Registro de La Habitada. Andrea Crespo Granda
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La muchacha N º 1 presenta los siguientes enunciados a la culebra:
La muchacha Nº 2 presenta los siguientes enunciados a la culebra:
La muchacha Nº 3 presenta los siguientes enunciados a la culebra goteante:
FRUTOS OBLICUOS (lo que nutre la boca)
Monólogo de Muchacha 1 (Esc. 2 Exterior atardecer/ con Seriedad e Histeria)
Monólogo de Muchacha 2 (Esc. 3 Interior/ con Cinismo)
Monólogo de Muchacha 3 (Esc. 4 Exterior en el mar/ con-pasión)
Monólogo de Muchacha 1 (Esc. 2 Exterior atardecer. con Seriedad e Histeria)
AFORISMOS DE RANURAS (escritos de lo que guarda la boca)
4-5-6
7-8-9
10-11-12
13-14-15
16-17-18
19-20-21
22-23
24-25-26
NIÑAS DE ALMENDRA (Un himno innoble en la noche de los bailes dictado por L.A.S.)
HABITACIÓN DE LA MUCHACHA (el azul de las grietas)
PANTEONES DE EQUINOCCIO (la guarida de la boca)
Muchacha Nº 1 Lunes a las 15h00
Muchacha Nº3 Lunes, un poco más allá de las 15h00
Muchacha Nº1 A las 16h00 – 5 mnt
Muchacha Nº 2 Lunes, a las 16h06
PARTE C
LA HABITADA
Muchacha:
miro los cuerpos en su desborde natural de
insinuaciones. Extremidades
blandas que transitan en el humor de luces y
diafragmas.- órganos
fundamentales que no requieren oblicua saña, cazadores del polvo y la duna; del instrumento del
músculo.
Cuerpos con tickets y naftalina asegurando venturas
de segundos en donde
brota un rosetón de sangre con dentadura de cal
bajo los arbustos,
cuerpos de niñas adiestradas en la confesión del
espéculo por la premura del pulgar.
Opuesta es la capacidad del gen en abrir la mano con [fortaleza de trillones de años tecnificando el amor
en confites y telenovelas,
en frutos y cadáveres de peregrinaciones.
Una hilera de recipientes que contienen la mordida, los diminutos trozos del estómago segmentado en la fragua del estiaje.
Unto mi abdomen con trémulo ardor de un hombre-ojo que masculla kilogramos de hiatos.
¿saben las sombras del amuleto de la luz?
Recipientes blancos y neones con partes de mi píloro incendiado
Ardían mis manos esa tarde,
he quemado las sienes de profetas
he quemado los recordatorios.
26 de mayo
no fue cierto que eran mejores los años suaves, los
novísimos inicios de conciencia en los azulejos:
llenar las manos con diligencias, aprisionar el vidrio
humeante de raíces para que esta sustancia de cromosomas alcance el punto del fulgor.
Trinar en la mancha de baldosas, en la espera de una
tintura que acomoda la limerencia.
En el abdomen las esporas hierven, pues no era
cierto que fueron buenos los años azules.
he de empezar este recuento de fricciones concediendo a la piel la dicha del surco *he de confesar a las rosas de la espalda y modular un filtro en el iris de los paraderos*