «Mira, para entonces ya debíamos de haber grabado por lo menos mil discos, y estos tíos no tenían ni idea de cómo iba aquello», comentaba Stone. «Estos tíos estaban acostumbrados a tocar en directo, y pretendían reproducir ese sonido en el disco. Intentamos mejorar el sonido; nos pasamos tropecientas mil horas para mezclarlo, y los seis miembros del grupo estaban allí presentes. Creo que el disco habla por sí solo.»
Vaya si habla por sí solo; y cualquiera que se moleste en escuchar Buffalo Springfield, aunque sea someramente, podrá entender el descontento de la banda. En temas como «Pay the Price», la sección rítmica y las guitarras parecen estar a kilómetros de distancia. La grabación es tan inconsistente como chapucera, y nunca consigue sonar como un grupo de gente tocando en la misma sala. La versión mono del LP, que se dice que Stills y Young tardaron diez días en mezclar, era bastante mejor, pero pocos llegarían a escucharla.
El grupo exigió volver a grabar el disco. La respuesta de Charlie Greene fue: «Iros a tomar por culo».
Stills, que ya desde el principio había dudado de las dotes de la pareja como productores, se puso hecho una fiera. «Stephen no se cortó a la hora de enfrentarse a Greene y Stone cuando aún seguían al mando», comentaba Richard Davis. «Stills se dedicaba a insultar a Charlie y Brian, que acabaron convirtiéndose en sus enemigos; al final consiguió abrir, y puede que con razón, una brecha entre ellos y el grupo.»
»Yo me esforzaba por arreglar las cosas y le decía a Stephen: “Si te quieres pelear con estos tíos, asegúrate antes de que puedes ganar, porque tienen tu contrato”. Pero era imposible razonar con Stephen; no atendía a razones.»
Epilepsia, problemas con el grupo, líos con los mánager, arrestos… Quien quiera saber cómo se sentía Neil Young a mediados de 1966, que desempolve ese vinilo maltrecho de Buffalo Springfield y ponga «Out of My Mind».
«Tired of hangin’ on / If you missed me I’ve just gone58», canta Young acongojado, como evidencia su voz. Esta canción circular sin estribillo —con el ritmo fúnebre de la batería y la trémula Gretsch a través de un Leslie—, es un claro relato del martirio que vivía su autor. Su primer álbum ya había bastado para quitarle a Young la ilusión por ese mundillo. Como dijo Ken Viola: «Tuvo la osadía de escribir una canción sobre cómo se siente una estrella, incluso antes de convertirse en una».
El pop beatleliano de Stephen Stills dominaba la cara A de Buffalo Springfield, publicado finalmente en noviembre de 1966, pero el material más original del disco pertenecía a Neil Young. «Burned» supuso su primera incursión vocal en el grupo. Según escribió Young en las notas de su antología Decade: «Estos tíos me dieron anfetas para que cantara con más brío. Puede que lo notéis». Furay interpretaba tres de los temas de Young, Neil solo dos, pero la calidad y el alcance de sus canciones prometían: «Out of My Mind», «Nowadays Clancy Can’t Even Sing», «Do I Have to Come Right Out and Say It?» y la magnífica «Flying on the Ground Is Wrong», que posiblemente sea el tema de mayor sofisticación compositiva del disco.59
A pesar de los recelos del grupo en cuanto a la producción, Buffalo Springfield contribuyó a ampliar su séquito de fans más allá de Los Ángeles y en la prensa musical emergente, donde Paul Williams, de Crawdaddy!, y Judith Sims, de TeenSet, se encargaron de correr la voz. Ken Viola estaba obsesionado con TeenSet. «Me plantaba en el quiosco a las seis de la mañana a esperar a que desataran aquellos fajos de revistas para poder agenciarme el último número y leer las novedades de los Springfield.»
Ken Viola recuerda el primer atisbo del que sería su nuevo consejero espiritual. Con tan solo quince años, estando un buen día en casa, en Nueva Jersey, encendió el televisor y «aparece un tío vestido con el uniforme del Ejército Confederado, que para mí fue toda una declaración de principios, en plan: “Fuera lo viejo, viva lo nuevo”. Fue muy heavy». El tío era Neil Young; el grupo, Buffalo Springfield, y Viola salió pitando a comprarse su primer álbum.
«Es algo muy extraño, porque, si hago memoria, puedo recordar exactamente aquel día y lo que sentí cuando se produjo aquella conexión. Tenía la rara costumbre de poner los discos por la cara B, así que lo primero que oí fue un tema de Neil Young, “Flying