Gente de tango. Carlos Federico Torres
grabaciones entre los años 1970 y 1972, dejando recordadas versiones de los tangos El milagro, Usura, Escúchame Manon, Recién, Te doy un beso y me voy, el hermoso tema de Roberto Grela y Víctor Lammana Viejo baldío y Desde el tablón, un recordado tango de estirpe futbolera, con música de Osvaldo Avena y letra de Héctor Negro, entre otros.
Como compositor, Domínguez ha dejado muy buenos temas cantables, además del instrumental Ahí va la yapa, grabado por la orquesta de Florindo Sassone el 12 de febrero de 1952 con la participación del propio Domínguez en la fila de bandoneones.
Entre los temas con letra a los que se hiciera mención en el párrafo anterior se encuentra el muy difundido Fatal y tanguera, con letra de Aldo Quierolo, grabado, entre otros por Juan D’ Arienzo, con la voz de Armando Laborde, por Alberto Gómez con acompañamiento de guitarras y por el propio Domínguez cuando formaba rubro acompañando a Roberto Chanel.
También le pertenecen Santa mía, Como tú, Llámame y Firuletear de bandoneón, todos con versos del letrista uruguayo José Rótulo.
Santa mía, bella melodía que sin dudas no ha tenido la difusión que el tema merece, y Como tú fueron registrados para el sello rca Victor por la orquesta de Francini y Pontier en la etapa en la que Domínguez era bandoneonista de la agrupación; Llámame lo fue por Osvaldo Pugliese con Alberto Morán, para el sello Odeon, el 24 de noviembre de 1950, y Firuletear de bandoneón fue editado por Pedro Laurenz con la voz de Juan Carlos Casas para el sello rca Victor el 2 de diciembre de 1942.
Domínguez falleció el 13 de septiembre de 1974, dos días antes de cumplir 56 años de edad.
105. Donato, Edgardo Felipe Saverio
Violinista, compositor y director nacido en Buenos Aires el 14 de abril de 1897.
Era hijo de un matrimonio de inmigrantes italianos, padres de nueve hijos, tres de los cuales fueron músicos profesionales: Edgardo, quien nos ocupa; Ascanio, violoncellista —como su padre— y compositor, y Osvaldo, pianista, compositor y director.
Edgardo comenzó sus estudios musicales con su progenitor, don Ernesto Donato, nacido en 1871, para proseguirlos con el maestro Camilo Giucci, del Conservatorio Franz List.
En 1908, la familia se radicó en Montevideo, dado que su padre fue contratado para dirigir una orquesta de cámara en la capital uruguaya.
En esa ciudad, Edgardo se incorporó, en el año 1918, a esa orquesta bajo la batuta de su padre, a fin de interpretar música internacional.
En el mismo año, ingresó a la orquesta de José Quevedo, bandoneonista argentino de paso por Montevideo, en la que el pianista era Enrique Delfino, por entonces también radicado en esa ciudad.
En 1919, se produjo su ingreso como violinista a la orquesta de Carlos Warren, director de la primera orquesta dedicada al jazz en el Uruguay, con la que actuaba en los cines Capitol y Trianón y en el Parque Hotel. A esa orquesta, los días jueves se incorporaba como atracción especial Eduardo Arolas.
De su paso por la orquesta de Warren, data su vinculación con el violinista oriental Roberto Zerrillo, con quien años después compartiría la dirección de la orquesta Donato–Zerrillo, como se verá en la continuidad de este relato.
A la formación de Warren pertenecía aún, cuando en 1922 escribió su primer tango, Julián, dedicado al baterista Julián González, al que a su pedido, le puso letra José Luis Panizza, poeta de inspiración campesina que entonces colaboraba en la revista El Fogón.
Este tema fue estrenado por Iris Marga en la revista ¿Quién dijo miedo?, representada en el teatro Maipo por la compañía de Roberto Cayol y luego grabado por Osvaldo Fresedo con su orquesta, en el año 1924 y en dos oportunidades por Rosita Quiroga. La primera en el mismo año que Fresedo y la segunda, en 1926. Fue precisamente con esta última intérprete con la que la referida pieza musical alcanzó su mayor éxito y reconocimiento popular.
En 1923, compuso el muy exitoso tango Muchacho, con versos de Celedonio Flores, popularizado también por Rosita Quiroga, quien lo grabó en septiembre de 1925.
A este tema, le siguió otro que alcanzó fama mundial, A media luz, con letra del diplomático uruguayo Carlos César Lenzi, del que existen cientos de grabaciones.
Este célebre tango fue concebido por Donato en el trayecto de un viaje en tranvía a su domicilio en Pocitos y fue dado a conocer por la vedette Nancy Clory en el teatro Catalunya de Montevideo, intercalado en uno de los cuadros de la pieza Su Majestad, la revista.
De inmediato, se sucedieron las grabaciones instrumentales de Firpo y Canaro, como asimismo la versión en solo de bandoneón de Minotto di Cicco, hasta que en 1926 Carlos Gardel, acompañado por las guitarras de Ricardo y de Barbieri, realizó la grabación que lanzó definitivamente a la fama a A media luz.
Donato permaneció con intermitencias en la orquesta de Warren hasta 1925, realizando también por entonces algunas actuaciones esporádicas en la orquesta del violinista José Pécora, luego integrante de la primera formación del sexteto de Carlos Di Sarli, cuando la agrupación de Pécora ampliaba el personal estable de músicos para actuar en los bailes del club Uruguayo, en la primera mitad de la década del 20.
Su última actuación en Montevideo fue en radio Paradizábal y a su retorno a Buenos Aires, se alistó como segundo violín en la orquesta de Adolfo Carabelli para actuar en el cine Ópera.
Por el mismo tiempo, los tres hermanos Donato dirigían un pequeño conjunto con sus respectivos instrumentos y que se completaba con batería, saxo y bandoneón.
Luego, Edgardo ingresó a la formación del violinista Roberto Ciro, la que se presentaba en el cine Select Buen Orden, actuando también a dúo con el pianista Luis Stellman en el cabaret Chantecler.
En 1925, debutó en las emisoras de Buenos Aires presentándose en radio Cultura.
Al año siguiente, otro de sus tangos, en este caso tbc, ganó fama a través de la grabación que de él hizo la orquesta Francisco Canaro. Más adelante, en los años cuarenta y cincuenta fue llevado al disco por varias agrupaciones más.
En 1927, Donato formó rubro orquestal con su viejo amigo de los tiempos en la orquesta de Carlos Warren en Montevideo, el también violinista Roberto Zerrillo, orquesta con la que debutaron en el café Avenida, el día 14 de julio de ese año.
Formaban el conjunto como violinistas los dos directores y Armando Julio piovani; los bandoneonistas Héctor María Artola
— quien al ausentarse a Europa fue reemplazado poco después por Juan Spera—, Juan Turtoriello y Héctor Gentile —quien con sólo dieciséis años asumió la responsabilidad de desempeñarse como primer bandoneón—; el pianista Osvaldo Donato, el contrabajista Armando Bancalá y el cellista Ascanio Donato, siendo la inclusión de este último instrumento muy poco habitual por entonces en las formaciones tangueras.
Luego de la actuación en el café Avenida en agosto de 1927, se trasladaron a Montevideo, presentándose en el teatro Solís, en el Royal Pigall, en el Chantecler de esa ciudad y finalmente en el hotel Carrasco. De retorno en Buenos Aires, actuaron en el cine Select Lavalle, en el que debutaron el 21 de marzo de 1928 bajo el rótulo de Típica Criolla
Donato–Zerrillo, Los 9 ases del Tango.
Ese mismo año, actuaron en los teatros Smart y Nacional y en radio loy, y en el mes de septiembre apareció el primer disco, editado por el sello Brunswick, contando con la voz de Luis Díaz, incorporado al conjunto muy poco antes de esas grabaciones.
Los temas incluidos eran Se va la vida, de ambos directores con letra de Luis Mario (seudónimo de la autora María Luisa Carnelli) y No me engañes por favor, del bandoneonista Turtoriello, integrante de la agrupación. El primero de los tangos mencionados fue luego también un gran éxito en las voces de Azucena Maizani y de Agustín Magaldi. El 1º de marzo de 1929, debutaron en el teatro Artigas de Montevideo, acompañando a Azucena Maizani, y a fines de ese año e inicios del siguiente animaron los bailes en el teatro San Martín.
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