La filosofía de Michel Foucault: edición ampliada y actualizada. Esther Díaz

La filosofía de Michel Foucault: edición ampliada y actualizada - Esther Díaz


Скачать книгу
de confesar que mis silenciosas fantasías se realizaron, pero invertidas. Aquello que parecía imposible, acaeció. Sobrevolé el pasaje de siglo. En cambio, lo que daba por seguro estalló en mil pedazos. No existe verdad totalizadora ni antes ni al final. Sin embargo, apareció un tercer término no pensado ni esperado, los encuentros. A veces se producen conexiones inesperadas con la otredad o con uno mismo. Nuevos nacimientos. Epifanías de resurrección. Toda larga vida –u obra– conoce muertes y renacimientos.

      Estar en estos momentos prologando la quinta edición de este libro, publicado por primera vez en 1995, representa para mí un renacimiento y un encuentro: con Michel Foucault y el casi olvidado idilio que viví en aquellos tiempos; con renovados anhelos filosóficos; con los ojos que podrían llegar a recorrer esta escritura.

      A falta de metrópolis encantadas o de verdades reveladas, me ha sido dado el regalo de trabajar con el pensamiento y de encontrarme –y reencontrarme– con un pensador mayor. Así pues, en el momento en que tuve que asumir una nueva edición de este libro, al que le dediqué algunos lejanos años de mi vida, advertí que algo había cambiado. La obra de Foucault, después de la publicación de sus cursos en el Collège de France, atraviesa un segundo nacimiento. Cuando este libro se publicó por primera vez aún no se habían difundido esos cursos. Ellos son motivo del agregado de un nuevo capítulo en esta edición, a la que asimismo he revisado en su totalidad.

      Estos póstumos (no tan póstumos) durmieron décadas hasta que los desencriptaron lentamente. ¿De qué habló Foucault en estas clases? No se puede ser muy explícito sobre el contenido de trece cursos en pocas páginas. Pero es posible buscar pistas, analizar fragmentos, subrayar hallazgos, relacionar con el resto de la obra y destacar los principales ejes de investigación desarrollados a lo largo de las clases.

      ¿Sólo para filósofos? De ninguna manera; los cursos son incursiones por la política, el nazismo, el liberalismo, la psiquiatría, los degenerados, la ciencia, la gubernamentalidad, el biopoder y tantas otras cosas. La diversidad es atravesada por cuchilladas de sentido. Interpretaciones y expresiones que pueden llegar a conmover por la inesperada red de relaciones simbólicas que el profesor Foucault teje ante sus alumnos.

      Los cuatro últimos cursos los dicta entre la salud y la enfermedad. Pero se solidariza con la vida y se va haciendo amigo de la muerte. Las investigaciones que los guiaron recurren una y otra vez a las meditaciones sobre la finitud. El valor de esas meditaciones radica, según Foucault, en anticiparse a lo que el imaginario proyecta sobre la muerte como un mal y descubrir que en realidad es una experiencia. Otra. Descubrir además la posibilidad de acariciar nuestra propia vida con una mirada retrospectiva que únicamente se alcanza en las postrimerías. Considerar que estamos cerca del final otorga un valor específico a cada una de nuestras acciones. La muerte se apodera del navegante en el mar, del labriego en el campo… “Y tú, ¿en qué ocupación quieres que te sorprenda?”, pregunta Foucault citando a Epicteto. Luego recurre a Séneca, quien esperaba su último día para erigirse en juez de sí mismo y saber si su virtud había residido en los labios o en el corazón.

      En los apuntes de la última clase, en un fragmento que no llegó a leer a los alumnos, Foucault dice que quiere insistir en que no existe instauración de la verdad sin una reafirmación radical de la alteridad: la verdad nunca es lo mismo, ya que sólo puede haber verdad en la forma del otro mundo y la otra vida. Con este guiño final Foucault nos regala –nuevamente– el más delicado de los tonos.

      E.D., 2014

      Treinta años de la muerte de Paul (Michel) Foucault

      I

      LA VIDA Y LA OBRA

      Se puede leer cada uno de mis libros como un fragmento de autobiografía.

      Michel Foucault

      En el octavo libro de la Odisea, se lee que los dioses tejen desdichas para que a las futuras generaciones no les falte algo que cantar. En el recorrido por el devenir histórico se advierten desencuentros como para que a los filósofos no les falte algo que pensar. Las “desdichas” que posibilitan la filosofía son desencuentros entre la teoría y la práctica, entre lo que se dice y lo que se hace, entre lo que se proyecta y lo que se logra. En esa escisión entre las palabras y las cosas se instauran las problematizaciones. Ellas son una de las condiciones de posibilidad de la filosofía.

      La filosofía de Foucault es una ontología histórica. Ontología, porque se ocupa de los entes, de la realidad, de lo que acaece. Histórica, porque piensa a partir de los acontecimientos, de datos empíricos, de documentos. Una ontología histórica es una aproximación teórica a ciertas problematizaciones epocales.

      La obra de Foucault puede dividirse en tres etapas: la arqueología, la genealogía y la ética. Aquí se analizan solamente los textos fundamentales de esas etapas. El resto de los discursos de Foucault, se mencionen o no durante el desarrollo del texto, son citados al final del libro.

      En su primera etapa, la arqueológica, Foucault procura hacer una ontología histórica de nosotros mismos en relación con la verdad a través de la cual nos constituimos en sujetos de conocimiento. En un segundo momento, el genealógico, intenta producir una ontología histórica de nuestros modos de sujeción en relación con el campo de poder a través del cual nos constituimos en sujetos que actúan sobre los demás. En la tercera etapa, la ética, pretende elaborar una ontología histórica de nuestras subjetividades en relación con los cuestionamientos a través de los cuales nos convertimos en agentes morales. En los tres períodos Foucault se ocupa de las formas de subjetivación como producciones históricas.

      Adhesiones y rechazos aparte, el pensamiento de Foucault se ha incorporado a la temática filosófica contemporánea. Como toda concepción filosófica, constituye un espacio abierto al ejercicio sagital de la crítica y del reconocimiento. Tal es la actividad teórica que me propongo. Mi discurso intenta sumarse al de todos aquellos que, ejerciendo una función contradogmática, eligen la búsqueda de los placeres del pensamiento racional. Incluso, cuando en esa elección se prefiere reflexionar sobre las secretas aventuras del desorden y de las diferencias.

      Foucault nació el 15 de octubre de 1926. La fecha parece una premonición; si Nietzsche hubiera vivido, ese mismo día habría cumplido años, exactamente ochenta y dos. Nietzsche vivió cincuenta y seis años; Foucault, cincuenta y ocho. Murió el 25 de junio de 1984 en la Salpêtrière, uno de los establecimientos de encierros más tematizados por él en su juventud.

      Era provinciano. Nació en Poitiers. Allí realizó sus primeros estudios. Época de bonanza. Más tarde comenzaron los inconvenientes. En un ambiente de incertidumbre y guerra, supo de fracasos estudiantiles. Primero en el cuarto año del colegio secundario; luego en el intento inicial para acceder a la educación superior. Y, finalmente, para obtener la agregación. La elaboración de estas duras experiencias de vida puede haber dado, tal vez, la temática de la primera parte de la obra de Foucault: su preocupación por el saber, por la verdad, por la episteme. La arqueología.

      Los sucesos de mayo de 1968 abrirán otra etapa en la vida de Foucault y, al mismo tiempo, otra etapa en su obra. Comienza la genealogía. La problemática del poder, desde el punto de vista teórico, se inscribe límpidamente en una búsqueda vital de militancia activa. Foucault necesita una teoría que dé cuenta de las prácticas sociales en las que subsiste. Canaliza esta inquietud analizando las exclusiones del discurso y el origen de la prisión. Surge su teoría del poder a través de una búsqueda a la que le dedicó doce años de su vida.

      Al comenzar la década del 80, la reflexión sobre el poder le deja paso a la reflexión ética. Hay una bisagra que las articula: el sexo. Foucault, herido de muerte, piensa sistemáticamente sobre el amor, el deseo y el cuidado de sí. Asume la más clásica de sus indagaciones filosóficas porque, rastreando las relaciones éticas entre libertad y verdad, se pregunta cómo hacer una obra de arte de la propia vida.

      ¿Dónde termina la vida? ¿Dónde comienza la obra? Vanas preguntas de agrimensores intelectuales. Los acontecimientos vitales no representan el crepúsculo donde se hunde la obra, sino el espacio en el que se realiza. El discurso mediatiza la realidad de quien lo enuncia. En la obra está la vida, en la vida está la


Скачать книгу