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      En suma, haberse graduado en Estados Unidos no le reportó grandes dividendos académicos ni económicos, ni tampoco le aseguró una apacible vida en la academia del Río de la Plata, pese a que le facilitó el logro de algunos éxitos puntuales. En 1965 fue incorporada por el Instituto Torcuato Di Tella, donde llevó a cabo investigaciones en el noroeste, el nordeste y la Capital Federal de la Argentina. En el noroeste, la experiencia catamarqueña la desarrolló con su asistente y entonces joven colega Carlos A. Herrán, como investigación y consultoría al Consejo Federal de Inversiones. Allí trató de determinar por qué las cooperativas que alentaba el gobierno federal para tejedoras de poncho y chales, y para minifundistas pimentoneros, no remediaban la desigualdad ni la emigración (Hermitte y Herrán, 1970, 1977; Hermitte, 1972a, 1972b, 1984; Hermitte y Klein, 1972-1979). En el nordeste relevó la situación aborigen en la provincia del Chaco, como coordinadora de un extenso equipo de campo del cual ella misma era parte, para demostrar que los aborígenes no necesitaban integrarse a la sociedad nacional, sino hacerlo de otra manera (Hermitte e Iñigo Carrera, 1977; Hermitte y equipo, 1996; Vecchioli, 2002). Toda esta producción, sin embargo, fue siempre marginal a las universidades centrales de la Argentina –Buenos Aires y La Plata–, a las que no pudo ingresar como profesora regular, y al Conicet. En el ostracismo impuesto a la antropología social por los etnólogos que condujeron las instituciones académicas públicas entre 1975 y 1983, Hermitte residió en el IDES, donde creó un centro de discusión y formación superior, el Centro de Antropología Social. Durante el Proceso de Reorganización Nacional permaneció en la Argentina dando cursos sobre temáticas y autores que, salvo en Misiones, no se impartían en las pocas carreras de antropología que quedaban en pie. Así, pese a su distancia premeditada de las cuestiones político-académicas, fue más una víctima que una triunfadora en el mundo institucional antropológico argentino. Con este volumen esperamos suscitar cierto reconocimiento a su olvidada o desconocida obra.

      Los materiales

      Este libro está construido sobre la base de los materiales del archivo personal de Esther Hermitte que corresponden a su investigación de posgrado en el sur de Chiapas, México. Estos materiales permanecieron bajo la custodia del IDES para luego ser entregados a las colecciones especiales del Museo Etnográfico de la Universidad de Buenos Aires.

      Los registros de los antropólogos, tan abundantes como ignorados con el paso del tiempo, son sumamente valiosos. El Council for the Preservation of Anthropological Records es una organización destinada a “ayudar a antropólogos, bibliotecarios, archivistas, especialistas en información y otros, a preservar y dar acceso a los registros de la diversidad humana y a la historia de la disciplina” (mi traducción). Los boletines del COPAR (http://www.nmnh.si.edu/naa/copar/bulletins.htm) presentan distintos aspectos de la gestión con archivos antropológicos. En el primero Sydel Silverman, directora por muchos años de la Wenner-Gren Foundation, señalaba que los archivos personales y no publicados de los antropólogos son de gran utilidad por varios motivos:

       son un repositorio de datos primarios potencialmente útiles para la investigación antropológica futura del investigador que los produjo y de otros; a diferencia de otras disciplinas, estos materiales nunca pierden vigencia ya que dan cuenta de una encrucijada témporo-espacial del pueblo en cuestión; la pérdida de los datos primarios implica la imposibilidad, o la enorme dificultad, de recuperar esa época, sus condicionamientos y su devenir; su preservación es la de la base de la investigación y del pensamiento antropológicos;

       son un registro necesario para la comprensión histórica de la formación de conceptos y la producción de conocimiento antropológico en el proceso interpretativo, donde confluyen materiales empíricos y campo teórico disciplinar; su preservación es la de un segmento de la historia de la antropología, y

       con relación a lo anterior, estos materiales dan acceso a la historia de la antropología como parte de la historia de la ciencia y de las ideas.

      Podríamos agregar que los materiales de investigación permiten visualizar los caminos trazados por innumerables decisiones que resultan en una conclusión que incorpora, de alguna manera, las contradicciones, las paradojas y los dilemas que los antropólogos enfrentamos en nuestros recorridos, repletos de interrogantes sobre lo que queremos saber, ignorancias mayúsculas sobre lo que no sabemos que existe y renuencias a algunos aspectos que nos negamos a reconocer. Estas páginas apuntan en este último sentido, aunque pueden emplearse para dilucidar los otros tres. Se trata de una elaboración más próxima a la metodología que a la historia de la antropología, procurando dar continuidad a El salvaje metropolitano que Esther misma nos hizo el honor de prologar.

      Plan de este libro

      A continuación presentamos la reconstrucción inversa de la investigación de Esther Hermitte sobre el poder sobrenatural ejercido como recurso de control social en una comunidad india tzeltal, sobre la base de su trabajo de campo en los Altos de Chiapas, en una sección de la localidad de Pinola-Villa Las Rosas, entre 1960 y 1961, y de su labor analítica y literaria entre 1960 y 1964.

      El minucioso Estudio Preliminar de Andrés Medina Hernández describe el contexto de aparición y desarrollo del proyecto Man in Nature, los climas de opinión y de avance teórico de los investigadores sociales que transitaban Chiapas, Esther Hermitte entre ellas. Este escrito adopta un enfoque muy distinto a los análisis del desarrollo disciplinar. En lugar de hacer foco en el devenir teórico, Medina reconstruye la constitución de los Altos de Chiapas como un mundo de debate y de ideas entre académicos de México, Estados Unidos y otros países de Europa y de América Latina, en una coyuntura geopolítica que marcó hondamente al hemisferio. En su advenimiento, el conocimiento antropológico discurre lejos de los habituales y frecuentemente no demostrados preceptos de la asimetría entre metrópolis (Chicago) y periferia (México), y más cerca de los intercambios donde académicos mexicanos y norteamericanos fungen a la vez como académicos, ciudadanos y funcionarios de sus países y de la región.

      La primera parte, “El punto de llegada”, contiene dos capítulos donde describimos y analizamos el resultado final de la investigación. “Lectura de una etnografía” es su primer capítulo y trata sobre el texto etnográfico Poder sobrenatural y control social. Sugerimos aquí cómo leer este género literario y cómo identificar su proceso de construcción argumental, para detectar los elementos distintivos y más problemáticos del género. Pero el punto más importante de ese capítulo es identificar su problema de investigación y la solución a ese problema. Esta sección, acaso tediosa, es imprescindible para entender el punto de llegada de la autora y provocar así la formulación de preguntas que nos permitan reconstruir su trayecto investigativo. El lector puede acompañarse leyendo la etnografía propiamente dicha. Sin embargo, aspiramos a dar una idea lo más clara posible de cómo la solución a un problema de investigación se desarrolla a lo largo de un argumento.

      En el segundo capítulo, “Los métodos en el texto”, nos abocaremos al análisis metodológico y técnico de la investigación tal como es presentado en el volumen. Identificaremos allí las señales que Esther le dio al lector acerca de cómo procedió para obtener, reunir y organizar el material empírico, dónde hizo su trabajo de campo; con quiénes, de qué manera; cuándo y con cuántos… Intentaremos así poner en relación estas decisiones con el problema de investigación y con la solución propuesta. Sin embargo, cabe advertirlo, ese capítulo contiene los elementos metodológicos y técnicos que ella dejó traslucir en su texto, lo cual es, según veremos, una mínima parte de las decisiones que adoptó en este sentido

      La segunda parte, “Organizar la evidencia”, también contiene dos capítulos. En el tercer capítulo de este libro y primero de esa parte, describiremos “El material analítico”, los informes parciales sobre su trabajo en ciernes, en desarrollo o próximo a concluir. Trataremos así de identificar a qué momento o etapa de investigación corresponde cada informe, cuál era el rumbo de la investigadora y cuáles fueron sus bases empíricas. Examinaremos aquí reportes finales, informes parciales sobre aspectos de la vida social pinolteca e informes


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