Liberando el Alma. Noelia Lebrini

Liberando el Alma - Noelia Lebrini


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      Liberando el Alma

      Noelia Lebrini

      Créditos

      Liberando el alma

      © de los textos: Noelia Lebrini, 2020

      © de esta edición: Editorial Tequisté, 2021

      Corrección: M. Fernanda Karageorgiu

      Diseño gráfico y editorial: Alejandro Arrojo

      1ª edición: enero de 2021

      Producción editorial: Tequisté

      [email protected]

      www.tequiste.com

      ISBN: 978-987-4935-60-1

      Se ha hecho el depósito que marca la ley 11.723

      No se permite la reproducción total o parcial de esta obra, ni su tratamiento informático, ni su distribución o transmisión de forma alguna, ya sea electrónica, mecánica, digital, por fotocopia u otros medios, sin el permiso previo por escrito de su autor o el titular de los derechos.

      LIBRO DE EDICIÓN ARGENTINA

      Lebrini, Noelia

      Liberando el alma / Noelia Lebrini. - 1a ed. - Pilar : Tequisté. TXT, 2021.

      Libro digital, EPUB

      Archivo Digital: descarga y online

      ISBN 978-987-4935-60-1

      1. Poesía. 2. Poesía Argentina. I. Título.

      CDD A861

      Dedicatoria

      A mis hijos, Benicio y Santino,

      por el amor infinito.

      Agradecimientos

      Gracias a Beni y Santi, mis chiquitos, porque me hacen ver el mundo siempre con esperanza. Gracias a mis viejos, Mirta y Miguel; mis hermanos, Walter, Adrián y Diego; y mi prima Marianela (hermana del alma), por el amor, el sostén y el apoyo eternos. Gracias a Beto, por el equipo que siempre fuimos, por esas tazas de café que me llevó cada vez que me desvelé frente a la computadora. Gracias a Fernando, por los escritos compartidos y su aliento para que diera este paso. Gracias a los amigos incondicionales, por estar siempre al pie del cañón. Gracias a Andrea, mi analista, por ayudarme a romper las cadenas para liberar mi alma. Gracias a Victoria Mora y su libro Arderá la memoria, porque sin saberlo fueron un puente que me llevó a la meta. Y gracias infinitas a Tequisté, por abrirme las puertas de la editorial, darme un lugar y hacer realidad mi sueño tan deseado. Gracias también a todo su equipo por la buena onda, el compromiso y el profesionalismo.

      Un sueño

      Dale, animate, ¿qué esperás?, me dice un amigo cuando le hablo de mi sueño de escribir un libro. Todo lo que quisiste hacer, lo hiciste. Cuando quieras esto, lo vas a poder hacer, remata, poniéndome todas las fichas que yo no me pongo.

      ¡Fulanito, no existís al lado de la prima!, me alienta ella, nombrando al primer escritor que se le viene a la cabeza, en un intento de darme la confianza que me falta.

      Bueno, al menos sé que hay dos personas que comprarían mis libros. Sin embargo, para mí el valor estaría puesto en otro lado, la ganancia no sería material, sino que iría más allá de eso: apuntaría a la satisfacción de haber cumplido un gran sueño, a la sensación de libertad que me abrazaría al haber roto las cadenas. Seguramente mi analista estaría feliz al corroborar que su intervención tuvo efecto: la vas a terminar de liberar el día que publiques, me dijo, en respuesta al anillado que guardo celosamente con mis escritos y que titulé Liberando el alma. A mi alma se refería, específicamente. Intervención precisa, sacudidora. Me la dejó picando y no para de dar vueltas en mi cabeza.

      Sería increíble poder compartir con otros algo de todo lo que escribí a lo largo de mi vida, que alguien más pueda verse en alguno de mis poemas, identificarse con alguna frase. Tomen, acá está mi libro, mi alma libre y desnuda.

      Pero no es tan simple, cuesta. El fantasma que me persigue no es tan fácil de atravesar. Tengo el sueño guardado desde hace mucho tiempo, en un cofre bajo miles de candados. Sí, tengo miedo al rechazo. Cargo con esa cruz desde otros tiempos. Y es que, en mi casa, si no eras hombre y futbolista, la mirada te pasaba de largo... ¿Será por eso que soy tan buena con el dominio de la pelota?, algo tenía que hacer para ser mirada. Hoy soy adulta, los reproches perdieron consistencia. Hoy entiendo que soy responsable de las elecciones de mi vida, yo solita, nadie más. Y sigo escribiendo. Y el deseo está intacto, al igual que el miedo. Pero ese miedo se va haciendo cada vez más chiquito y el deseo cada vez más grande.

      Dale, Noelia, me digo. Y se me llenan los ojos de esperanza.

      A destiempo

      No regreses ahora,

      cuando comienzo a convencer a mi corazón

      de que ya te olvidé.

      Quedate en ese rincón donde habitan los recuerdos,

      no irrumpas en mi tranquilidad,

      no rondes como un fantasma entre mis sueños.

      No vuelvas acá a reabrir la herida,

      aquella que me llevó tiempo cicatrizar,

      quedate en aquel pasado

      que ya no tiene lugar en mi presente.

      Es tarde, no insistas,

      ya no marques mi número,

      él se va a despertar...

      Mirá el reloj,

      está marcando las doce,

      ya no hay vestido blanco,

      ni corona

      ni zapatos de cristal.

      A mitad del camino

      Iba caminando sin rumbo por un camino de melancolía,

      con el corazón encadenado al recuerdo de tus ojos.

      En otros ojos busqué el brillo de tu mirada,

      en otros labios busqué el sabor de tus besos,

      en otras manos busqué la suavidad de tus caricias...

      Pero nada llenaba el vacío que habías dejado en mi alma,

      nadie llenaba el espacio que en mi corazón te pertenecía.

      Y así seguí caminando,

      por ese mismo camino de melancolía,

      cada vez más lejos de tus brazos...

      Hoy detuve mis pasos,

      di la media vuelta,

      pero me perdí a mitad del camino.

      Abril de despedida

      Era abril y ahí estábamos los dos,

      esperando el último instante

      en que se cruzarían nuestros ojos.

      Ya no había risas,

      mas la tristeza se apoderaba de los últimos minutos.

      ¿Y qué más hacer sino resignarse?,

      se acercaba el instante que cambiaría mi vida...

      Con él se iría tu imprescindible presencia

      y tras ella,

      como sombra tras tus pasos,

      la seguiría mi dolor.

      Mis ojos buscaban en tus ojos

      el milagro que cambiase mi destino,

      pero el reloj seguía avanzando,

      marcando minutos,

      esperando


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