Justificación. N.T. Wright

Justificación - N.T. Wright


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ordinaria” de muchos textos paulinos, y quienes, no por amor a la novedad (de lo cual Piper también me acusa;5 ¡si tan solo supiera!), sino por un hambre genuina de profundidad espiritual y teológica, se aferran como un salvavidas a las perspectivas que he tratado de ofrecer. Piper sin duda diría que esa pobre gente está tristemente engañada, pero el punto es este: no hay “lectura ordinaria” neutral. Lo que le parece “ordinario” a una persona, puede parecerles extraordinario a los demás. Hay lecturas que han surgido en varias tradiciones, y todas necesitan ser probadas histórica, exegética y teológicamente. Como ya he sostenido antes y espero mostrar aquí una vez más, muchas de las supuestas “lecturas ordinarias” en las tradiciones protestantes occidentales simplemente no le han prestado atención a lo que Pablo realmente escribió.

      Por lo tanto, las reglas de participación en cualquier debate sobre Pablo deben ser: exégesis, con todas las herramientas históricas a disposición; no dominar ni exprimir el texto hasta dejarlo sin la forma que asume naturalmente, sino más bien apoyar e iluminarlo como un texto delicado, una lectura sensible a los argumentos, a los matices. Una de las primeras conclusiones a las que llegué en las etapas iniciales de mi tesis doctoral sobre Romanos, al luchar contra los comentarios de los años cincuenta y sesenta, así como contra las grandes tradiciones (que respeté entonces y aún respeto) de Lutero y Calvino, fue que, cuando te escuchas decir: “Lo que Pablo realmente estaba tratando de decir era...” y entonces propones una oración que solo corresponde tangencialmente a lo que Pablo escribió, es hora de pensar de nuevo. Sin embargo, cuando trabajas de aquí para allá, de un lado a otro, investigando un término técnico clave aquí, explorando un relato rector más amplio allí, preguntando por qué Pablo usó esta palabra de conexión particular entre estas dos oraciones, o esa cita bíblica particular en este punto del argumento, y finalmente sientes que puedes decir: “Quédate ahí; mira las cosas desde este ángulo; ten en cuenta este gran tema bíblico, y luego verás que Pablo ha dicho exactamente lo que dijo, ni más ni menos”, entonces sabes que estás bien parado. Incluso si —¡especialmente!— resulta que Pablo no dice lo que siempre pensamos que había dicho o que no es exactamente lo que nuestra tradición o nuestro sermón favorito esperaba que dijera al respecto.

      El que estoy haciendo es un reclamo de calibre; y lo he hecho, renglón por renglón y en relación con Romanos, en mi comentario mayor, que reproduce la NVI y la versión en boga y luego comenta el texto griego competente a las dos traducciones. Sí, la RSV gozaba de mayor acogida y a veces también decepciona, pero en ninguna parte tanto como la NVI. Y sí, la NVI ha pasado ya por nuevas adaptaciones en las que, al menos algunas de sus peores características, creo yo, se han modificado, pero ya son muchos los que, tras haberse cambiado a la NVI, están ahora atrapados, leyendo Romanos 3: 21-26 así:

      Pero ahora, sin la mediación de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios... Esta justicia de Dios llega mediante la fe en Jesucristo a todos los que creen... [Dios] lo ofreció... para así demostrar su justicia. anteriormente, en su paciencia, Dios había pasado por alto los pecados; pero en el tiempo presente ha ofrecido a Jesucristo para manifestar su justicia. De este modo Dios es justo y, a la vez, el que justifica a los que tienen fe en Jesús.

      En otras palabras, “la justicia de Dios” en 3: 21 solo puede significar “el estatus de ser declarados justos que les llega a las personas de parte de Dios”, mientras que su término equivalente en 3: 25 y 3: 26, claramente se refiere a la propia rectitud de Dios —por lo cual, presumiblemente, la NVI lo tradujo como “justicia” para que el lector no se diera cuenta del engaño. En el siguiente párrafo, ocurre una falla de traducción similar, a la que volveremos nuevamente. En 3: 29, Pablo plantea la pregunta: “¿Es acaso Dios solo el Dios de los judíos?” con el monosílabo ē, normalmente traducida o: “¿O es Dios solamente el Dios de los judíos?”. En otras palabras, si la declaración de 3: 28 fuera a cuestionarse, parecería que Dios fuera solamente el Dios de los judíos; pero la NVI, firme en la tradición que no ve una conexión orgánica entre la justificación por la fe, por un lado, y la inclusión de gentiles dentro del pueblo de Dios, por el otro, se resiste a esa clara implicación al omitir la palabra de manera absoluta. No más que una brisa en un viento tempestuoso. Y, aquellos a quienes el viento ha arrastrado, bien pueden llegar a olvidar que están leyendo una traducción visible y demostrablemente defectuosa, y creen que eso es exactamente lo que dijo Pablo.

      Por supuesto, una lectura más atenta al mundo en el que el apóstol vivió y pensó se habría percatado inmediatamente de las conexiones y significados. Pero, para ir más lejos con esto, necesitamos otro capítulo.

      1 A esa altura de su discusión (p. 60) él indica que yo, además, echo por la borda la comprensión “ortodoxa”; esto es, Ortodoxa Oriental, lo que no deja de ser curioso, por cuanto la Iglesia Ortodoxa no tiene una teología especial de la justificación. Los debates relevantes se han desarrollado en occidente, siguiendo a Agustín. Ver Bray, en Packer et al., 1986; y McGrath, 1986: 3s.

      2 Ver también Bird, 2007: 70; 87.

      3 Whiston s. f.; Edersheim, 1883. De esos dos trabajos se hicieron varias ediciones. Las aquí citadas son de las que dispongo.

      4 Piper, 2007: 36, n. 5

      5 Piper, 2007: 37.

      6 Piper, 2007: 25 n. 3, citando a Scott Mnetsch.

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