008 contra Sancocho. Hernán Hoyos

008 contra Sancocho - Hernán Hoyos


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      El agente secreto Jaime Abondano, expulsado de una Agencia del Estado por dejar su revólver en una casa de empeño, ahora está al servicio de una compañía privada de seguridad. Abondano es la némesis de James Bond tanto física como profesionalmente: está del lado de Torrente, el personaje interpretado en cine por Santiago Segura. Pero 008 contra Sancocho es, por más de tres décadas, anterior a Torrente, el brazo tonto de la ley. Fue escrita por Hernán Hoyos, quien vendió cantidades envidiables de libros gracias a su propia gestión editorial y comercial, a comienzos de los setenta. Hoyos, además de ganarse la vida con un puñado de actividades mundanas ajenas a la literatura, escribió decenas de pulps eróticos y este volumen dedicado a Jaime Abondano, el agente 008.

      008 tiene prosa tallada a machete y cierta ingenuidad argumental, pero es un libro ameno, políticamente incorrecto, con tintes de humor surrealista y personajes hilarantes, con escenas de sexo bizarro y bufo (en grupo, con animales, con retrasadas mentales, una muestra muy gráfica de «ortografía», un largo trencito, curas rijosos, coprofilia…) Me alegra que tenga una segunda oportunidad con esta nueva edición, lo merece.

      Antonio García Ángel

      008 contra Sancocho

      Hernán Hoyos

      008 contra Sancocho

      ©Hernán Hoyos

      Editorial El Fakir

      Libros impresos y digitales

      Primera edición impresa: abril 2015, Bogotá, Colombia

      Primera edición en formato digital: julio 2020, Quito, Ecuador

      ISBN-978-9942-8562-0-3

       www.fakirediciones.com

       Diseño epub: Hipertexto – Netizen Digital Solutions

      Índice

       El día decisivo

       Con la agencia rescate

       Ali Ben Hamiar

       ¿Contrabando?

       Sabotaje

       Guardaespaldas

       Diamantes sempiternos

       Invitado especial

       El misterio del Liceo

       Don Finger Echeverri

       Camino de la venganza

       El día decisivo

      Resolución N° 032 de Febrero de 196…

      Por la cual se suspende del cargo al agente secreto 008 Sr. Jaime Abondano.

      El comandante del MAS considerando:

      1. Que el día 14 de Febrero de 196… se hizo revisión de armamento de dotación oficial.

      2. Que el agente 008 no presentó su pistola Beretta de servicio, alegando haberla olvidado.

      3. Que esculcados los bolsillos del agente 008 se encontró boleta de empeño N° 2222 de la Prendería Belmonte, boleta que amparaba una pistola de dotación oficial Beretta, del mismo número que la asignada al agente.

      4. Que el agente 008 posteriormente no supo dar explicación al respecto.

      Resuelve:

      Artículo único).- Declárase suspendido del cargo al Agente Secreto 008 Sr. Jaime Abondano.

      Dado en Cali a los 17 días del mes de Febrero de 196…

      Jaime Abondano terminó de leer la copia de la resolución y la guardó sin doblar en el bolsillo interior de su chaqueta larga, color verde oliva, mientras sus ojos fríos e inquisidores se posaron sobre las caderas de una negra que pasaba por el andén.

      Bajo su sombrero de ala angosta sobresalían unos cachetes redondos e inflados, síntoma de crueldad; un bigotito mosca, característica de audacia, y un lunar de pelos en la barbilla lampiña que indica al individuo capaz de pensar en varias cosas a la vez. Sus miradas oblicuas escrutaron el trasero de la negra hasta que se perdió en la oscuridad. Y enseguida el exagente del Servicio de Inteligencia avanzó hacia la fuente de soda de la esquina.

      Caminaba a pasos cortos, propios del hombre cauteloso, y sus posaderas, amplias y flojas, indicativas de inteligencia flexible y personalidad, llevaban el compás.

      El exagente Abondano tomó asiento en una mesita exterior y pidió un aguardiente doble.

      Era martes y el establecimiento estaba casi desierto.

      008 comenzó a acariciar la copita de licor y dejó que sus pensamientos vagaran a sus anchas. Estaba sin trabajo y sin dinero. Cinco años al servicio desinteresado del Municipio Administrativo de Seguridad (MAS), se esfumaban ahora por una simpleza, por un detalle sin valor alguno. Una miserable boleta de empeño pesaba más para el Gobierno que los sacrificios y el espíritu de servicio de un hombre leal.

      ¿Qué hacer ahora? ¿Qué rumbo tomar?

      Ante todo, nada de ideales. Absolutamente nada. Los hampones, los contrabandistas, los bandoleros, perderían para siempre un temible enemigo. En este país no valía la pena el sacrificio por la comunidad ni el espíritu cívico. Liquidaría para siempre su etapa de quijotismo.

      008 se echó a la garganta, de un golpe, el contenido de su copita. Sus pensamientos se enrumbaron hacia la nueva actividad que tendría que hallar.

      ¿Una acreditada panadería? ¿Una cafetería que ofreciera auténticos tamales vallecaucanos?

      Pidió otro aguardiente doble y siguió pensando. Una sirvienta rechoncha pasó muy cerca de él, pero ya el exagente Abondano estaba demasiado ausente para advertirla. Y, también, para advertir al grupo de hombres que avanzaba en silencio por la desierta avenida, con pasos elásticos y miradas siniestras. Eran ocho individuos con mocasines, bluyines y pavorosas camisetas aún más espantables en las sombras de la noche. Uno moreno, de anchas espaldas y rebelde cabello indio, iba a la cabeza con las cejas fruncidas y paso decidido luciendo una camiseta negra con un letrero en letras rojas que decía: «Yo Soy Malo». El siguiente usaba una camiseta amarilla con letras negras que rezaban «Yo También» y, el último del grupo, una camiseta de color indefinible con letras fosforescentes que gritaban «Yo Soy Pior».

      Los otros llevaban en sus camisetas tigres con las fauces abiertas, caras de tiburones enseñando las peligrosas sierras dentadas y cabezas de leones.

      El grupo se detuvo en la esquina del Estadio Pascual Guerrero, y con las manos en las caderas se dedicaron a estudiar el patio. Un bobo vendedor de melcochas que había sido atracado la noche anterior, se echó a las espaldas su cajón de dulces y emprendió la fuga. El viejito de la tienda del garaje cerró apresuradamente. Dos noches antes había perdido todo su aguardiente y tres cartones de cigarrillos Pielroja.

      El


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