Observando observadores. Rodrigo Flores

Observando observadores - Rodrigo Flores


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utilizadas por las ciencias sociales.

       1.1. Breve explicación de su devenir histórico

      Como lo indican Denzin y Lincoln (1998), los estudios cualitativos pueden ser entendidos como una compleja e interconectada familia de términos, conceptos y supuestos, los cuales incluyen sinnúmero de metodologías y prácticas investigativas que adquieren unidad en el trabajo de campo. Bajo su alero, es posible encontrar tradiciones tan dispares como el positivismo, la hermenéutica y el constructivismo, los que son utilizados como perspectivas de investigación, dando sentido y orientación a las técnicas utilizadas.

      En este sentido, entender y comprender las técnicas cualitativas de investigación social, supone poner en perspectiva su propia condición y trasfondo histórico. De acuerdo a algunos autores (Denzin y Lincoln, 1998; Vidich y Lyman, 1998), los estudios cualitativos operan bajo un campo histórico de complejidad que incluye cinco momentos destacables desde su consolidación académica. Ellos describen un primer momento que denominan tradicional (1900-1950), una edad de oro modernista (1950-1970), otra etapa de géneros velados (1970-1986), una cierta crisis de representación (1986-1990) y tiempos presentes que denominan posmodernos (1990 al presente).

      Estando o no de acuerdo con tal nomenclatura, quizá sea bueno dar cuenta del interés por comprender lo social bajo presupuestos cualitativos, desde tradiciones genéricas y no necesariamente disciplinarias, lo que podría ser considerado su prehistoria. Siguiendo a Vallés (2000), el origen de la dicotomía cualitativo/cuantitativo en el estudio y comprensión de fenómenos sociales se remontaría incluso a los griegos antiguos. Los escritos de Platón y Aristóteles pueden ser vistos como los primeros representantes de posturas epistemológicas procuantitativas y procualitativas, respectivamente. Esta dicotomía, que permite entender fenómenos y procesos sociales, éticos, morales, etcétera, permanecerá durante toda la antigüedad hasta entrada la Edad Media. Será con el transcurrir de la Edad Media, específicamente entre los siglos XII al XIV, que se producirá un tránsito hacia formas matematizables de comprender y explicar el mundo de la experiencia, al aceptar, por ejemplo, la existencia del cero y del vacío.

      Es en este devenir histórico que aumenta la diferenciación de la ciencia como sistema social, distinguiéndose los aportes de destacados intelectuales como Galileo y Newton. Con sus postulados se indica la diferencia según la cual, la información de las formas especializadas de conocimiento fisico-naturales y las filosófico-sociales no se recogen, sino que son expresión de los instrumentos diseñados para tales efectos. En este contexto, la obra de Descartes (1596-1659), al declamar la importancia de las matemáticas y la objetividad en la búsqueda de la verdad, puede ser entendida como un reforzamiento de los postulados filosóficos cuantitativistas (Vallés, 2000).

      A partir de los postulados de Kant (1724-1804) se observa una ruptura progresiva con el objetivismo cartesiano y un desplazamiento hacia un modelo de conocimiento basado en el entendimiento humano, poniendo como foco de atención la comprensión y la interpretación. En este proceso contribuye igualmente el trabajo de Dilthey (1833-1911), al realizar la distinción entre ciencias de la naturaleza y ciencias del espíritu. Las ciencias del espíritu o humanas tienen como objeto de estudio la conciencia, como algo que es posible conocer por medio de la comprensión (Verstehen), la cual se opone al término más antiguo de explicación (Erklärung). Se entiende que las ciencias del espíritu dan cuenta de las experiencias vividas por los individuos (Erlebnis) y que intentan relacionarlas con su contexto sociohistórico y cultural.

      Haciendo un tránsito hacia procesos de diferenciación social y emergencia de las disciplinas sociales, encontramos la institucionalización de la matematización en el quehacer investigativo. Destacan en esta dirección autores como Comte (1798-1857), fundador del enfoque lógicoanalítico en la explicación de los fenómenos sociales, y Durkheim (1858-1917), iniciador de las explicaciones funcionalistas. Durkheim (2003: 27 y ss.) presenta las implicancias de sus constataciones, al indicar las características de un fenómeno social: “En toda sociedad existe un grupo determinado de fenómenos que se distinguen claramente de los que estudian las otras ciencias de la naturaleza... [se trata de] mi tarea de hermano, esposo o ciudadano, cuando respondo a los compromisos que he contraído, realizo deberes que están definidos, fuera de mí y de mis actos, en el derecho y en las costumbres... He aquí, entonces, un orden de hechos que presentan características muy especiales: son modos de actuar, de pensar y de sentir, exteriores al individuo, y están dotados de un poder de coacción en virtud del cual se imponen sobre él... [de modo que] adquieren de esta manera un cuerpo, una forma sensible que les es propia y constituyen una realidad sui géneris, muy distinta de los hechos individuales que la manifiestan” y del método que se debe seguir. Nos dice que “la primera regla y la más fundamental consiste en considerar los hechos sociales como cosas” (ibid., pág. 37),... [por lo cual] “es necesario desechar sistemáticamente todas las prenociones... por lo menos, si alguna vez la necesidad le obliga a recurrir a ellas, que lo haga teniendo conciencia de su escaso valor, a fin de no hacerles desempeñar en la doctrina un papel que no merecen” (ibid., 50).

      En tales postulados se observa una preocupación evidente por categorizar los fenómenos de interés sociológico hasta denominarlos como cosas, y darles la propiedad de ser externas al individuo. Recordemos que este autor señala que los fenómenos sociales pueden ser entendidos como “cosas” de un orden distinto a los de la conciencia; en definitiva, constituidores de una realidad sui géneris. Del mismo modo, es una característica común el interés primordial por tratar con datos cuantificables y determinables, mediante la utilización de cuestionarios, inventarios, estudios demográficos; es decir, que produzca información susceptible de ser analizada estadísticamente.

      Un elemento destacable, dentro de este recorrido histórico, lo conforman la serie de estudios culturales realizados a partir de mediados del siglo XIX, por misioneros, colonizadores y antropólogos, interesados en conocer las formas y costumbres de sociedades diversas y diferentes a las occidentales, tanto de América como en África, Asia y Oceanía. El método utilizado en estos estudios incluyó, desde un comienzo, la etnografía y el interés por “conocer” distintos atributos sociales o instituciones como la economía y sistemas de intercambio, las creencias religiosas y el trato con lo trascendente, el parentesco y los vínculos familiares, la magia y la sanación, el uso y distribución del poder, entre otras. Para ello fue necesario “vivir” por largas temporadas con los pueblos que eran de interés, aprendiendo su lenguaje y sus costumbres por medio de relatos orales y observaciones de primera mano, proceso de investigación que hoy conocemos como ligado al trabajo de campo, pero que se diferencian sustantivamente en condiciones de fondo —disciplinares— y de forma —tiempo destinado, utilización de diversas técnicas, etcétera. Ello marcó una impronta definitiva y diferenciadora en los métodos y técnicas cualitativas de investigación y generación de información social que perdura hasta ahora. Destacan aquí los trabajos de Franz Boas (1858-1942) sobre los kwakiutl y el de Bronislaw Malinowski (1884-1942) entre los trobriandeses.

      Para Franz Boas, la tarea específica del etnógrafo consistía en investigar las tribus “primitivas” que carecían de historia escrita, descubrir los restos prehistóricos y estudiar los tipos humanos que habitan y habían habitado el mundo. Dicha investigación implicaba la descripción de las formas y funciones del cuerpo, así como las manifestaciones de la vida mental. El estudio del lenguaje constituía una parte fundamental de su antropología, no sólo porque él proporcionaba un más completo acceso a las respectivas culturas, sino también porque las formas y categorías gramaticales aparecen, para este investigador, como inconscientes para sus hablantes, por lo que proporcionaban al cientista social un mapa de la “organización básica del intelecto humano”.

      Siguiendo con el recorrido histórico que estamos planteando en torno a los métodos cualitativos, debemos mencionar la serie de estudios, investigaciones y publicaciones que se llevaron a cabo en la Universidad de Chicago hasta los años cincuenta del siglo pasado. El interés de esta escuela por el desarrollo, utilización y difusión de métodos y técnicas cualitativas, quedó de manifiesto en los procedimientos utilizados para abordar diversos fenómenos sociales, como los problemas de integración racial, guetos y áreas naturales urbanas, pandillas y organizaciones e instituciones.

      Este


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