Entre barricadas. Máximo Hernán Mena
Denkmal, que puede ser entendida como “monumento”, artefacto convocante para el recuerdo (sentido asociado a la memorización o a la conmemoración) o como “marca” en la memoria, que se resignifica constantemente (rememoración). Me gusta pensar que los recuerdos son como marcas, huellas que llevamos siempre con nosotros, grabadas en nuestra piel y en nuestros pasos. Esas marcas pueden ser reconocibles en cualquier momento, reclaman permanecer.
Introducción
El único deber que tenemos con la historia es reescribirla.
Oscar Wilde
Ästhetik ohne Ethik ist Kosmetik.
Ulay (Frank Uwe Laysiepen)
I
Desde comienzos del siglo XIX, a partir de las luchas por la independencia y la declaración de 1816, Tucumán se transformó en un espacio político relevante de las entonces Provincias Unidas del Río de la Plata. En el transcurso de esos años se forjó como un importante centro de desarrollo cultural y económico para la región. En este sentido, a fines de siglo, la industria azucarera se convirtió rápidamente en una de las actividades económicas más pujantes del país. En contraste con este panorama, a lo largo del siglo XX fue una de las provincias más castigadas por las dinámicas autoritarias y las sucesivas dictaduras militares. En todo su territorio se llevaron a cabo sucesivos procesos de represión económica y social: con la dictadura autodenominada “Revolución argentina” que en 1966 dictaminó el cierre de once ingenios azucareros, lo que ocasionó una verdadera hecatombe social, y luego, al sufrir en los cuerpos de sus habitantes, desde 1974, la desaparición de hombres, mujeres y niños, modalidad luego convertida en sistema con el Operativo Independencia de 1975. Un prólogo de lo que luego sería el Proceso de Reorganización Nacional.
Por ello es que el trabajo con las novelas y la historia de Tucumán permite revisar problemáticas y representaciones discursivas sobre las continuidades históricas entre dictadura y democracia, y el funcionamiento de las dinámicas de la memoria y del olvido en el marco de los procesos sociales. De este modo, al ser la novela un género que alberga otros registros en su entramado, es posible explorar los diferentes discursos sociales mediatizados a través de la escritura de los autores que escribieron Tucumán, al tener presente que ellos siempre procuraron la construcción de una “geografía imaginaria” (Said, 2002), del mismo modo que antes escribieron sobre Tucumán Voltaire, Echeverría, Concolorcorvo, Sarmiento, Alberdi, Mármol, Groussac, Lugones, Banchs o García Lorca (Departamento de Extensión Universitaria, 1970). Una búsqueda de los novelistas que puede ser leída como una operación crítica y política en el marco del sistema literario argentino. En este sentido, en sus escritos Juan José Saer (2014: 99) señaló que el escritor escribe desde un lugar y al mismo tiempo escribe ese lugar. De algún modo, un autor escribe sobre el lugar (puede pensarse en temas o marcas imaginarias), pero también escribe sobre ese lugar, es decir, lo sobreescribe, lo vuelve a contar, recubre las huellas con las marcas de su ficción. Esto obliga a reflexionar en la cuestión de la literatura en/desde/sobre/para/por Tucumán, lo que supera la discusión sobre una posible literatura tucumana. Por otro lado, esta problemática se relaciona con el modo en que la ficción encubre/recubre/descubre la realidad y con aquellos discursos (por citar un ejemplo) desde el exilio que atraviesan la literatura argentina: Sarmiento, Echeverría, Alberdi, Hernández escriben sobre el lugar. La distancia (figurativa y geográfica) del exilio les permite sobrevolar los sucesos y las geografías desde lo imaginario. Hay superposición a partir del realismo y la reescritura de la historia. El lugar es entonces la “forma empírica del todo”, un decisivo punto de intersección entre lo material y lo simbólico (Saer, 2014: 100).
Se intenta identificar y trabajar una zona de indeterminación existente entre la ficción y la historia (Kracauer, 2010). Desde esa suerte de barricada, en esa área intermedia, en el espacio de detención, duda, rememoración y acción, se abordan novelas de autores tucumanos publicadas entre 1950 y 2000. Luego del relevamiento de este corpus novelístico es posible poner en discusión el estereotipo o lugar común que concebía la producción literaria de la zona (Saer, 2014) del noroeste argentino como centrada casi exclusivamente en la poesía y la narrativa breve y, al mismo tiempo, poner en contraste la producción novelística en Tucumán con la del resto de las provincias de la región. Una de las primeras hipótesis que guiaron este trabajo planteaba que en la novelística se representaban discursivamente tensiones y conflictos producidos por procesos históricos y sociales. Por lo tanto, se intentará explorar de qué manera esta conflictividad de los procesos históricos del pasado reciente tensa los relatos y produce la fragmentación y/o dislocación de las narratividades en la novela.
Acaso en este momento se comprenda mejor el deseo y la incertidumbre que vibran en la frase de Oscar Wilde incluida por Tomás Eloy Martínez como uno de los epígrafes de Santa Evita.
II
La literatura puede recubrir (encubrir) o tratar de escribir la historia. Puede también proponer un camino para reescribirla. Estos cruces y meandros son fundamentales en los derroteros de la literatura argentina. Desde los años anteriores a la Revolución de Mayo en 1810, la escritura literaria se propuso construir una geografía que, en muchas zonas y en repetidas ocasiones, se encontraba en contrapunto con la realidad misma. Como señaló Graciela Scheines, si el ensayo, desde los proyectos románticos, es un “pensar itinerante”, un “vagabundeo intelectual”, una búsqueda de lucidez y del futuro, también la novela argentina se transforma en modulación del ensayo. En ese tipo de textos, señala Scheines (1993: 132-133), en los que “somos por escrito”, se construyen geografías que reemplazan territorios: “habitamos una geografía literaria (ficcional) que encubre la geografía real”. Así lo confiesa el mismo Domingo Sarmiento, en su primer discurso como presidente en 1868, al afirmar que había descripto en el Facundo lugares que aún no había conocido:
Yo había descripto la Pampa sin haberla visto, en un libro que ha vivido, por esa descripción gráfica […] La imaginación del estadista americano, que está improvisando sobre esta tierra virgen mundos nuevos. (Sarmiento, citado por Halperín Donghi, 1995: 562)
En este sentido, y a manera de ejemplo, puede señalarse que en el mismo Himno Nacional se canta la música de la gloria y de los laureles que coronan las cabezas de los guerreros, como recuperación de la gesta revolucionaria de 1810.1 Pero será en los meses posteriores cuando, en el noroeste argentino, sus habitantes junto con los soldados del Ejército del Norte se enfrentarán a los avances del Ejército realista. En septiembre de 1812 se produciría la batalla de Tucumán, a raíz de una desobediencia del general Manuel Belgrano. Faltaba un tiempo para que los congresales afirmasen en Tucumán la independencia en julio de 1816, y varios años más para que José de San Martín diera el golpe de gracia al poder realista luego del cruce de los Andes. Con las frases del Himno, la gloria y los laureles llegaban antes de la batalla, de la guerra, de la sangre. Como si no hubieran sido necesarios los enfrentamientos o como si solo fueran efectos mínimos en perspectiva de los logros y de las victorias a alcanzar. Lo escrito (y cantado) en el pasado trataba de reemplazar marcas inevitables de lo futuro.
A la gloria y los laureles que se imaginaban en el presente, o posiblemente en el futuro, le siguen las imágenes de sangre, “de guerra, y furor”. Se anunciaba la muerte, pero se afirmaba que esta debería ser, por lo menos, gloriosa. Pero la muerte nunca lo es y tampoco se puede jurar cómo se ha de morir. La escritura del Himno es un reclamo para el futuro, una aspiración o un deseo. La literatura se arroja hacia el futuro, intenta planificarlo o disponerlo de un modo acorde con los deseos presentes. Y esto ocurre ya desde comienzos del siglo XIX, atraviesa la existencia de las Provincias Unidas del Río de la Plata y luego de la República Argentina hasta el presente. Los textos fundamentales de la narrativa argentina comparten este carácter disruptivo y de reformulación. Incluso, estas obras que funcionan como claves en el sistema literario argentino poseen una relación ambigua con las formas o los géneros. Estos libros