Economía política del conocimiento en el sur global. Jorge Daniel Vásquez

Economía política del conocimiento en el sur global - Jorge Daniel Vásquez


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político y económico. Esto implica, por un lado, investigar los medios por los cuales la producción del conocimiento se legitima, así como los recursos económicos que se les asignan y, por otro lado, analizar los mecanismos de transmisión del conocimiento producido. Estos mecanismos responden a las condiciones o contextos sociales en los que se instala la producción del conocimiento. Este libro se concentra en las lógicas producción de conocimiento en la educación superior.

      Si el capitalismo implica una revolución se debe a su alcance de todas las dimensiones de la vida social: la relación con la tierra que evoluciona hacia la propiedad privada, la formación del derecho como instrumento para perpetuar los crímenes contra los expropiados, la racionalización de la fuerza de trabajo para generar plusvalía, así como la regulación del salario y su configuración como única forma de supervivencia para los trabajadores. Entre estas transformaciones, quizás la más destacada sea la forma en que la clase dominante se constituye como tal, precisamente porque domina no solo la economía sino también el Estado. Esta transformación es crítica en el análisis de la economía política del Sur Global cuando consideramos la producción de conocimiento en África y América Latina.

      Los términos cronológicos de los períodos colonial y postcolonial en las diversas regiones del Sur Global pueden diferir, pero comparten ciertas características en la forma en que definen la configuración específica de la relación entre la producción de conocimiento y la acumulación global. Para Chakravarty (2005), la formulación del capitalismo de Marx ha implicado una concepción teleológica de la historia, en tanto el proyecto de desarrollo de la modernidad sigue situando a las sociedades occidentales y no occidentales en diferentes momentos. Así, en la historia del desarrollo del sistema capitalista, las sociedades no occidentales aparecen en un estado todavía embrionario para las sociedades occidentales: el presente de Europa es el futuro de los países del tercer mundo.

      El trabajo abstracto en Europa es el resultado de la subsunción de otras formas de trabajo abstracto (que, a su vez, son el resultado de la apropiación de la fuerza laboral fuera de Europa) (Chakravarty 2005). Llevando este argumento al campo de la producción de conocimiento, se puede afirmar que el “conocimiento” del norte es un proceso de producción que incorpora la producción global. Sólo así es posible la “Economía Política del Conocimiento”: mirando al conocimiento como resultado de un proceso histórico global de producción.

      En su análisis sobre la teoría marxista de los modos de producción, Banaji (2010) denuncia la lógica evolucionista del capitalismo desde la que se asume que la sucesión de los modos de producción (esclavitud, feudalismo, capitalismo) se extiende en el tiempo a todas las sociedades. Por lo tanto, la limitación de Marx era que no contemplaba la existencia de un tipo diferente de grupo social que funcionara como clase dominante en las sociedades coloniales, que, aunque no con las características de la burguesía europea, representaba el lugar de poder entre el campesinado y la aristocracia. No se trata de negar el esquema de funcionamiento del capitalismo (ni la teoría de los modos de producción como modelo formal para entender la dinámica histórica), sino de reconocer que, en el Sur Global, determinadas configuraciones históricas son genuinas y no meramente “variantes” del capitalismo.

      What defines the global South is the recognition by peoples across the planet that globalization’s promised bounties have not materialized, that it has failed as a global master narrative. The global South also marks, even celebrates, the mutual recognition among the world’s subalterns of their shared condition at the margins of the brave new neoliberal world of globalization.

      La definición de López se inscribe en el argumento presentado por Dirlik (2007: 12-13) y sirve de piso para buscar los orígenes de una definición del Sur Global que, como sugiere Garland (2015) tiene sus bases en el tricontinentalismo constituido a partir de la formación de la Organización de Solidaridad de los Pueblos de África, Asia y América Latina (OSPAAAL) acontecida en el marco de la Conferencia Tricontinental sucedida en Cuba en el año 1966, cuando ochenta y dos naciones se reunieron con el propósito de conformar una alianza en contra del imperialismo.

      A partir de las conexiones entre la OSPAAAL y el movimiento afro-americano por los derechos civiles en los Estados Unidos, Garland plantea que, a pesar de sus imperfecciones, el tricontinentalismo ofrece tres referentes para los estudios del Sur Global: 1) un punto de partida para el desarrollo del análisis del Sur Global en los textos fundacionales enmarcados de la guerra fría, 2) una clarificación del concepto de Sur Global, no como mera derivación de los estudios poscoloniales, sino precisamente como una divergencia de la poscolonialidad como categoría organizadora, a partir de la recuperación de los principios del tricontinentalismo, y 3) reconocer la centralidad de las tradiciones intelectuales latinoamericanas y afro-americanas frecuentemente marginalizadas en los estudios poscoloniales.

      De esta manera, ‘Sur Global’ también permite establecer el cruce entre diferentes campos de conocimiento que vendría dado por una concepción del Sur más allá de una delimitación geográfica. Como lo afirman Cielo, Gago y Vásquez (2015: 11)

      El Sur es una topología, un conjunto de cuestiones problemáticas, una historia de conflictos y unos vocabularios forjados alrededor de luchas anticoloniales, de gestas independentistas, de debates alrededor de la autonomía y sobre la forma Estado. El Sur es una archivo teórico, epistémico y práctico.

      Así, más allá de la cuestión de si China, India, Rusia o el sur de Europa pertenece al Sur, lo que no se puede perder de vista es que existe una producción histórica del Sur como el territorio donde se peleó contra la abstracción diplomática de la guerra fría, donde se dan relaciones económicas marcadas especialmente por el endeudamiento, el desarrollo desigual, y los efectos de la inequidad, acumulación y dominación del sistema capitalista.

      Pero el Sur Global no se agota ahí. Obarrio (2013) además señala que el Sur Global puede ser comprendido como una serie de campos que se entrecruzan de modo diferente en la producción de formas institucionales, formas de vida cotidiana y subjetividades propias. Tales campos que la modernidad habría presentado como separadas se interrelacionan de manera tal que constituyen historias paralelas comparables (por la interconexión de imperialismos políticos y económicos, los colonialismos externos e internos, la conformación e interrupción del estado-nación, y el despliegue de proyectos nacional-populares).

      No obstante, los patrones históricos del siglo XX tienen sentido no solo desde una perspectiva económica, sino también desde el campo de las relaciones de poder político y la hegemonía a nivel mundial (Vakulabharanam 2014). Esta combinación de las transformaciones económicas y la configuración histórico-política de la hegemonía debe analizarse a dos niveles: los períodos de acumulación estable a mediano plazo (que siempre tienen lugar solo unas pocas décadas) y los períodos de tiempo más prolongados en los que una configuración espacial es hegemónica


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