Marcadores de infecciones transmisibles vía transfusional. Jenniffer Flórez Duque
disponibilidad de unidades en los bancos, también pueden incrementar el riesgo de infección por los diferentes agentes infecciosos transmisibles vía transfusional.
En este contexto, los mecanismos para mantener la seguridad sanguínea incluyen el llamado de donantes altruistas repetitivos, la consulta en red de donantes rechazados, la selección cuidadosa de donantes a través del examen físico y un riguroso interrogatorio, diligenciamiento del formato de autoexclusión, detección de marcadores serológicos de infecciones y ensayos para la detección de ácidos nucleicos de diferentes agentes infecciosos [3].
Pese a estos esfuerzos, persiste el riesgo de transmisión de infecciones vía transfusional, entre otras razones por el periodo de ventana inmu-nológica (tiempo durante el cual el donante está infectado, no tiene signos ni síntomas y los resultados serológicos son negativos), por la existencia de donantes asintomáticos portadores crónicos de una infección, por infecciones causadas por cepas mutadas o no detectables en las pruebas y por los errores técnicos en el laboratorio [3].
Actualmente, en Colombia se siguen los lineamientos establecidos por el Ministerio de Salud y Protección Social y por el Instituto Nacional de Salud (ins), que en conjunto con el Instituto Nacional de Vigilancia de Medicamentos y Alimentos (Invima) se encargan de que los bancos de sangre cumplan la normativa vigente para mantener la seguridad del paciente.
Hasta el 12 de febrero de 2014, era obligatorio realizar a todos los donantes de sangre la determinación de cinco marcadores serológicos: anticuerpos contra el virus de la inmunodeficiencia humana 1 y 2 (vih 1 y 2), antígeno de superficie del virus de la hepatitis B (vhb) (HBsAg), anticuerpos frente al virus de la hepatitis C (vhc), anticuerpos frente a Treponema pallidum (sífilis) y anticuerpos frente a Trypanosoma cruzi (Chagas). La tamización de malaria se realiza en todos los bancos de sangre que se encuentren en zonas endémicas del país. Luego de esta fecha y con la implementación de la Resolución 0437 de 2014, se establece la práctica obligatoria de la prueba de anticuerpos contra el virus linfotrópico de células T humanas i/ii (htlv i/ii) y la detección de anticuerpos contra el antígeno core de la hepatitis B (anti-HBc) [4], sumado a los cinco mencionados antes.
Según el último informe disponible de la red de bancos de sangre del 2016, en Colombia existen 81 bancos de sangre y 582 servicios de transfusión, los cuales realizan tamización serológica al 100% de las unidades. Estos bancos de sangre atienden a un total de 999 837 donantes potenciales de sangre, de los cuales Antioquia aporta 122 054 y de estos se aceptan como donantes el 71,1%; los restantes corresponden a donantes autoexcluidos y diferidos permanente o temporalmente. Para el caso de donantes por aféresis, se atienden 44 037, de los cuales Antioquia aporta 8215 y de estos el 95,1% es aceptado [5].
En Antioquia, el 45,9% corresponde a donantes voluntarios de primera vez; el 15,3%, a donantes de reposición; y el restante, a donantes autólogos, voluntarios repetitivos, voluntarios no repetitivos y dirigidos o específicos. Así mismo, se observa que la mayoría de los donantes de Antioquia son mujeres en edades entre 18 y 30 años [5]. Estas cifras se relacionan con lo reportado por otros autores, que han encontrado que los donantes altruistas y las mujeres representan menor riesgo en la transfusión sanguínea, al constituir subgrupos con menor proporción de prevalencia de infecciones [6].
Para el 2016, en Colombia se obtuvo un porcentaje de unidades de sangre total reactivas de 3,86% (31 546), y de estas el 3,7% (3214) fue reportado en Antioquia. En este departamento, el porcentaje por marcador de infección se distribuye así: 1,53% para anti-HBc, 1,17% para T. pallidum, 0,44% para vhc, 0,18% para htlv i/ii, 0,11% para anti-T. cruzi, 0,14% para vih y 0,09% para HBsAg. Para el caso de unidades de aféresis, el número de unidades reactivas fue de 194 y un porcentaje individual por prueba fue de 1,03% para anti-HBc, 0,72% para T. pallidum, 0,23% para vhc, 0,18% para htlv i/ii, 0,07% para anti-T. cruzi, 0,16 para vih y 0,02% para HBsAg [5].
En adición a los datos expuestos, es importante tener presente que los estudios de prevalencia realizados en Colombia presentan diferencias en sus resultados, debido a las particularidades de cada población y a los filtros de aceptación en cada institución y ciudad, como se indica a continuación. En un estudio realizado entre 1992 y 1994 en donantes voluntarios de Cali, se encontró una prevalencia de anti-HBc de 3,76%, HBsAg de 0,40%, T. pallidum de 0,10%, vhc de 0,74%, vih de 0,19%, htlv de 0,48%. En Bogotá, se encontró una prevalencia de anti-HBc de 2,94%, HBsAg de 0,13%, T. pallidum de 0,8%, vhc de 0,62%, vih de 0,15%. En Medellín, se encontró una prevalencia de HBsAg de 0,04%, T. pallidum de 0,27%, vhc de 0,26%, vih de 0,12% [7]. En este mismo estudio, llama la atención el hecho de reportar una prevalencia de 4,05% de HBsAg en Valledupar [7].
En Antioquia, se realizó un estudio de prevalencia de marcadores de infecciones transmisibles en un banco de sangre entre 2010 y 2013, en el cual se obtuvo una prevalencia global de 2,16% así: T. pallidum 1,3%, T. cruzi 0,06%, vhc 0,44%, vih 0,27% y HBsAg 0,08%. En este mismo estudio, se encontró que la prevalencia global presentaba asociación con el año de donación, el sexo, el grupo etario, la ocupación y el tipo de donación; se destacó una mayor ocurrencia en los hombres con 1,5% en comparación con 0,8% en las mujeres (razón de prevalencia de 1,8 con IC95% de 1,4 a 2,5); y en las personas con edad entre 60 y 65 años, quienes presentaron una prevalencia de 7,6% que resultó mucho mayor a la hallada en el grupo con edad entre 18 y 29 años (razón de prevalencia 11,2 con IC95% 6,2-20,2). Por su parte, los donantes de reposición presentaron una prevalencia de 2% en comparación con los donantes altruistas de 1,0% (RP 2,0 con IC95% 1,5-2,7); y las personas con ocupación de “servicios, deportes y recreación” registraron una prevalencia de 3,4% que resultó mayor a otro tipo de empleos con una razón de prevalencia de 7,4 (IC95% 3,2-17,1) [6].
Otro estudio realizado también en Antioquia entre 2007 y 2010 encontró una prevalencia global de 3,3%, con 1,2% para T. pallidum, 1,0% para tripanosomiasis, 0,6% para vhc, 0,5% para vih y 0,2% para vhb. En este estudio, únicamente se realizaron cotejos según el sexo y el tipo de donación, evidenciando una mayor prevalencia en los hombres con 3,7% en comparación con 2,9% en las mujeres, y en donantes de reposición con 3,6% en comparación con los donantes altruistas con 3,1% [8].
Los antecedentes expuestos evidencian: i) que en Medellín no se han hallado estudios de prevalencia que incluyan los siete marcadores serológicos tamizados en donantes de sangre, y ii) que existe heterogeneidad en los resultados reportados para la magnitud de los marcadores de infecciones y su distribución según potenciales factores asociados como: edad, sexo, ocupación, frecuencia de donación, tipo de donación, tipo de extracción, lugar de captación y lugar de residencia. Esto último dificulta extrapolar los resultados de estudios previos y afianza la necesidad de caracterizar y estudiar el comportamiento de las infecciones en cada banco de sangre.
Justificación
Resulta de gran relevancia abordar esta temática, dado que con ella se podrá establecer un perfil epidemiológico propio del banco de sangre de la Escuela de Microbiología de la Universidad de Antioquia e identificar los subgrupos con mayor ocurrencia de cada infección, pues si bien se han realizado esfuerzos para aumentar la seguridad transfusional, no se ha alcanzado una seguridad total. Además, el riesgo de adquirir una infección de transmisión transfusional depende en alguna medida de la prevalencia de estas en la población y de la calidad de la tamización en el banco de sangre.
Los resultados de este estudio pueden dar una idea sobre el comportamiento de las infecciones en la población general, y ayudan a proponer estrategias de control y monitoreo activo para mejorar el sistema de vigilancia de dichas infecciones. Lo anterior se debe a que un aumento en ellas implica un deterioro en los indicadores de salud pública del departamento y del país, mayores costos de no calidad por el descarte de hemocomponentes, pérdida parcial o total de la persona como donante de sangre, se pone en riesgo la seguridad del paciente y puede acarrear problemas legales para la institución y el donante.
Todo esto se traduce en mantener las estrategias del programa de hemovigilancia, por el cual el ins supervisa la ocurrencia de los eventos y genera medidas preventivas y correctivas para mejorar el perfil de seguridad de toda la cadena transfusional [9], al tiempo que convertiría al banco de sangre en un buen trazador o eje de vigilancia epidemiológica, al conocer la prevalencia de estas infecciones y los factores asociados en población general.