La horrible noche - El conflicto armado colombiano en perspectiva histórica. Forrest Hylton
NY: Sunyp, 2002), 157-71.
17. Un número importante de trabajos de ciencias sociales e historia no se citan más abajo. No pretendo ser exhaustivo; debido a que mi trabajo es esencialmente interpretativo, cito solo trabajos que utilice. A aquellos no-especialistas que estén interesados en leer más les recomiendo consultar los ensayos bibliográficos incluidos en David Bushnell, The Making of Modern Colombia: A Nation in Spite of Itself (Berkeley: UCP, 1993); Frank Safford y Marco Palacios, Colombia: Divided Land, Fragmented Society (Londres: OUP, 2001); y Ricardo Peñaranda, “The War on Paper: A Balance Sheet on Works Published in the 1990s”, en Charles Bergquist et al., eds., Violence in Colombia 1990-2000 (Wilmington, DE: Scholarly Resources, 2001), 179-94.
18. Gonzalo Sánchez, “Guerra prolongada y negociaciones inciertas en Colombia”, en Gonzalo Sánchez y Eric Lair, eds., Violencias y estrategias colectivas en la región Andina (Bogotá: Norma, 2004), 19.
19. La caracterización del conflicto es el tema del debate en curso. Seguí a tres estudiosos de la vida rural colombiana: William Ramírez Tobón, “¿Guerra civil en Colombia?”, Análisis Político 46 (mayo-agosto 2002), 151-63; Darío Fajardo, “La internacionalización de la guerra”, en Jairo Estrada Álvarez, comp., El Plan Colombia y la intensificación de la guerra: aspectos globales y locales (Bogotá: UN, 2002), 71; Alfredo Molano, “¿Neutralidad?”, El Espectador, 8 de mayo de 2005. Ver también Alfredo Rángel, “Guerra civil de baja intensidad”, El Tiempo, 23 de mayo de 2005.
20. Fernand Braudel, “History and the Social Sciences” (1958), en On History, trad. Sarah Matthews (Chicago: UCP, 1980), 37; Fernand Braudel, “La historia operacional: la historia y la investigación del presente” (1971), Contrahistorias 2 (marzo-agosto 2004), 29-40; Marc Bloch, The Historian’s Craft (Neva York: A. Knopf Books, 1953), 43-47; y Edward Hallett Carr, What is History? (Cambridge: CUP, 1961), 28-29, 35, 69. En Colombia, el trabajo realizado por Darío Betancourt y Marta Luz García resalta esta conexión. Ver Daniel Pécaut, “Los aportes de Darío Betancourt Echeverry”, en Gonzalo Sánchez et al., Los intelectuales y la política (Bogotá: UN, 2004), 107-19.
21. Alison Brysk, “Recovering from State Terror: The Morning After in Latin America”, Latin American Research Review, 38: 1 (febrero 2003), 239; Elizabeth Jelin, State Repression and the Labors of Memory (Minneapolis, MN: UMP, 2003), 46-49.
22. Me refiero a interpretaciones comunes que plantean una predilección por la violencia, que no está ubicada en el tiempo ni sujeta a cambios. Mientras estas interpretaciones prevalecen en las esferas políticas, otras visiones como la de Álvaro Tirado Mejía resaltan el desarrollo de instituciones educativas, cultura política y regulación de la vida privada más autoritarias bajo la Regeneración y a través de la violencia (1880-1964). Estos argumentos, por supuesto, merecen una consideración seria. Ver Fabio López de la Roche, “Cultura política de las clases dirigentes en Colombia: permanencias y rupturas”, en López de la Roche, comp., Ensayos sobre cultura política colombiana (Bogotá: CINEP, 1990), 119-20.
23. James E. Sanders, Contentious Republicans: Popular Politics, Race, and Class in Nineteenth-Century Colombia (Durham, NC: DUP, 2004), 197. Mary Roldán, Blood and Fire: la violencia in Antioquia, 1946-1953 (Durham, NC: DUP, 2002), 14. Ver también Malcolm Deas, “Algunas interrogantes sobre la relación entre las guerras civiles y la violencia”, en Gonzalo Sánchez y Ricardo Peñaranda, eds., Pasado y presente de la violencia en Colombia (Bogotá: Cerec, 1986), 41-46; y David Bushnell, “Politics and Violence in Nineteenth-Century Colombia”, en Charles Bergquist et al., eds., The Violence in Colombia: The Contemporary Crisis in Historical Perspective (Wilmington, de: Scholarly Resources, 1992), 11-30.
24. Cardoso y Faletto, Dependency and Development, 96-99; Tulio Halperín Donghi, The Contemporary History of Latin America (Durham, NC: DUP, 1992[1967]), 282, 383.
25. Ver Daniel Pécaut, Orden y violencia: Colombia, 1930-1953, vol. I (Bogotá: Siglo XXI, 1987), 18; David Bushnell, The Making of Modern Colombia, 284; Marco Palacios, Entre la legitimidad y la violencia: Colombia, 1875-1994 (Bogotá: Norma, 1995), 237.
26. Además de Antonio Gramsci, The Prison Notebooks (Nueva York: International Publishers, 1971[1929-1935]), mi comprensión de la hegemonía de la clase dominante y la fragmentación territorial se ha visto influenciada también por el libro de Antonio Gramsci, The Southern Question, presentado y traducido por Pasquale Verdicchio (West Lafayette, IN: Bordighera, Inc. 1995).
27. Siguiendo las palabras de Catherine LeGrand, Frontier Expansion and Peasant Protest in Colombia, 1850-1936 (Albuquerque, NM: UNMP, 1986), 207, uso el término “campesino” para referirme a “pequeños cultivadores rurales que dependen del trabajo familiar para producir lo que consumen. Los aparceros, arrendatarios, pequeños propietarios y pobladores de la frontera serían, de acuerdo a esta definición, llamados campesinos”. Los campesinos son forzados a pagar tributo en productos comestibles, ganado, servicios laborales y, más frecuentemente, en dinero a una gama de funcionarios e instituciones religiosas y de Estado.
28. Daniel James, Resistance and Integration: Peronism and the Argentine Working Class, 1946-1976 (Cambridge: UCP, 1988); Jeffrey Gould, To Lead as Equals: Rural Protest and Political Consciousness in Chinandega, Nicaragua, 1912-1979 (Chapel Hill, NC: UNCP, 1990); Alan Knight, “Populism and Neo-Populism in Latin America, especially Mexico”, Journal of Latin American Studies 30: Parte 2 (mayo 1998), 223-48; Alan Knight, “Revolutionary and Democratic Traditions in Latin America”, Bulletin of Latin American Research 20:2 (2001), 147-186; Robert Whitney, State and Revolution in Cuba: Mass Mobilization and Political Change, 1920-1940 (Chapel Hill, NC: UNCP, 2001); Richard L. Turits, Foundations of Despotism: Peasants, the Trujillo Regime, and Modernity in Dominican History (Durham, NC: DUP, 2004). Entre los ensayos clásicos tenemos a Ernesto Laclau, Politics and Ideology in Marxist Theory (Londres, NLB, 1982), 143-98; y Carlos Vilas, “Latin American Populism: A Structural Approach”, Science and Society 56:4 (invierno 1992-1993), 389-420.
29. Jeremy Adelman en “Andean Impasses”, New Left Review 18 (noviembre-diciembre 2002), 41-72, describe a Perú y Venezuela como carentes de tradiciones populistas. Como Fernando Coronil sostiene en “Magical Illusions or Revolutionary Magic? Chávez in Historical Context”, NACLA Report on the Americas 33:6 (mayo-junio 2000), el régimen de Chávez se puede entender de mejor manera si se compara con los antecedentes históricos del populismo petrolero de la década de los setenta. A comienzos de esa década tanto el régimen de Velasco en Perú como la administración de Pérez en Venezuela eran populistas —especialmente si los comparamos con el presidente colombiano Misael Pastrana (1970-1974)—. Ver Marco Palacios, “Presencia y ausencia populista: un contrapunto colombo-venezolano”, en Análisis Político 39 (enero-abril 2000), 33-51.
30. Greg Grandin, The Last Colonial Massacre: Latin America in the Cold War (Chicago: UCP, 2004), 188.
31. Para acumulación primitiva, ver Karl Marx, Capital, vol. 1 (Nueva York: Penguin, 1992[1867]), 871-940; David