Música y letra. Bibi Albert

Música y letra - Bibi Albert


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no pedir

      que no te fueras.

      Y no supe evitarte

      la Impotencia.

      Pero volviste luego.

      Cuando pasás a verme

      sólo por un minuto,

      tu dedo encallecido,

      tu aliento improvisado,

      tus ojos cansadísimos,

      tu mirada dulcísima,

      tus inocentes culpas,

      yo te pido perdón

      hasta porque me ames.

      Esto no es un poema

      ni una carta ni nada.

      Apenas un suspiro.

      Apenas

       un suspiro.

       * * *

      SPLASHIQUITIN

      Fuiste mucho más profundo

      que tu sangre.

      Lo que está en mí

      es tu vida

      que en vez de recorrerme

      me agiganta

      sin embargo tan mínima

      que si respiro hondo

      se me ahoga.

      Lo que ha hecho el amor.

      Lo que ha logrado

      con su fuerza y su hartazgo

      de palabras y miedos.

      Mezclamos como arena,

      como agua de dos olas,

      como formas sin borde.

      Ya no somos los dos

      cada uno en su cuerpo

      cada uno en su mente.

      Sí, sé que no es prodigio,

      que es común como el tiempo

      este milagro,

      que a cualquiera le pasa.

      ¡Pero que a vos conmigo!

      Sin saber nada, nada.

      Es más clara la muerte

      que la vida.

      Cuándo fue,

      en qué suspiro,

      en qué sensata negación

      de lo Imposible,

      en qué loca impaciencia

      todo vos rebelándote

      y huyendo hasta mi pecho,

      toda yo desoyendo

       lo que decía mi boca.

      Lo que el amor ha hecho.

      Ahora, ya no podemos separamos.

      Iremos por la vida

      (ni me atrevo a escribirlo)

      iremos por la vida

      pegados en un hijo.

* * *

      LA TRASTIENDA

      a Rodolfo Prayon

      Tu sonido

      estalla en mí

      como una ola

      que me despedaza,

      que me recompone

      cuando se retira

      suave como un beso.

      Tengo que mirar para otro lado.

      Tu cara es demasiado, demasiado,

      mordiendo fuerte el aire hasta sangrarlo

      porque no le perdonás

      que albergue el tono

      desparejo, incoherente

      de tu amor y tu odio.

      No sos asi conmigo.

      ¿Más sentimiento o menos

      indica la constante,

      sostenida dulzura

      con que escribís en mí

      tus movimientos?

      Por más que haga el esfuerzo

      de mirar a otro lado,

      me aturdís, tan violento,

      me inundas por completo,

      te abrís tantos caminos

      en mi mente y mi cuerpo

      que no sé respirar

      y me ahogo y muero

      y me quiero escapar

      porque me aterra

      la fuerza con que siento.

      La puerta está muy cerca,

      a la derecha,

      a la misma distancia

      que, a la izquierda,

      tu guardiana vigila

      y se da cuenta

      de todo lo que pasa.

      Entonces

       dibujás

      en un platillo

      una raya sonora,

      serena, decisiva

      que me marca los limites

      con firmeza y ternura,

      y no me muevo.

      Sos dueño de mi huida

      Inmóvil, seducida.

      Arriba tuyo

       un hombre,

      desde un cuadro, me gruñe

      porque no debo amarte.

      Las luces Juegan tanto

      borrachas de tu música

      que dan un arcolrls

      a tu pantalón blanco,

      y le ponen al Flaco

      una media rosada

      pero una sola media.

      El Flaco me sonríe,

      me dedica una nota.

      Mi amigo me acompaña,

      me mira, baila quieto.

      Lo demás, lo de menos.

      Tu guardiana vigila,

      me empuja hacia la puerta,

      la única salida

      que por suerte no alcanzo.

      Ya no tengo salida.

      Vos me lo impedís todo

      con los ojos cerrados,

      y aplacas mi locura

      acariciando apenas

      el gemido de bronce

      que se quedó flotando.

      Cuántas cosas


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