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de sentido común que poco a poco se fue integrando a un discurso médico, filosófico o literario, es más probable de acuerdo con Roussel (1988: 301). Por eso, el término se encuentra testimoniado en autores como Aristófanes, Platón y, posteriormente, Demóstenes, Teofrasto7 y Menandro.
Lo primero que debemos constatar, a nivel del desarrollo histórico del término , es que no se encuentra en ninguno de los fragmentos de los presocráticos. Solamente desde Aristófanes figura como verbo. En los pocos ejemplos que encontramos en el comediógrafo el significado es fundamentalmente el mismo: denota locura, falta de juicio o insensatez en los hombres, pero no se asocia necesariamente a alguna clase de enfermedad o síntoma morboso por causa de la bilis negra. Las primeras tres citas provienen del Pluto (366): “Estás loco, hombre, por el cielo” ; “¿crees que estoy así de loco?” ; “me ha devuelto a mi señor trastornado” ; otra de las Aves (14): “Filócrates el vendedor de pájaros está melancólico” . Un último ejemplo en la Asamblea de las mujeres (251) es interesante por el verbo que acompaña en el contexto a : “le diré que está perturbado… y que además es loco . Del término (“mente, corazón, espíritu, entrañas”) se deriva una serie de compuestos, entre ellos el verbo , que se empieza a utilizar en autores del siglo V a. C. como Heródoto, Tucídides y Aristófanes, con el significado de “estar perturbado, divagar, estar loco”8. También el sustantivo , enfermedad que en la Antigüedad se definía como una “inflamación del cerebro”, deriva naturalmente de . Ahora bien, en Aristófanes significa “desvariar” o “delirar”, pero es el único pasaje en que está junto a , lo que hace un poco más compleja su interpretación, ya que son dos verbos que aluden a un estado de perturbación mental en una misma persona. Entonces, ¿cuál es la diferencia entre uno y otro, o por qué Aristófanes los emplea? Debemos señalar que en el comediógrafo todavía no se establece la transición entre el significado “ordinario” y el “patológico” del vocablo melancolía; dicho paso se encuentra únicamente en el CH y en Aristóteles (aunque en el Estagirita no es tan evidente). Asimismo, la evolución del sustantivo , desde el significado de “extravío del alma” al de “delirio”, tampoco se advierte en un autor algo posterior a Aristófanes como Platón9, sino únicamente en el CH, donde adquiere la acepción plena de “delirio”10. Todo lo anterior nos hace pensar que en la cita Aristófanes usa los verbos y con un sentido similar, porque ambos denotan un estado de perturbación mental. Lo que explica también, según Klibansky (1991: 40), que hacia finales del siglo V a. C. ya era sinónimo del verbo (“estar loco”). Por tanto los dos últimos verbos compartían un campo semántico en común respecto a la idea de la locura, sin especificar todavía sus orígenes o causas.
Platón
En Platón se encuentran solamente dos entradas del término melancolía. El primer ejemplo, como adjetivo, está en la República (573c 9). En este diálogo se compara el carácter del tirano “que por naturaleza, por su modo de vida, o por ambas cosas, se ha convertido en borracho, lascivo y loco” . El segundo ejemplo, como verbo, proviene del Fedro (268e 1): “Miserable, estás loco” . Si bien aquí el sentido es usual, el empleo resulta más notable que el anterior, porque en esta obra apreciamos una importante definición de la manía. Estrictamente hay “dos tipos” de locura según Sócrates: una es producida por enfermedades humanas y otra es provocada por un cambio de las costumbres habituales en la que intervienen los dioses (Fedro 265a 11). Entonces Platón separa la “manía divina” de la “manía patológica” (del “loco exaltado”). De acuerdo con Klibansky (1991: 63), esta distinción entre furor divino y furor como enfermedad permitió la diferenciación posterior entre “melancolía natural o melancolía patológica” . Además esta manía para el fundador de la Academia puede tener un carácter positivo11 (a diferencia de lo que sucede en el CH), en tanto admite las mayores bendiciones para el hombre, ya que es en un “estado de locura” en que las pitonisas hacen los mayores bienes (Fedro 244a 6). Como advierte Tellenbach (1976: 24), en realidad el contraste que introduce Platón en el pasaje 265a 11 es fundamentalmente entre manía y amathía, o entre locura e ignorancia. En consecuencia, el adjetivo reviste el alcance de “ignorante”, es decir, el que no aprende, no quien posee un temperamento melancólico producto de la bilis negra, como posteriormente va a ser el caso del CH y, en parte, el de Aristóteles. Según el Timeo (88b 5), para Platón la “más grave enfermedad es la ignorancia” . Podemos concluir que en las dos citas se usa el término melancolía, ya sea como adjetivo o verbo, con la acepción corriente, similar a la que encontramos en el Pluto de Aristófanes u otras de sus comedias.