knifer. Adrian Andrade
—Para ello han seleccionado nuestra división para comenzar por Wana Ridge, Naha.
—La capital de Okinawa —mencioné.
—Así es Cabo —afirmó el Teniente—. De esta manera el Shuri estará completamente envuelto, obligando a los japoneses expuestos a retroceder hacia el castillo.
—Donde los bombardearemos con facilidad —agregué con admiración.
No cabía duda que era un excelente plan ideado por el Teniente General Simón Bolívar Buckner del Ejercito X, ahora sólo faltaba ejecutarse con éxito.
—¿Querías un poco de acción, no Cabo? —expresó Carl dirigiéndome una ligera sonrisa.
—¿Cuándo comenzamos? —regresé la cortesía.
—Inmediatamente —me notificó el Teniente.
Me preparé para regresar a los barcos, pero Carl me detuvo en pleno proceso para darme una información relevante.
—Debo notificarte que en esta ocasión dirigirás oficialmente una sección, bajo el mando del sargento Parker por supuesto.
—Lo que me faltaba —volví a darme la vuelta y fui de nuevo detenido.
—Christian, no te fíes de las praderas.
—Lo sé, no es mi primera vez.
—Más vale y no sea la última porque mi cuello está en riesgo.
—Tu cuello está sano y salvo como siempre lo ha estado.
—En ese caso —retomó su papel de Sargento—, no me queda más que desearte una buena cacería, cabo Copeland.
—Así será sargento Walker —lo saludé siguiéndole el papel.
Me subí al barco y comencé a dirigirme a la playa. No podía creer mi regreso a la acción; ahora que lo miraba no me encontraba muy feliz. El sólo hecho de tener que coordinar a varios compañeros de forma legal me provocaba náuseas. Tenía un presentimiento que el novato no saldría vivo de esta y no dependía de mí, sin embargo no podía evitar ignorarlo.
Había un motivo por lo cual me causaba responsabilidad y lo desconocía. Tal vez era su actitud, porque cada vez se parecía a la mía. De esto no estaba seguro, Blake me hubiera ordenado a no prestarle atención, pero nunca fue mi plan comandar una sección. Ahora que me doy cuenta, Blake era más sabio de lo que yo suponía, puesto que en una ocasión mencionó indirectamente que yo mismo encabezaría un ejército. Perspicazmente lo disfrazó con comandar mi propia vida para ganarse mi indagación.
Lástima que me cueste trabajo creer en Dios porque seguidamente le pediría que me protegiera como lo ha estado haciendo, si es que él ha sido la razón de la cual sigo vivo a pesar de mi terquedad por seguir luchando hasta el final. Para mi fortuna, el fin de la guerra no se encontraba tan distante.
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