Las cadenas fisiológicas (Tomo I). Léopold Busquet

Las cadenas fisiológicas (Tomo I) - Léopold Busquet


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1986, hice un viaje de formación a los Estados Unidos de América en compañía de un grupo de osteópatas. Conocimos al Dr. Anthony Chila, en la Universidad de Athens, en Ohio, en su curso de fascioterapia, y al Dr. John Upledger, en Florida, en su formación de terapia craneosacra. De ahí extraje nuevas perspectivas para mi trabajo.

      En 1986, al convertirme en el director del Colegio Sutherland, me di cuenta de la necesidad de enseñar las cadenas en otro marco, independiente de las teorías y de la filosofía tradicional osteopática. Fue entonces cuando decidí crear las condiciones necesarias para desarrollar el método. Invité a un amigo, Bernard Pionner, compañero de mi misma promoción del colegio de osteopatía que también había hecho la formación de Mézières, a que se uniera a mí. Tras conocer mi proyecto, y las evoluciones y novedades del método tal como quería defenderlas, las apoyó totalmente y se embarcó junto a mí en esta aventura, el primero de la cuarentena de profesores que se nos acabarían uniendo con el paso de los años.

      A partir de 1990, la idea era instaurar la cadena visceral. Dado que las relaciones entre el aparato locomotor y el sistema visceral estaban bien definidas, había que estructurar la práctica visceral para inscribirla en la lógica del método de las cadenas. El mérito de este desarrollo primordial del método es de Michèle Busquet-Vanderheyden, quien, después de haber hecho un estudio detallado de las cavidades, definió la descripción, el examen y el tratamiento específico de esta cadena tan importante. Primero, se centró en las cavidades abdominopelvianas (tomo VI, 2004) y, a continuación, en las cavidades del tórax, garganta y boca (tomo VII, 2008).

      Nuestros intercambios cotidianos, en el marco de nuestras consultas, nuestros cursos y nuestros libros, no han dejado de nutrir la evolución del método desde entonces.

      En 1994, la integración íntima de la cadena visceral en el funcionamiento de las cadenas nos permite descubrir la «interfaz» de la mecánica musculoesquelética. La biomecánica articular se hace más comprensible en sus diferentes compensaciones una vez integradas las influencias determinantes de la cadena visceral. Los conceptos que se quedan en un plano de interpretación puramente articular a nivel de la pelvis, la columna vertebral y los miembros superiores o inferiores nos parecían obsoletos y tenían que ponerse en duda.

      En 1999, se trataba de completar el cuadro, dado que el cuerpo también está formado por vasos y nervios, una comprensión profunda exige un último plano de análisis: la cadena neurovascular, la estructura neuromeníngea está siempre escoltada por la estructura vascular (paquete vasculonervioso). Esta se inscribe de forma natural en el concepto de las cadenas e implica exigencias funcionales propias

      En 1995 descubrí los remarcables trabajos de un colega australiano, David Butler, que abordaban principalmente el tratamiento del sistema neuromeníngeo periférico, pero en los que no se habían desarrollado las partes principales de esta cadena: el neuromeníngeo intracavitario visceral y el neuromeníngeo central en el cráneo. Ahora bien, las evoluciones del método sobre la cadena visceral y el cráneo permitían abordar de forma pragmática estos niveles primordiales.

      Quien habla del sistema neurovascular también debe reconducir el análisis craneal, cuya importancia yo ya conocía desde hacía tiempo. De hecho, las cadenas no se detienen en el cráneo, sino que continúan por trayectos anatómicos evidentes a nivel de la cavidad craneal. Tras haber publicado dos obras sobre el cráneo, La osteopatía craneal y Osteopatía y oftalmología, sentía que había que salir del ámbito puramente osteopático, para no encerrarme en un callejón sin salida, y romper en parte con el análisis y la práctica tradicionales propuestas por la osteopatía. Esta evolución no siempre ha sido comprendida por mis colegas más apegados a la tradición, pero en la lógica de mi investigación, se imponía. ¿No es un osteópata la persona mejor posicionada para, con total conocimiento de causa, realizar una autocrítica? ¿Hay que quedarse encerrado en nuestras tradiciones y hacer oídos sordos a las críticas argumentadas y a las incomprensiones? Es cierto que aquellos que proponen un replanteamiento atraen el sarcasmo de sus colegas «tradicionalistas». En los años setenta y ochenta del siglo pasado, varios osteópatas ingleses de renombre se negaron a enseñar la osteopatía craneal por considerarla poco creíble. Tras veinticinco años de práctica osteopática, tenía experiencia y perspectiva suficiente como para proponer evoluciones. En 2004, publiqué el tomo V de las cadenas fisiológicas sobre el «tratamiento del cráneo».

      Esta nueva propuesta no era una traición, sino un acto constructivo. Aportaba un nuevo análisis y una nueva práctica de la esfera craneal. El contenido del libro fue objeto de varias conferencias en universidades médicas y odontológicas de Francia, Rusia y América. Estos congresos confirmaron que la nueva propuesta ya no generaba rechazo sino que, por el contrario, ofrecía una mejor comprensión de nuestros tratamientos y un auténtico interés como complementariedad terapéutica.

      Con la visión de conjunto que empezábamos a tener, entre 2008 y 2012, nos pareció que el nombre del método, que hasta entonces llamábamos cadenas musculares, tenía que evolucionar. El término cadenas musculares era una formulación demasiado limitada para una descripción anatómica que comprendía, además de las cadenas dinámicas musculares, las cadenas estáticas, viscerales y neurovasculares. Por este motivo, optamos por la denominación de cadenas fisiológicas, que describe mejor la organización completa de las cadenas tal como la concebimos hoy en día.

      Un método evolutivo no debe dispersarse, sino que debe profundizar en su propuesta con el objetivo de mejorar la integración de las ideas que propone. Las evoluciones tienen su lógica siempre que aporten una mejor síntesis: ese es nuestro motor constante.

      El tratamiento del bebé confirma esta evolución del método.

      La fisiología del bebé encaja a la perfección en el esbozo de las cadenas fisiológicas. Han hecho falta muchos años de maduración para poder abordar la pediatría. Este importante trabajo lo llevó a cabo Michèle Busquet-Vander-heyden. Se presentó en el tomo VIII: El bebé en tus manos. Método de las cadenas fisiológicas.

      Los profesionales tuvieron así acceso a la lógica del tratamiento del bebé. En la medida en que este tratamiento implica una formación específica, Michèle Busquet-Vanderheyden ha creado una especialización en pediatría con la participación de una pediatra y una psicóloga. En los años posteriores, esta formación se convirtió en un motor de progreso en este ámbito.

      A finales de 2013, tras tres años de trabajo, terminamos de escribir el tomo I de Las cadenas fisiológicas. Y así vuelvo al principio de mi trabajo. Se cierra el círculo. Es estupendo ver que los fundamentos del método siguen confirmándose. No han envejecido, y siguen siendo fecundos, coherentes y relevantes porque respetan la anatomía y la fisiología del cuerpo humano, destacando su ingeniosidad. Los fundamentos se escribieron en un período en el que acababa de empezar mi camino como investigador. En los dos primeros libros de las cadenas musculares daba pistas sobre la dirección de mi búsqueda. Treinta años después, me encuentro en condiciones de retomar estas bases con el respaldo de un análisis global, reforzado por los trabajos de Michèle. Estamos en 2014 y hoy tengo cincuenta años de práctica. ¿Debería parar aquí mi carrera? Es tan importante para mí como la práctica musical para los músicos. Si «el cuerpo es un instrumento que hay que saber afinar para tocar lo mejor posible y durante el mayor tiempo posible su partitura vital», la necesidad de comprender mejor es, para mí, un motor de vida y serenidad. Relacionar, religare, al hombre con la ingeniosidad de su cuerpo, su armonía natural con el mundo que le rodea, es un acto de fe cotidiano.

      Tratar las disfunciones

      Las disfunciones aparecen cuando el equilibrio funcional se ve perturbado por las tensiones. Estas tensiones se experimentan en una o varias cadenas y desequilibran el funcionamiento armonioso del cuerpo.

      El tratamiento tiene el objetivo de relajar las tensiones de las diferentes cadenas con el fin de permitir al organismo que recupere la plenitud de su funcionamiento fisiológico.

      La postura de relajación es el denominador común


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