Hacia una bioeconomía en América Latina y el Caribe en asociación con Europa. Ulrich Schürr
de la eficacia y el espectro de productos de origen biológico. La eficiencia resulta principalmente de la posibilidad de descomponer las materias primas en diferentes cadenas de productos y de reducir el costo de los productos primarios. Las biorrefinerías generan valor porque añaden posibilidades de actividades agrícolas y transforman la naturaleza de sus vínculos con el resto de la economía, particularmente con el sector industrial.
En este sentido, las biorrefinerías son las piedras angulares de la respuesta de la bioeconomía a los altos precios del petróleo y la necesidad de capital. Mediante el mejor rendimiento del ciclo de vida de sus productos también son críticas en el desempeño ambiental de una serie de industrias y productos de consumo. Igualmente, las biorrefinerías ofrecen la posibilidad de una estructura de vinculación más diversificada entre la agricultura y el resto de la economía y, por tanto, un uso mucho más eficiente de los recursos de biomasa. Un buen ejemplo de este tipo de relaciones se refleja en la alimentación animal: al biorrefinar las materias primas para la alimentación animal, se puede obtener una mejor calidad de alimentación y muchos subproductos no útiles para el animal, pero útiles en otras cadenas de valor.17 Además, las tecnologías de biorrefinería a pequeña escala son capaces de funcionar con diferentes materias primas que requieren baja inversión por unidad de producto y velocidad de marcha y pueden multiplicar los impactos en el ámbito local. Sin embargo, la evolución actual de la región está esencialmente restringida a la producción de biocombustibles con poca explotación de potenciales más amplios, sobre todo en lo que respecta al valor añadido y a las oportunidades de desarrollo local. Los problemas que deben tratarse en este sentido se relacionan con una mejor comprensión del concepto de biorrefinería y de las estrategias alternativas de producción de biomasa que disminuyan los factores restrictivos. Estos conceptos deben tener en cuenta la naturaleza de los vínculos entre las nuevas materias primas de origen biológico, los insumos y las cadenas de valor existentes, así como acciones explícitas que aseguren que los productores agrícolas –en particular los pequeños– y los rurales creen y conservan el valor de la bioeconomía.
5. Una mayor eficiencia de las cadenas de valor engloba actividades que 1) reducen las pérdidas de poscosecha en cualquier nivel en que se están produciendo y que 2) tratan de definir los vínculos de mercado necesarios para productos biológicos innovadores. Al igualar la bioeconomía con los conceptos de sostenibilidad se comete un error muy común, porque debe quedar claro que las opciones de base biológica no son de por sí más sostenibles. El uso excesivo de recursos es siempre un tema latente y la eficiencia de este uso no tiene menos importancia en la bioeconomía que en los enfoques convencionales. Sin embargo, la cuestión más importante está ligada al conflicto potencial en el logro de los objetivos de la bioeconomía para satisfacer las crecientes demandas globales de alimento/pienso/combustible (50-70 % sobre los niveles actuales) sin más invasión de bosques y tierras marginales y al mismo tiempo utilizando parte de los esfuerzos de producción de biomasa para reemplazar el uso actual de los recursos fósiles. Cómo conciliar estas tendencias aparentemente contradictorias es uno de los desafíos clave en la transición hacia la bioeconomía, para el que no hay soluciones únicas ni sencillas. Los equilibrios finales serán sin duda una mezcla compleja de muchas nuevas estrategias, en aspectos como la diversificación y la expansión de las fuentes de biomasa, un uso más eficiente y estrategias de procesamiento.
Respecto al último punto un desafío inmediato en la transición es una cadena de valor más eficiente puesto que en la actualidad, más del 40 % de lo que se produce en realidad se pierde antes de llegar a su uso final (PNUMA 2011). Esto representa una gran oportunidad para empezar a avanzar en las estrategias de la bioeconomía, sin crear conflictos adicionales y presiones sobre la base de los recursos naturales. Deben abordarse cuestiones como cuáles son las opciones tecnológicas, logísticas y políticas para mejorar la eficiencia de la cadena. Además, un aspecto que a menudo se olvida es el reciclaje y la reutilización de los nutrientes y otros recursos en la producción agrícola que tienen que ser regenerados durante el proceso a partir de los productos de origen biológico que se obtengan al final.
6. Los servicios ecosistémicos abarcan los procesos por medio de los cuales el medio ambiente produce los recursos utilizados por los seres humanos, como el aire fresco, el agua, los alimentos y los materiales.18 Dada la naturaleza especial de la relación y las interacciones entre los recursos naturales y las actividades económicas y sociales desde un enfoque bioeconómico, una perspectiva ecosistémica se convierte en un componente indispensable en cualquier estrategia de bioeconomía sostenible. La bioeconomía es una respuesta a un largo periodo de utilización excesiva de recursos y un intento de readaptar los comportamientos a la luz de los desafíos globales previstos. En consecuencia, las estrategias de implementación solo pueden tener éxito si en los procesos de toma de decisiones se reconoce la integridad del medio ambiente natural y si se da cuenta del valor de los diferentes flujos. Dentro de este contexto general, el desarrollo de los sistemas de crédito de carbono, las estrategias de ecoturismo y los mecanismos de fijación de precios y administración del agua son tres puntos de entrada específicos que deben ser considerados en relación con los servicios de los ecosistemas en el marco de un enfoque bioeconómico.
Promover la transición a un modelo de bioeconomía
Experiencias existentes en Europa, Estados Unidos y varios países de Asia, así como en algunos de los países de la región, como Brasil, en el caso del desarrollo de los biocombustibles, y Costa Rica, en la valorización de la biodiversidad, resaltan que las dimensiones políticas e institucionales son elementos sustanciales en la transición de una perspectiva convencional a una basada en la bioeconomía.
Una utilización más amplia y eficiente de las alternativas basadas en la biomasa abre un panorama amplio respecto a sus beneficios potenciales. Al mismo tiempo, se plantean nuevas dificultades que deben ser incorporadas claramente a la política y a los medios institucionales para que se materialicen esos beneficios. Muchos de estos problemas tienen que ver con las características particulares de las aplicaciones biotecnológicas y la forma como se perciben y se diferencian de los sistemas tecnológicos convencionales. Además, surgen de los nuevos y diferentes modos de desarrollo de los procesos de producción de biomasa y se integran a las nuevas cadenas de valor. Comprenden aspectos relacionados con la integridad de las políticas involucradas y el papel que desempeñan en los procesos, el tipo de ciencia en la que se basa el desarrollo de la tecnología y la clase de instituciones que lideran el proceso, la naturaleza del propietario y los requisitos de inversión de las nuevas tecnologías y los nuevos sistemas de regulación, entre otros aspectos.
El común denominador del sistema emergente es la creciente complejidad del nuevo ambiente comparado con el de los sistemas agrícolas de alimentos/fibra convencionales ya existentes. La Tabla 1 resume los principales contrastes que deben tenerse en cuenta. (Para un análisis más exhaustivo de estos aspectos véase Trigo 2002 y Trigo y Henry 2009).
Tabla 1: Sistemas agrícolas convencionales comprados con sistemas agrícolas orientados a la bioeconomía
Fuente: Los autores y basado en Trigo (2002).
La principal diferencia que debe destacarse es respecto al enfoque de la política y al tipo de instrumentos implicados. Los objetivos e instrumentos políticos deben adaptarse a los distintos ciclos de vida implícitos en la bioeconomía. Las políticas convencionales evolucionan de puestas en escena “maduras”. En la bioeconomía, la mayoría de los casos se encuentra en sus primeras etapas de desarrollo y tiene la necesidad, por un lado, de políticas de incentivos para atraer y orientar las inversiones en el sector y, por el otro, de instrumentos de sostenibilidad para asegurar mejores prácticas en la gestión de los recursos naturales y la conservación de los alimentos o de la energía. Un entorno de políticas bioeconómicas necesita considerar explícitamente los recursos naturales/ medio ambiente, la energía y los dominios de políticas agrícolas, industriales