Liberando el Alma. Noelia Lebrini
el cielo más triste de abril,
en ese abril de despedida.
Abril sin vos
A veces necesito de este tiempo en soledad,
de estos recuerdos y este llanto agobiante.
Mi corazón está cargado de vanas ilusiones
y es necesario devolverme a la realidad.
Estamos lejos de volver a encontrarnos,
has faltado a tu promesa
y la esperanza ya no despierta en abril.
¿Y qué importa el tiempo,
los años que han pasado?,
si te espero desde el día en que te fuiste...
Tus palabras ya no me traen alivio
—tus palabras a la distancia—
quiero creer en tu voz,
pero es la misma que ya me ha mentido.
Y aunque quiera imaginar que nada ha cambiado,
tu ausencia me muestra que todo es distinto
—tu ausencia y el vacío que dejaste—.
Pero es necio el corazón que ama
y en silencio espera otro abril,
empapado de esperanza.
Acá te espero
Recorrieron esta noche mis pies
caminos solitarios solo para hallarte.
Largas calles. Árboles.
Árboles llenos de recuerdos.
Busqué en el aire tu voz,
creí que el viento la llevaría a mis oídos.
Busqué tus ojos en el cielo azul,
reflejados en él creí encontrarlos.
Mientras tanto, en mi inútil búsqueda,
el reloj seguía avanzando.
El sonido de las agujas inquietaba a mi alma dolida
que no encontraba tus brazos para poder al fin descansar.
Y aún mis pasos marcaban el camino,
dejando en cada huella una lágrima
y un por qué sin respuesta.
Me rendí ante el mundo,
ante la oscuridad de la noche,
ante la inmensidad de las calles
en las que no te hallaba.
Regresé vencida,
la agonía ganaba la batalla.
¿Dónde estabas,
cuando yo te buscaba?
Y acá,
entre la oscuridad de una habitación fría,
en mis manos sigue avanzando el tiempo,
no se detienen las agujas del reloj
que atormenta a mi ansiedad.
Acá te espero.
Y se torna insoportable esta ausencia tuya.
Y como el reloj de mis manos,
así corre también el tiempo de mi corazón,
aguardándote.
Mientras el llanto inunda las pupilas de mis ojos,
de mis ojos tristes,
que solo anhelan verte llegar.
Y acá te espero.
Y el tiempo pasa, aún sigue avanzando.
Se burla de mí como ayer, como hoy.
Como cuando no estás,
cuando yo te busco.
Ahí, donde voy a encontrarte
Sé que voy a encontrarte ahí donde el camino termina,
donde las lágrimas no pesan y el alma es más libre.
Sé que voy a encontrarte como te soñé algún día,
y vas a mirarme... y voy a ser la misma.
La misma que dejó volar el sueño
fugitivo de tus brazos,
esclavo de un amor cobarde,
pero tan verdadero.
La misma que en los labios guarda tu beso,
como la única prueba de que el amor existió.
Y ya van a ser en vano las palabras,
se habrá pasado la vida como una ráfaga de viento,
como la fugaz estrella que concedió mi deseo.
Sé que voy a encontrarte ahí
donde las horas no pasan,
donde el reloj no marca las doce.
Y ahí estaré con mi gran vestido.
Un ramo de bellas flores en mis manos.
Zapatos de cristal.
Ahí, así te estaré esperando.
Amor dormido
A mi lado duerme el amor.
¿Qué tan lejos estaré de sus sueños?
Dulce ángel que sus ojos ha cerrado
para descansar y seguir volando,
allí, en donde la inconsciencia de la mente
recoge pensamientos.
Silenciosa su voz,
un enigma su sueño.
¿Estaré perdida en el valle de su amor?
Y sus ojos se iluminan...
Todo es misterio aún.
Amor perfecto
Una vez me enamoré tanto de un hombre, pero tanto,
que hasta creí morir de amor.
Lo curioso de esa historia es que él no era
en realidad lo que yo buscaba.
Él no me hacía reír,
pero más de una vez me robó una lágrima.
Él no era romántico, ni atento,
ni siquiera tenía porte de caballero.
Era más bien un don Juan,
de todas y de ninguna,
seductor,
pero embustero.
Él fue inspirador de infinitas poesías
que desolada, enamorada,
mi alma le escribía.
No tenía la mirada sincera,
era más bien sombría,
intrigante,
pero tenía esos ojos de mar
que hacían naufragar a cualquiera.
Su palabra no valía nada,
inocente aquella que le creía,
pero besaba de una forma tan apasionada,
que poco importaban sus mentiras.
¿Y cómo fui a caer en su trampa?,
si