Historia del Próximo Oriente antiguo. Marc Van De Mieroop

Historia del Próximo Oriente antiguo - Marc Van De Mieroop


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nos han obligado a reconsiderar la primacía y dominio de Mesopotamia en muchos aspectos de la Historia.

      Hay que presentar una última idea sobre la distribución y naturaleza de las fuentes. En el Próximo Oriente antiguo hay una correlación directa entre la centralización política del poder, el desarrollo económico, la construcción de arquitectura monumental y el incremento de la producción de todo tipo de documentos escritos. Así, las fuentes, tanto arqueológicas como textuales, acentúan los momentos de fortaleza política. La Historia es por naturaleza una ciencia positiva (es decir, discutimos lo que se ha preservado) y se concentra necesariamente en esos momentos en que las fuentes son más abundantes. Entremedias aparecían lo que denominamos «eras oscuras». Con todo, los tres milenios de historia del Próximo Oriente antiguo están cubiertos con una continuidad casi total y en ocasiones las fuentes son muy abundantes. Por ejemplo, la documentación disponible sobre la Babilonia del siglo XXI supera en número y ámbito los textos escritos de muchos períodos posteriores de la historia. El Próximo Oriente antiguo no da a conocer las primeras culturas de la Historia sobre las que puede desarrollarse una investigación histórica auténtica y detallada. En esta investigación hemos de ser muy conscientes de la naturaleza de las fuentes, sin embargo. Puesto que derivan casi exclusivamente de las instituciones e individuos que ejercían el poder, se concentran en sus actividades y presentan sus puntos de vista. Siempre describen los éxitos de los reyes, por ejemplo, nunca sus fracasos. Representan a los poseedores del poder como los actores únicos de las sociedades, ignorando al pueblo, y los procesos que se oponían a sus acciones y debilitaban su efectividad. Es fácil ser llevado al error y acabar viendo la historia del Próximo Oriente antiguo como una larga secuencia de gestas gloriosas de reyes, cuyo control sobre las sociedades era absoluto. Ciertamente no era así y a lo largo de la historia hubo políticas fallidas, operaron líneas de oposición e individuos y comunidades escaparon a los controles cuya existencia proclaman las fuentes oficiales y demás. Existieron discursos alternativos, pero no podemos recuperarlos a partir de relatos explícitos. Por el contrario, tenemos que cuestionarnos los relatos que tenemos —leer entre líneas— a fin de obtener una imagen equilibrada.

      1.3. GEOGRAFÍA

      El Próximo Oriente es una vasta extensión de tierra situada en la intersección de tres continentes: África, Asia y Europa. Allí se juntan tres placas tectónicas y sus movimientos determinan la geografía de la región. La placa árabe presiona hacia el norte bajo la placa irania, empujándola hacia arriba y viéndose obligada a descender. Donde chocan ambas placas hay una larga depresión que se extiende desde el mar Mediterráneo hasta el golfo Pérsico, por donde corren los ríos Tigris y Éufrates, convirtiendo el desierto en tierra muy fértil allí donde alcanzan sus aguas. Las placas africana y árabe se encuentran en el extremo occidental del Próximo Oriente y están separadas por un angosto valle a lo largo de los montes Amanus y del Líbano, situados en paralelo a la costa mediterránea. Hay poco espacio disponible para asentamientos costeros, excepto al sur, donde se ensancha la llanura. El norte y el este del Próximo Oriente están también definidos por cordilleras elevadas, el Tauro y los Zagros, que contienen las fuentes de todos los ríos de la región. El sur de la región es una enorme masa llana, que forma los desiertos de Siria y Arabia. Se vuelven más montañosos al dirigirse al sur y carecen de agua casi por completo.

      Los fenómenos geológicos, terremotos y erupciones volcánicas, así como los efectos del viento, la lluvia y el agua, han creado un área de gran diversidad. En considerable contraste con la imagen popular del Oriente Medio como una extensión llana y monótona, la variación entre entornos naturales es enorme, desde grandes pantanos hasta vastos y áridos desiertos, y desde zonas deprimidas de carácter aluvial hasta montañas elevadas. También, en la escala local, existen grandes variaciones ecológicas en microentornos muy definidos. Dos ejemplos demuestran esto. Babilonia, el área entre el golfo Pérsico y la actual Bagdad, puede parecer un área con poca diversidad que dependía de la irrigación del Éufrates y el Tigris para su supervivencia. Pero esa extensión contenía zonas ecológicas muy diferenciadas. El norte era una meseta desértica donde la agricultura solo podía darse en los angostos valles fluviales. Algo más río abajo, los ríos penetraban una zona aluvial llana, pero mantenían canales claramente definidos que hacían posible la agricultura por irrigación en parcelas cuadradas. Al sur de la ciudad de Babilonia, los ríos se dividían en ramales en cambio constante que corrían casi al nivel del suelo y numerosos canales de construcción humana conducían agua a parcelas alargadas. Finalmente, cerca del golfo Pérsico extensas marismas hacían la agricultura imposible. En cada una de estas zonas había presencia de distintos nichos ecológicos próximos, dependiendo del acceso al agua y otros factores, orientados al suministro de recursos: pescado y juncos en las marismas, pasto para rebaños de ovejas en la estepa septentrional, etc. La extensión y localización de estos nichos fue variando a causa de factores naturales y de la actividad humana y el paisaje experimentó cambios a lo largo del tiempo. Pero la diversidad natural siempre caracterizó el área que genéricamente denominamos Babilonia.

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      En las montañas del Líbano hay un abanico de ecosistemas incluso mayor. El valle de la Beqa’a, entre las cordilleras del Líbano y el Antilíbano, tiene unos cien kilómetros de largo y veinticinco de ancho. Sobre el mapa, esta pequeña área parece uniforme, pero hay diferencias locales. Las altas montañas producen precipitaciones abundantes en la zona occidental; el área al este es consecuentemente seca. Los manantiales, aunque numerosos, se hallan dispersos de forma irregular a lo largo de la región y el río Orontes no es una buena fuente para agua de irrigación. Las zonas húmedas alternan con áreas muy secas, las zonas de horticultura intensiva con zonas donde solo pueden subsistir los pastores. El valle es por lo tanto una colección de lo que se ha denominado microecosistemas, cada uno de los cuales permitía distintos modos de vida.

      Dentro de esta zona tan vasta debemos reconocer la gran variabilidad del entorno natural. Sin embargo, hay ciertas características básicas con importantes repercusiones para el sustento de sus pobladores. La agricultura, el requisito previo para asentamientos permanentes de elevado número de habitantes, es difícil. Las precipitaciones son escasas en casi todas partes porque las cordilleras elevadas del oeste dejan extensas zonas del Próximo Oriente en la zona de sombra de la lluvia. La agricultura que depende de la lluvia, la llamada agricultura seca, requiere al menos 200 mm anuales de agua. La isoyeta de los 200 mm, esto es, la línea que conecta los puntos con ese mismo nivel de precipitaciones, traza un amplio arco desde el Levante meridional hasta el golfo Pérsico. Las montañas y colinas reciben más lluvia, las planicies menos e incluso prácticamente nada. Pero la línea del mapa puede resultar engañosa: la variabilidad anual es grande y hay una amplia zona marginal que a veces recibe suficiente lluvia pero a veces no. La agricultura dependiente de la lluvia solo está garantizada al llegar a la isoyeta de los 400 mm. El efecto en los asentamientos humanos es drástico. Al sur de la isoyeta de los 400 mm, la agricultura solo es posible si hay ríos que aporten agua para irrigación. El Tigris y el Éufrates constituyen una línea de salvación para la llanura de Mesopotamia, donde las precipitaciones son escasas y erráticas. Ambos ríos y sus afluentes, Balij, Habur, Gran Zab y Pequeño Zab, Diyala, Kerkheh y Karum, nacen en las montañas de Turquía e Irán, donde la lluvia y la nieve los alimentan. Como ríos perennes, su agua puede explotarse para irrigar cultivos mediante gestión cuidadosa y técnicas que se analizarán posteriormente en este mismo capítulo.

      En el período de tiempo que estudiamos es muy posible que tuvieran lugar largas fases de sequía. Aunque podemos asumir que en los últimos diez mil años el clima del Próximo Oriente no ha cambiado sustancialmente, es seguro que incluso las variaciones marginales tuvieron graves consecuencias para sus habitantes e impacto en los desarrollos históricos. ¿Fue la llamada Edad Oscura el resultado de un período de clima más seco? Habría hecho imposible la agricultura dependiente de la lluvia en zonas que habitualmente dependían de ella y habría hecho descender el nivel de los ríos hasta tal punto de que las zonas irrigadas mermasen. ¿O debemos concentrarnos en factores humanos a la hora de explicar esos períodos? Veremos


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