Para que mi bebé crezca con paz interior. Eric Barone
del hombre», el manual de comportamiento siempre oportuno, una guía del perfecto padre... En tono de humor, Barone escribió un ensayo que leí varios años antes de tener a mi primer hijo... y me dejó perplejo. Al punto de convertirse en una de las razones que me llevaron a estudiar la Terapia Akáshica: quería sentirme mejor preparado para la paternidad. El ensayo que leí empezaba así:
«¡Nuestros hijos! pequeños y grandes. ¿Cómo darles lo mejor sin ablandarlos, guiarlos sin enfrentarlos, amarlos sin asfixiarlos? ¿Cómo hacerlos felices, fuertes y operativos pero con cariño?
Ser padre es la profesión más difícil del mundo y la de mayor responsabilidad. Supongo que la «escuela de los padres» es el posgrado de la universidad de la vida, pero ¿conoce a alguien que ya se haya recibido? Debemos abocarnos a crear un programa que enseñe cómo ayudar a nuestros hijos combinando medios energéticos diversos, en proximidad de ellos o a distancia, según la edad y las circunstancias. Volvernos «padres akáshicos» y enseñar a los demás cómo hacer lo mejor para sus hijos sería el más grande «servicio a la humanidad» que podríamos cumplir».
Me dediqué entonces a trabajar en esta dirección, viviendo la Terapia Akáshica al compás del crecimiento de mis hijos.
Soy un padre feliz porque pude presenciar el nacimiento de la «generación akáshica». No llamo así a la generación de los video juegos y de internet, aunque coincida con ella, sino a la conformada por niños que saben que el mundo no se limita a lo que ven, que saben que su conciencia se puede expandir hasta alcanzar voluntariamente energías infinitas, conectarse a corrientes invisibles; es una generación que intuye que va a gozar de mecanismos secretos del universo que pueden aprender a utilizar. En definitiva: pertenecer o no a la generación akáshica dependerá de utilizar o no estas energías. Ellos comprendieron que no todo pasa por la escuela, ni por internet, sino por el uso de sus chakras, el control de su kundalini, la apertura especial de su tercer ojo, el conocimiento de sus vidas pasadas, y lo más importante de todo: el descubrimiento y el cumplimiento de su misión espiritual.
Con gran placer y el orgullo de un padre que participó del nacimiento de la generación akáshica, les comunico mis observaciones a lo largo de varios años e intentaré hacerles percibir todo lo que la Terapia Akáshica, a través de sus técnicas, puede y podrá aportar a la gran aventura de la crianza. Prepárense para una lista de sorpresas:
1. La primera proviene de una herramienta de la Terapia Akáshica llamada «sincronización akáshica». Nació hace muchos años cuando una abuela desconsolada vio que su hija esquizofrénica, recién embarazada, hablaba constantemente de matar a su futuro bebé. La abuela sentía todo el daño que haría al feto esta actitud.
Cuando consultó a Barone, y este buscó una solución en los registros akáshicos, concluyó que la mejor técnica era que el bebé, durante toda la gestación, emplee una técnica de control mental de su libro «Control mental de acuario» llamada Pirámide de fuego. Esta técnica permite aislar la mente de quien la practica de un asalto mental repetido y destructor. Obviamente se presentó la dificultad de cómo haría el feto para poder practicarla. La solución vino de la mano de una técnica que Eric Barone llamó Sincronización akáshica. Mediante ésta (que actualmente es practicada por centenas de miles de personas), la abuela se sustituyó al bebé. Así, practicándola diariamente en nombre del feto, la abuela posibilitó que nazca un maravilloso bebé que ahora ya es adulto. Esta técnica luego se generalizó, y abrió las puertas a la certeza de que la Terapia Akáshica era la primera terapia en actuar a distancia sobre o en reemplazo de personas que no quieren o no pueden llevar a cabo las prácticas que van a mejorar su vida. Gracias a ella, usted puede ejercitar a distancia todas las técnicas energéticas que desee a favor de sus hijos sin necesidad de que lo sepan incluso en caso de que las rechacen o aún si descreen de ellas.
No siempre tenemos que pedir permiso para hacer un bien a los demás, ¿acaso pedimos permiso a alguien cuando queremos rezar por él?
2. Otra sorpresa nos espera al saber que este método se puede aplicar a toda persona a la que queramos ayudar en su desarrollo. Por ejemplo, nuestros amigos, nuestros conocidos y, antes de que se lo pregunten, sí, incluso a ustedes mismos. Uno puede trabajar con su propio pasado con el mismo sistema que se emplea para ayudar retroactivamente a nuestros hijos.
3. En conclusion y como ultima sorpresa de este libro, sería una omisión injustificable no explicar el concepto que Barone desarrolló acerca de la «madre sacerdotisa». El sostiene que el embarazo ocurre porque el líquido amniótico es capaz de concentrar la más alta dosis de bioenergía de vida del universo. Este fenómeno único y maravilloso resignifica al embarazo como la mayor alquimia del universo, pero tiene además otra consecuencia muy práctica: por haber podido concentrar tanta energía de vida durante tantos meses, cada madre conserva este poder de manejo de las energías a beneficio de sus hijos y por ello puede convertirse en «madre sacerdotisa».
La Historia está colmada de mujeres sacerdotes, chamanes, magas, curanderas y sanadoras. Este poder pueden utilizarlo toda la vida y no solamente sobre sus propios hijos, sino sobre toda persona que lo necesita. Más que sobre cualquier otra persona, recae sobre la madre el derecho de usar todas estas técnicas que pone a disposición de ambos padres la Terapia Akáshica.
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