Paranoia. Germán Ulises Bula Caraballo
que van a reglón seguido. La sostenibilidad administrativa y financiera es un tema abisal en la universidad, en la medida en que los horizontes de sentido de La Salle están impregnados con la idea de ofrecer educación de alto nivel sin quebrar a nuestros estudiantes y a sus familias, pero sabiendo al tiempo que es importante atender la preocupación por que la universidad siga, perdure, se sostenga y mejore.
Extensión es un tema recurrente en el que surgen sin cesar asuntos heterogéneos. ¿Cómo puede la Universidad de La Salle conectar con la vida y los problemas que están más allá de los límites de sus instalaciones? ¿Qué acciones podrían conducir a diversificar los ingresos de la universidad? ¿Cómo alimentar las actividades académicas de personas con experiencia de recursos, de posibilidades de trabajo, de lecciones internacionales, etc.? De nuevo, solo mencionamos (e injustamente) algunos de los dilemas de La Salle para ilustrar, al menos medianamente, los retos que todos los días nos convocan.
Ahora bien, todas las recalcitrantes dudas y los retos que tenemos en la Universidad de La Salle siempre son acogidos con el carisma de una comunidad con la capacidad de pensarse y de cuestionarse abiertamente. Nos parece digno y exaltante el reconocimiento de que la Universidad de La Salle incorpora el carisma de la discusión y el debate vehemente y pacífico como fuente de perspectivas y elaboración de caminos futuros. Ninguno de los asuntos mencionados nos parece vedado. Ninguna argumentación nos parece señalada. Ninguna perspectiva nos parece estigmatizada. Sí hay pasión y entrega. Y muchas dudas que resolver. Y la universidad no hace más que ofrecer el escenario y garantizar las libertades para enfrentarlas y proponer eventuales soluciones. Ello es motivo de inmenso agradecimiento, pues la investigación que estamos presentando tiene asiento justo en ese carisma. Usamos las fuentes que quisimos. Incluimos los temas que consideramos relevantes. Aplicamos las perspectivas teóricas que, según nuestro criterio, son adecuadas al problema planteado. En fin, hemos trabajado sin restricciones, presiones o riesgos.
Por supuesto, es fundamental recordar la generosidad y el apoyo de las diversas instancias que propician nuestra investigación: la Vicerrectoría de Investigación y Transferencia, la Vicerrectoría Académica y la Facultad de Filosofía y Humanidades fueron los escenarios administrativos y académicos que permitieron conseguir los resultados alcanzados. Si son buenos, de calidad y pertinentes, no habremos de juzgarlo nosotros. Los conceptos, las tesis teóricas, las aproximaciones metodológicas, los datos y las referencias, etc., tienen valor en quienes puedan alguna vez usar todo eso para sus propios asuntos. Si conseguimos hacer conexión en el devenir de cualquier otro en la universidad; si, por otra parte, logramos agenciamientos con el afuera de nuestras mentes, intereses y sentimientos; y si, finalmente, extendemos en vías complejas y diversas nuestra existencia, a propósito de lo que alguien más pudiera pensar, querer o lograr; si todo lo anterior llega a darse, tendríamos justificados el tiempo y la dedicación que le hemos entregado a esta investigación. Agradecer las posibilidades de devenir nos resulta así un gesto más honesto y amoroso con la universidad.
Dicho con absoluta precaución: aquí no hacemos otra cosa que preguntarnos por las condiciones ético-políticas de la Universidad de La Salle bajo la presunción de que tal reflexión es inevitable si queremos enfrentar adecuadamente el escenario de los tiempos por venir de la educación superior.1 Por supuesto, no tratamos, en ningún momento, de identificar y defender alguna idea genérica de universidad. La investigación no versa sobre las distintas concepciones de universidad que existen y sobre las que se debate álgidamente desde hace ya bastante tiempo (cfr. Bartnett 2012; Harkavy 2006). Tampoco se trata de saber qué es lo que sería mejor para la Universidad de La Salle a la luz de los cambios culturales recientes y los cuestionamientos actuales de la educación. Esto seguramente sería propio de adivinadores o estafadores. Es importante tener presente que nuestra investigación asimila los debates acerca de la educación superior en Colombia a la pregunta general de cuáles son las condiciones que necesita nuestra institución para garantizar la duración y el crecimiento de las comunidades humanas y las redes que la componen. Eso quiere decir que la investigación sobre las condiciones institucionales de la Universidad de La Salle (e. g., las normas, los procedimientos, los objetivos misionales, la visión y la estructura administrativa de la universidad) va de la mano y precisa entre nosotros de la discusión sobre los acuerdos por lo superior que recientemente se han dado en nuestro país.
Es difícil negar que los temas de acceso, permanencia, graduación, calidad y pertinencia, investigación, regionalización, articulación de la educación media con la educación superior, formación para el trabajo, nuevas modalidades educativas e internacionalización son motivo de serias preocupaciones (CESU 2014, 90-112); pero lo cierto es que estos temas no son los únicos que deben ser considerados. Permítasenos aclarar las cosas. Lo siguiente es algo que todo el mundo sabe, pero también es un lugar común que no parece tomarse realmente en serio: no se puede hablar del asunto de las finalidades morales, las necesidades financieras y administrativas, el sentido y las justificaciones políticas de la universidad sin correr el riesgo de enfrentar el vacío abisal en el que esta ya no tendría otro destino que convertirse en una empresa más dedicada a reproducir el mundo así como es (cfr. Derrida 1997, 135-138). Digámoslo una vez más: el debate sobre los horizontes de sentido de la universidad no puede llevarse a cabo sin tener en cuenta la posibilidad de comprender y cuestionar el carácter procesual y polémico de las identidades laborales, los contextos institucionales y los escenarios normativos de la educación superior. Al menos no sin el riesgo de minimizar y hacer superfluo el debate sobre la calidad de la educación y sin correr el riesgo de que la universidad sea el escenario de reproducción de la injusticia social, de la segmentaciones políticas, de los malestares anímicos, etc.2
Pues bien, en el marco de esas problemáticas complementarias instalamos la presente investigación, cuyo objetivo central es elaborar un modelo conceptual que permita aprehender el hecho de que la Universidad de La Salle es una institución en peligro de incorporar ciegamente la autoridad abstracta de indicadores y estándares, así como la jerarquización académica y administrativa de las organizaciones centralizadas y endurecidas, y descuidar, de este modo, la discusión académica y ético-política sobre la calidad de la educación.3 Todo, con el efecto de asegurar las semillas fértiles para la incidencia de competitividades, agresividades, individualismos, iras, medidas cada vez más sorprendentes, dogmatismos y fundamentalismos.
En La Salle, esto de querer aparecer en los rankings y ajustarse a los esquemas organizacionales allí supuestos no hace más que proporcionar las semillas favorables a las crudas competencias universitarias de estos tiempos. No hay que juzgar rápidamente. El asunto, en el fondo, es la expresión de los intestinos y convulsivos procesos y dinámicas que las comunidades hoy enfrentan ampliamente en las instituciones de educación superior. De allí que sea importante acentuar el hecho de que es terriblemente peligroso basar los horizontes de sentido y las orientaciones normativas de las instituciones en ilusiones trascendentales y abstractas.4 Hablamos del riesgo de moldear la comunidad según prescripciones genéricas y atendiendo solamente la operación jerarquizante de cobijar las diferencias con la mismidad. En el terreno de la educación y la vida universitaria es importante subrayar que los indicadores y los estándares relativos a modelos de medición y las estructuras de organización vertical y centrada tienen una profunda tendencia a reducir lo diferente en el plano cualitativo a lo mismo en el plano cuantitativo.5
Por otra parte, vamos a insistir en que las valoraciones extrínsecas de las mediciones y los criterios de centralización administrativa, en sus consabidas reducciones, se traducen en el complejo de la paranoia, en cierto despotismo de las comparaciones (ranking), en la ultraburocratización y otros modos de rigidez estructural en la praxis universitaria, lo que representa un precio muy alto que debe ser calibrado y cuestionado propositivamente.
En los debates sobre la calidad de la educación nunca está de más percatarse y reflexionar sobre el impacto emocional y político de la problemática de las mediciones, los estándares y las jerarquías; reflexión que se justifica sencillamente en la necesidad de saber qué es lo que hace crecer o disminuir las comunidades académicas y las capacidades institucionales de la universidad.