El libro de Enoc. Anonimo
Capítulo CIII
Capítulo CVI
Vivió Jared ciento sesenta y dos años, y engendró a Enoc. Y después que engendró a Enoc, ochocientos años, y engendró hijos e hijas. Y fueron todos los días de Jared novecientos sesenta y dos años; y murió. Vivió Enoc sesenta y cinco años, y engendró a Matusalén. Y caminó Enoc con Dios, después de engendrar a Matusalén, trescientos años, y engendró hijos e hijas. Y fueron todos los días de Enoc trescientos sesenta y cinco años. Caminó, pues, Enoc con Dios, y desapareció, pues se lo llevó Dios.
Génesis 5, 18-24
Por su fe, fue Enoc transportado, a fin de que no viera la muerte. Y nunca se le halló, pues Dios se lo había llevado consigo. Y antes de haber sido transportado, tuvo testimonio de haber agradado a Dios.
Hebreos 11, 5
De éstos también profetizó Enoc, el séptimo desde Adán, diciendo: «He aquí que llega el Señor con decenas de millares de sus santos, para juzgar a todos, y condenar a los malvados de entre ellos por sus malvadas obras hechas con maldad, y por todas las malas acciones y las malas palabras que han hecho y hablado en contra Suya».
Judas 1, 14-15
Prefacio
En los textos bíblicos, la primera noticia que tenemos de Enoc nos la da el Génesis (5, 18-24) pero deja más preguntas que respuestas. La Epístola a los Hebreos (11, 5) nos da la respuesta y el Evangelio de Judas nada menos que cita a Enoc. ¿Cómo pudo conocer Judas las palabras de Enoc, si éstas no figuran en la Biblia? La respuesta, por supuesto, es El libro de Enoc. Pero ¿qué es El libro de Enoc? ¿De dónde procede?
Se trata de un texto apocalíptico, cosmogónico y, sin duda, uno de los apócrifos más apasionantes que nos ha legado la antigüedad. El misterio del Seol, morada de las almas de los muertos, la caída de los ángeles y su relación con las hijas de los hombres, los gigantes, así como numerosos temas que los textos bíblicos sólo tocan de pasada aparecen tratados en El libro de Enoc con una gran precisión y claridad. Pero más que una sola obra, se trata de una recopilación de siete libros distintos, cuyo contenido es principalmente simbólico, con insinuaciones de misterios astronómicos y cósmicos, referentes a la historia de las especies humanas y de sus primitivos conceptos teogónicos. Se halla poblado de personajes enigmáticos como Uriel y otros «ángeles», a los que hoy llamaríamos «extraterrestres». Parece ser que en los albores de la historia humana —e incluso antes— nuestra especie fue influenciada por seres venidos del cosmos. El rastro de estas influencias es evidente en muchas cosmogonías y mitologías antiguas. Su autor vaticinó con admirable exactitud las enseñanzas de Jesús Nazareno, y la leyenda semítica de la triunfal vuelta del Hijo del hombre. También aborda el sobrenatural dominio de los elementos, mediante la acción de ángeles que presiden sobre los vientos, el mar, el granizo, la escarcha, el rocío, el relámpago y el trueno.
Escrito varios siglos antes de nuestra era, El libro de Enoc fue considerado por los cristianos de los primeros tiempos como parte de las Sagradas Escrituras. Los escritos de los llamados «Padres de la Iglesia» se encuentran repletos de referencias a este misterioso libro. La Epístola de Bernabé lo cita varias veces. Justino mártir, Ireneo, Orígenes y Clemente de Alejandría lo mencionan igualmente. Tertuliano (160-230) incluso lo llama «Sagrada Escritura» y la Iglesia etíope lo incluyó en su canon oficial. Fue un texto muy conocido y leído durante los tres primeros siglos de nuestra era, aunque posteriormente fue desacreditado en el Concilio de Laodicea (364). A partir de ese momento, prohibida ya su lectura por las autoridades eclesiásticas, dejó gradualmente de circular.
Después de haber permanecido olvidado durante muchos siglos, la época de la reforma protestante vivió un gran interés por El libro de Enoc. A finales del siglo XIII abundaron los rumores acerca de algún ejemplar descubierto, e incluso aparecieron varios libros que pretendían ser El ibro de Enoc, pero en todos los casos se trató de falsificaciones.
La recuperación moderna de El libro de Enoc se debe al explorador James Bruce, quien en 1773, tras permanecer seis años en Abisinia, volvió a Inglaterra con tres ejemplares etíopes del libro tantos siglos perdido. La primera traducción inglesa se publicó en 1821. Más tarde, a principios del siglo XX, se descubrieron algunos fragmentos del texto en griego y, finalmente, en los Rollos del Mar Muerto aparecieron siete ejemplares en lengua aramea, aunque todos ellos incompletos.
Se cree que El libro de Enoc fue escrito unos trescientos años antes de la era cristiana por algún erudito de raza semítica, quien, creyéndose inspirado por Dios, tomó el nombre del patriarca antediluviano para difundir, entre otras interesantes informaciones y predicciones, sus entusiastas vaticinios acerca del futuro Mesías. El libro de Enoc está dividido en cinco partes principales; de ellas, la llamada «Libro de las Parábolas» es la que más ha inquietado a los estudiosos, pues menciona la figura del «Mesías», «el Justo» y «el hijo del hombre». En los evangelios canónicos aparecen más de noventa expresiones y frases diversas que, en opinión de los eruditos, están basadas en El libro de Enoc.
Introducción
Capítulo I
BENDICIÓN A LOS ELEGIDOS
1. Palabras de bendición con las que Enoc bendijo a los elegidos y a los justos que vivirán en el día de la aflicción, en el que serán rechazados todos los malvados e impíos, mientras los justos serán salvados.
2. Enoc, hombre justo cuyos ojos fueron abiertos por el Señor, tomó la palabra y dijo: «Me ha sido revelada la visión del Santo de los cielos y he oído las palabras de los Guardianes; las escuché y he aprendido todo de ellos y he comprendido que no hablo para esta generación, sino para una generación todavía lejana, que está por venir.
3. »Es a causa de los elegidos por lo que hablo y a causa de ellos pronuncio mi parábola: el Santo Grande y Único vendrá desde su morada.
4. »El Dios eterno andará sobre la tierra, aparecerá con su gran ejército sobre el monte Sinaí y surgirá en la fuerza de su poder desde lo alto de los cielos.
5. »Y todos los Guardianes temblarán y un gran temblor sacudirá hasta los más remotos confines de la tierra.
6. »Las altas montañas se resquebrajarán y se derrumbarán, y las colinas se aplanarán y se fundirán, como la cera ante la llama.
7. »Y la tierra se escindirá y todo lo que está sobre la tierra perecerá, y tendrá lugar un juicio sobre todos los seres y todas las cosas.
8. »Pero el Señor hará la paz con los justos y protegerá a los elegidos, y sobre ellos reposará la clemencia y todos ellos serán de Dios y serán dichosos y benditos, y para ellos brillará la luz de Dios.
9. »Él viene, con gran número de santos para ejercer el juicio, y aniquilará a los impíos, y castigará a todo lo que es carne, por todo lo que han hecho y cometido contra Él los pecadores y los impíos».
Capítulo II
LAS OBRAS DEL CIELO
1. «Observad