Género, cuerpo y psicoanálisis. Gustavo Dessal
para cualquier abordaje del cuerpo en psicoanálisis es señalar que no se es un cuerpo sino que tenemos un cuerpo. El cuerpo biológico para un analista no es biología a secas es biología lacaniana, es decir un cuerpo que goza.
No se trata de ponernos en contra de los avances científicos porque en muchos casos la cirugía puede ser un alivio y una solución para un sujeto, pero ello no implica seguir ciegamente un orden de hierro que empuja al sujeto a ser él mismo. Todos los testimonios de trans se asientan sobre la base del sufrimiento y allí los analistas podemos alojar ese padecimiento con nuestra escucha antes de precipitar al sujeto a un empuje al corte.
Cómo situarnos desde el discurso analítico en relación a estos avances de la ciencia, constituye verdadero desafío.
En el texto El reverso de la biopolítica, Laurent se pregunta ¿Quién sabe lo que le ocurre a un cuerpo? Y responde el saber no es del cuerpo, es del inconsciente.
La diferencia entre ser un cuerpo y tener un cuerpo se torna fundamental para una lectura del transexualismo en la actualidad.
Lacan a partir de Joyce afirma que el LOM, (el hombre) tiene un cuerpo y no tiene más que uno. “El hombre tiene un cuerpo, cree que lo tiene, y no tiene más que uno”.
Nadie es idéntico a si mismo: identificación y sexuación no son sin el lazo al Otro Desde Freud sabemos que la anatomía no es el destino, pero también que esa diferencia sexual anatómica debe ser leída por el sujeto. Por ello Lacan habló de sexuación implicando no solo la elección del sujeto en cuanto a su elección sexuada sino también, que esa elección lo es en relación a su modalidad de inscripción en relación al goce y ello nunca es sin las marcas que le vienen del Otro.
Quizás frente a los avances médico –científicos y la ideología de los derechos humanos a los analistas nos quede el esfuerzo de poesía para acompañar con nuestra escucha el sufrimiento de los sujetos que dicen haber nacido en un cuerpo equivocado y frenar el empuje al quirófano a sabiendas que aún obteniendo un cuerpo en el quirófano la posición sexuada requiere del consentimiento subjetivo a la causa sexual que siempre viene del Otro, nunca es autónoma.
1- Lacan, J., El Seminario, Libro 18, De un discurso que no fuese del semblante, Paidós, Buenos Aires, 2009, p. 30.
2- Lacan, J., El Seminario, Libro 19, …o peor, Paidós, Buenos Aires, 2012, p. 17.
Cuerpos trans (1) Alejandra Antuña
Voy a tomar la ley de de identidad de género y comentarles algunas cuestiones que pueden extraerse del texto de esa ley porque considero que es un lugar privilegiado para sacar algunas conclusiones respecto a la época en la que vivimos y, en particular, de la concepción de sujeto y de ser sexuado que de allí se desprende y de su relación al cuerpo. Tomaré estas concepciones para hacer un contrapunto con lo que enseña el psicoanálisis y con lo que nos ha ido mostrando la casuística que fuimos recopilando en el Observatorio de género, bipolítica y transexualidad. (2)
La ley de Identidad de Género fue producto de la militancia de las organizaciones sociales LGBTI, tributarias de los estudios de género y los estudios queer, que –como es sabido‒ consideran a la sexualidad y al sexo como construcciones sociales y sostienen una política en la que cuestionan la heteronormatividad tomada como un hecho “natural”, donde la noción de identidad es central, sea para deconstruirla o para afirmarla según los casos.
Esta ley está basada en dos puntos centrales.
Por un lado, establece la identidad de género como un derecho, y esto es lo que hace a la novedad y a la particularidad de la ley argentina respecto a otras legislaciones. Si la identidad de género es un derecho, no será necesario, para el cambio registral de nombres y de sexo ni para el acceso –que debe estar garantizado por el Estado‒ a los tratamientos médicos para la reasignación de sexo de ninguna instancia intermedia previa, bastará sólo con el consentimiento del sujeto. Esta ley, por lo tanto, “despatologiza” la “identidad de género”, convirtiéndola en un derecho.
Por otro lado, la ley se apoya en lo que llama la identidad de género “autopercibida”, definiéndola como “la vivencia interna e individual del género tal como la persona la siente, la cual puede corresponder o no con el sexo asignado al momento del nacimiento, incluyendo la vivencia personal del cuerpo”. Me interesa resaltar este último punto, que es lo que quiero interrogar.
Ya desde el psicoanálisis se puede cuestionar esta noción de identidad de género. No sabemos qué son el hombre y la mujer, dice Lacan. Estos se ordenan a partir de ese significante que es el falo y como tal es en principio un hecho de lenguaje, lo cual no quiere decir que no haya nada de real en juego. Nada podemos decir de ellos, de hombres y mujeres, en cuanto a cómo definirlos. (3) Es por esto que para el psicoanálisis no tiene sentido la noción de identidad de género. Siguiendo a Lacan en el Seminario 19, …o peor, podemos decir que el texto de esta ley se corresponde al forzamiento del discurso sexual que el transexual hace. (4)
Por lo que podemos leer en esta ley, hay una suposición en ella de una relación de transparencia entre el sujeto, el cuerpo y el goce, no hay aquí opacidad alguna entre estos tres términos. Y esto es justamente lo contrario a lo que demuestra la experiencia analítica.
Esta ley está basada en lo que en la Constitución Nacional aparece como el derecho a la llamada “autodeterminación” de las personas y en la idea de que todas las personas son iguales ante la ley y, por lo tanto, todas tienen los mismos derechos. Se trata de la autonomía del sujeto en la elección de su propia vida y su propio cuerpo, que es un concepto jurídico. Esto supone entonces un sujeto capaz de una “libre” elección, de cómo será nominado y de su sexo.
Aquí hay que situar una paradoja. Por un lado, esta ley es producto de una demanda de reconocimiento al Otro social por parte de la comunidad trans ‒lo cual tiene un efecto antisegregativo al promover la inscripción en el Otro social de esta comunidad, es el aspecto positivo de esta ley. Pero, por otro lado, hay un profundo rechazo a los significantes provenientes del Otro. Por lo tanto, lo que nos demuestra esta ley, que lleva al extremo la concepción liberal del sujeto, no es más que el rechazo al inconsciente que impera en la subjetividad de la época.
Esta ley testimonia entonces de una época en la que el individualismo promovido por el discurso capitalista supone un sujeto amo de su goce y de su cuerpo. Y si de individuos se trata, el “para todos lo mismo” será su contracara. La promoción de esta concepción liberal del sujeto es una contradicción y un efecto no deseado del discurso de los derechos humanos, que termina siendo solidario del discurso capitalista al cual pretende ponerle un dique. Creo que en este punto el psicoanálisis, frente a estos discursos puede hacer valer su concepción de sujeto, sabemos que esta parte de los efectos del lenguaje sobre el ser viviente, efectos que se traducirán en un modo de goce que no puede ser más que singular, y con el cual el sujeto deberá arreglárselas.
Pero hay que tener en cuenta también otro factor que es el tratamiento del ser sexuado que hace la tecnociencia. Como decía anteriormente, la repartición sexuada es un hecho de lenguaje y en ella intervienen criterios fálicos. Pero tanto el transexual como la ciencia coinciden en rechazar el falo como significante y reducen estos criterios fálicos a una cuestión anatómica.
Es por esta conjunción entre el discurso capitalista y la ciencia, que se empeña en eliminar lo simbólico para tratarlo como real, que Catherine Millot puede decir que el transexual es síntoma de la época. (5)
Eric Laurent, en “El reverso de la biopolítica”, señala que hay justamente un empuje en la actualidad a querer reducir el sujeto a su cuerpo y el cuerpo al organismo.
Lo primero que podríamos decir es que la relación del sujeto a su cuerpo es problemática. Y si hay algo que nos enseñan los casos de los transexuales es justamente eso: la extrañeza del sujeto respecto a su cuerpo. “Este cuerpo no es mío”, decía una joven que quería reasignar su sexo y esta podría ser la frase a la que puede reducirse lo que se escucha en