El libro rojo de Jung. Bernardo Nante

El libro rojo de Jung - Bernardo Nante


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—en sentido junguiano del término— este proceso? La tarea heroica consistirá, entonces, en la recuperación o el descubrimiento del símbolo personal, cultural, planetario. Pero la tarea comienza en cada uno: habentibus symbolum facilis est transitus, con el símbolo el tránsito es fácil, decían los alquimistas. Y esa tarea de cada uno compromete a todos.

      Jung afirmó:

      Jung intentó descubrir y comprender los símbolos que dan sentido al efímero acontecer humano. El hombre contemporáneo, confiándose unilateralmente en su razón esclarecida, se cree libre de su propio mundo simbólico y de los influjos de los ‘dioses’ de antaño pero, como ya hemos señalado, para Jung los ‘dioses’ negados han pasado a ser enfermedades.

      La publicación de El libro rojo agrega un nuevo desafío a la serie de confusiones que suele suscitar la obra de Jung; y es también, una oportunidad para superar dichas confusiones. Por cierto, no quisiéramos contribuir con esta apretada síntesis a la interminable serie de malentendidos, que alentados por ciertos adversarios y por supuestos seguidores, enmascaran su obra, reduciéndola a alguna fórmula. Sin duda, contribuye con ello la habitual ignorancia de su obra. En nuestra lengua, recién en 1999, la editorial Trotta inició la encomiable labor de edición de la Obra Completa, aunque aún no se cuenta —ni siquiera en alemán— con una edición crítica.

      Favorecen a esta confusión supuestos seguidores que hacen un uso acrítico de la teoría y aquellos que la ‘defienden’ reduciéndola a una teoría psicológica más. Pero el mérito de esta consiste, precisamente, en intentar comprender al hombre no desde ‘lo que esta siendo’, sino desde lo que puede llegar a ser, a partir de lo que, aparentemente, ‘está siendo’ y, por ello, recorre el hilo que conecta el abordaje —en sentido restringido— ‘psicológico’ inicial, limitadamente empírico de la psique y su despliegue en lo sagrado abierto a lo metafísico. Para lograrlo se constituye en una fenomenología de la experiencia humana, que solo inicialmente es ‘psicológica’ en sentido restringido, pero que deja de ser un mero ‘método’ para constituirse en orientación ontológica. La psicología vuelve a ser (contra Lange) ‘psicología del alma’ y, en definitiva, kosmología.

      Hasta antes de El libro rojo, nuestro conocimiento de la vida de Jung se limitaba a sus “memorias”, Recuerdos, sueños y pensamientos, surgidas tanto de una labor estrictamente autobiográfica, como de la pluma de su discípula, Aniela Jaffé, quien ordenó el texto y algunas referencias indirectas. La información incompleta acerca de una vida poco común dio pábulo a biografías espurias. Por cierto, la acusación de nazismo, que algunos han levantado contra Jung, se basa en infundadas sospechas, pero es sabido que la sospecha es psicológicamente más efectiva que la evidencia. No podemos detenernos en la cuestión, pero quisiéramos señalar que solo desde hace poco tiempo, sabemos que Jung fue el Agente 488 de la Office of Strategic Services americana y que, de algún modo, lideró una fallida conspiración contra Hitler. Por cierto, la cuestión no afecta la teoría, pero el lector interesado debería comenzar por leer los textos de Jung referidos al tema, comenzando por el Epílogo al libro Reflexiones sobre la historia actual.

      Carl Gustav Jung nació y murió en Suiza. Desde pequeño padeció una religiosidad anquilosada, desconectada de la experiencia de lo sagrado, aunque tuvo algunos sueños que habrían funcionado como una suerte de compensación de este vacío espiritual. Estudió medicina en Basilea pero, desde joven, sus intereses fueron vastos y delatan su cosmovisión: leía los clásicos, Paracelso, Mesmer, Swedenborg, Kant, Schopenhauer, Eduard von Hartmann y, sobre todo, a Goethe y a Nietzsche. En 1900 ingresó en Burghölzli, la clínica psiquiátrica de Zúrich dirigida por Eugen Bleuler. En 1902 publicó su tesis en la que sostiene que los fenómenos ‘ocultos’ merecen atención, pues dan cuenta del carácter autónomo y creador de lo inconsciente. A partir de 1904, publicó trabajos relacionados con sus experimentos de asociación de palabras que le permitieron acuñar el concepto de ‘complejo’. En 1907 comenzó su colaboración con Freud, quien pronto lo consideró su ‘heredero’, que duró hasta 1913. En 1912 Jung publicó Transformaciones y símbolos de la libido (reelaborado en 1952) que determinó su separación definitiva del psicoanálisis. Allí se lee que los símbolos funcionan como transformadores: transfieren la libido de una forma ‘inferior’ a una ‘superior’. La libido no es meramente sexual y demuestra carácter prospectivo, orientador y creativo:

      En ese sentido, El libro rojo no es stricto sensu una obra científica, pero en sentido amplio (y profundo) es un “experimento científico”, como el mismo Jung lo llama, que le sirve para fundamentar empíricamente su teoría, pues él mismo debía llevar a cabo la experiencia originaria y esforzarse por fijarla sobre un fondo de realidad; de no ser así, se hubiera quedado en meras especulaciones subjetivas incapaces de cobrar vida. Por eso insiste en que toda su obra proviene de las imaginaciones y sueños iniciales.


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