Reformando el Matrimonio. Doug Wilson
quien insistió que Adán y Eva fueron una pareja paradigmática. Cuando Dios los unió a ellos, estaba uniendo a cada hombre y mujer que jamás se han unido sexualmente en un vínculo de pacto.
Hay otros hechos que también son obvios en esta ordenanza matrimonial desde la creación. Porque Dios creó a Adán y Eva, la homosexualidad queda excluida. Porque Adán no encontraba ayuda idónea para él entre los animales, la bestialidad se excluye. Y porque Dios creó solamente una mujer para Adán, el patrón de la monogamia está fijado claramente y demostrado a nosotros. La poligamia que se encuentra entre los santos de Dios en el Antiguo Testamento no cambia nada de esto. La poligamia fue instituida por el hombre, y no por Dios. La primera mención de una unión poligamia fue la de Lamec (Gen. 4:19), y eso sin indicación ninguna de aprobación divina. Pero más importante, la poligamia no está de acuerdo con la ordenanza matrimonial desde la creación, o con la pintura dada en el Nuevo Testamento de Cristo y la iglesia.
Así que, este pasaje de Génesis nos enseña que recibiendo Adán a la mujer, y poniéndole nombre a ella, Dios estableció en el patrón para todos los matrimonios desde entonces adelante. “Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre…” Pues, en este momento Adán aún no le había dado a su esposa el nombre de Eva. Adán le dio a su esposa dos nombres individuales. El primero fue Ishshah, o Varona, porque del varón fue tomada. El segundo fue Chavvah – portadora de vida, o como se dice en español, Eva. “Y llamó Adán el nombre de su mujer, Eva [Chavvah], por cuanto ella era madre de todos los vivientes.” (Gen. 3:20).
En ambos pasajes donde se le da nombre a ella, se afirma claramente que sus dos nombres revelan verdad acerca de ella. El primero revela su dependencia del hombre – del varón fue tomada. El segundo revela la dependencia del hombre de ella – cada hombre desde entonces es su hijo. Siglos después, el apóstol Pablo nos enseña que hayamos de recordarnos continuamente de estas dos verdades en nuestros matrimonios. Cada esposa es un Ishshah, y cada esposa es una Chavvah. Cada una es Varona, y cada una es Eva.
“Pero en el Señor, ni el varón es sin la mujer, ni la mujer sin el varón; porque así como la mujer procede del varón, también el varón nace de la mujer; pero todo procede de Dios” (1 Cor. 11:11–12). Fíjese de que la progresión de enseñanza de Pablo sigue el mismo patrón que se ve en Génesis. La mujer “procede del varón (Ishshah), así también el varón nace de la mujer (Chavvah): pero todo (Adán) procede de Dios”.
Dios fue el que llamó a nuestros primeros padres por el nombre colectivo de Adán. Pues, Adán también es un termino genérico por el hombreo la humanidad. Esto muestra claramente la costumbre bíblica de incluir a las mujeres bajo semejante descripción. Nuestro uso en español del genérico hombre y humanidad sigue este ejemplo bíblico exactamente. Lejos de ser insultante a las mujeres, como lo quieren mantener las feministas, refleja el patrón de razón bíblica. La reacción feminista y su rehuso del tomar un apellido nuevo (¡para quedarse con su apellido paterno!), no es simplemente una tontería. Es la rebeldía fundamental contra Dios. Así cuando la Srta. María Sánchez se convierte en la Sra. Diego López, eso no es simplemente “algo que se hace.” Es el sello y la seguridad del pacto matrimonial.
Con esta estructura para entender el pacto de matrimonio, podemos empezar a considerar los propósitos básicos del matrimonio. La Biblia expone tres razones terrenas y básicas para el matrimonio. Ellas son, cada una a su vez: la necesidad para compañerismo idóneo, la necesidad para descendencia santa, y la evitación de la inmoralidad sexual.
Compañerismo Idóneo y Provechoso
La Biblia nos enseña que Dios puso a Adán en el jardín y le encargó un trabajo para hacer. Pero el hombre fue incapaz de realizar ese trabajo solo. Adán necesitaba ayuda, y la mujer fue creada para suplir su necesidad.
Jehová Dios formó, pues, de la tierra toda bestia del campo, y toda ave de los cielos, y las trajo a Adán para que viese cómo las había de llamar; y todo lo que Adán llamó a los animales vivientes, ése es su nombre. Y puso Adán nombre a toda bestia y ave de los cielos y a todo ganado del campo; mas para Adán no se halló ayuda idónea para él. Entonces Jehová Dios hizo caer sueño profundo sobre Adán, y mientras éste dormía, tomó una de sus costillas, y cerró la carne en su lugar. Y de la costilla que Jehová Dios tomó del hombre, hizo una mujer, y la trajo al hombre. Dijo entonces Adán: Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne; ésta será llamada Varona, porque del varón fue tomada. Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne. (Gén. 2:19-24).
Deberíamos ver que la conexión entre el trabajo de Adán de ponerle nombre a las bestias y la frase siguiente – “mas para Adán no se halló ayuda idónea para él.” La mentalidad moderna tiende a considerar del “ponerle nombre a las cosas” como una simple cuestión científica de pegar etiquetas. Pero aquí los nombres que Adán les pone a las bestias son apropiados a la naturaleza de cada uno. Como se mencionó más arriba, en el proceso de poner nombre, él se da cuenta de que no ha hallado ayuda idónea – ninguno entre los animales con una naturaleza comparable con la de él. No hubo ninguno que pudiera ser su ayudante.
En el versículo que viene inmediatamente antes de este pasaje, Dios dijo que no era bueno que el hombre estuviera solo. Durante todo el proceso de la creación, cada vez que terminaba Dios una obra, la declaraba buena. Por supuesto, tal declaración del Creador indica terminación. Pero la afirmación de el Señor que no era bueno que el hombre esté solo es una indicación clara que la creación del hombre estaba aún incompleta. “Y dijo Jehová Dios: ‘No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él’ ”(Gen. 2:18). Adán estaba incompleto porque no tenía compañera, una quien sería ayuda idónea para él.
El Nuevo Testamento aplica esta verdad en una manera interesante. “Y tampoco el varón fue creado por causa de la mujer, sino la mujer por causa del varón”(1 Cor. 11:9). Como consecuencia del orden de la creación, los hombres y las mujeres están orientados el uno al otro en distinción. Se necesitan uno al otro, pero se necesitan a su forma. El hombre necesita la ayuda; la mujer necesita ayudar. El matrimonio fue creado por Dios para proveer compañerismo en el trabajo del dominio de la tierra. El mandato cultural, el requisito a llenar y a sojuzgar la tierra, aún está vigente, y el marido no puede llevar a cabo su trabajo en aislamiento. El necesita una compañera idónea para él en el trabajo al cual Dios lo ha llamado. El está encargado con el trabajo y debe recibir ayuda de ella. Ella está encargada con el trabajo a través de servirle a él. El está orientado al trabajo, y ella está orientada a él.
Niños Santos
Una de las cosas que el hombre obviamente no puede hacer solo es reproducir, y éste es el segundo propósito del matrimonio. Con respecto a llenar la tierra, lo cual Dios ordenó, un hombre solo está completamente desamparado. Por lo tanto el profeta Malaquías nos dice que otro propósito declarado del matrimonio es la bendición de descendencia santa.
¿No hizo él uno, habiendo en él abundancia de espíritu? ¿Y por qué uno? Porque buscaba una descendencia para Dios. Guardaos, pues, en vuestro espíritu, y no seáis desleales para con la mujer de vuestra juventud. (Mal. 2:15).
Dios nos dice claramente aquí que un propósito del matrimonio es la procreación. Además, si el matrimonio es piadoso, su descendencia también ha de ser santa. Dios declara que desea descendencia santa, y el profeta Malaquías dice, como medio para este fin, la importancia de tratar a las esposas con honor. Si un hombre trata a su esposa en forma traicionera, es obvio que tendrá un efecto negativo sobre los niños. No se dice que los niños santos le dan propósito a la paternidad, más bien que son un propósito del matrimonio.
Protección Sexual
Adán necesitaba una compañera idónea antes de la caída. También antes de la caída, era incapaz de multiplicar descendientes solo. Por lo tanto, los primeros dos propósitos del matrimonio que se mencionan más arriba no son relacionados con la presencia del pecado. Pero la tercera razón que los cristianos deben casarse sí está conectada con la presencia del pecado