Julito Cabello y las salchipapas mágicas. Esteban Cabezas

Julito Cabello y las salchipapas mágicas - Esteban Cabezas


Скачать книгу
sé lo que quiero, pero lo quiero yaaaaaaa”.

      Uf. Ahora está punk.

      Lo que faltaba. Un pato punk.

      ¡Kuak!

      ●5

      LA MAÑANA HUM

      ESA MAÑANA de “el” día fue muy rara (ojo que era día feriado, por eso no estaba en el colegiooooo —voz de terror—).

      O sea, mi mamá andaba como en pausa. No se le notaba qué sentía. Solo limpiaba, iba a ver a la María, le cambiaba los pañales (puf), le daba comida a Beltrán (ñam) y a mí no me decía nada (…).

      Era como robot-madre-jugadora de póker (o sea, no se notaba si estaba feliz o achacada).

      Las horas pasaban lentas y mi papá no volvía. Entonces aproveché de comunicarme virtualmente con mi amigo Aarón, pero solo respondía “hum”. Obvio.

      Julito: Parece que mi papá puede quedarse sin pega.

      Aarón: Hum.

      Julito: ¿Algo más que opinar?

      Aarón: A lo mejor adelgaza.

      Julito: ¡Ja, ja, ja! Idiota.

      Aarón: Por eso prefiero decir puro hum.

      Y ahí apareció Andrea.

      Andrea: Hola, boys, ¿en qué están?

      Aarón: Julito me retó.

      Andrea: ¿Te dijo perno?

      Julito: Para. Eso es historia antigua. Lo que pasa es que a mi papá no le publicaron su crítica y puede quedarse sin trabajo (laburo, para que entiendas).

      Andrea: Sé lo que es trabajo, nerd.

      Julito: ¡Ahora tú me ofendiste!

      Andrea: Es que se dice trabajo en todo el mundo, meganerd.

      Julito: Y yo que quería ser amable hablando en tu idioma argentino.

      Andrea: Ya, míster amable, pero lo importante ahora no es hablar en otros idiomas. Lo vital es qué va a pasar con tu papá.

      Aarón: Hum.

      Julito: Eso mismo digo. Solo hum, por ahora.

      Y mientras yo lanzaba este “hum” virtual, en nuestra casa resonó un “cof” muy real. Y la puerta se abrió.

      Mi mamá y yo fuimos directo a la puerta.

      —¿Qué pasó, Julio?

      —¿Qué pasó, papá?

      Y ahí entró Beltrán.

      —¿Alguien quiere rock?

      —No, hijo —respondió mi papá—. Cof. No estoy muy para rock.

      ¡Oh, no!

      Es duro ver al papá de uno tan depre, ¿no?

      —¿Qué pasó, Julio?

      —Pasóf que cambiaron de director del diario, mujer. Y al nuevo director no le gustó mi crítica.

      —¿Por qué?

      —Era director de otro diario antes, donde publicó un tiempo a ese competidor mío, Beltrán Artichoke.

      ¡Oh, no!

      —Se llamaf Iván Gord. Cof. Y lo que más le gusta es la comida rápida, porque encuentra que todo lo demás es siútico. Y como justo escribí esa crítica contra hamburguesas y completos gigantes, parece que no le caí muy bien.

      ¡Oh, no!

      —Entonces me dio la oportunidad de pensarlo mejor. Y si el lunes le entrego una crítica a favor de la grasa, conservo el puestof. Si nof, estoy despedido.

      O sea, como un Super Mario sin monedas…

      Ven: no es fácil ser niño, y niño pobre puede ser aún peor. (Aunque ser papá también es duro, ¿no?).

      ¡Ay, qué duro todo!

      ●6

      Y ESE SÁBADOF

      MI PAPÁ TOSIÓ EL SÁBADO como si hubiera comido una tortilla de bomba lacrimógena. (Metáfora, y fome).

      Cof para allá, cof para acá. Y ninguna palabra. Solo cof.

      Mi mamá andaba frenética. Esto significa que quería parecer tranquila, pero no le salía ni de casualidad. Por ejemplo, se puso a ordenar los juguetes de Beltrán.

      —Beltrán, ¿qué es esto?

      —Un pedazo de robot.

      —¿Y sirve para algo?

      —Sí, para ganarle a un pedazo de dinosaurio.

      —¿Lo puedo botar?

      —¿Por qué?

      —Para ordenar. Tienes un montón de pedazos de juguetes y podríamos dejar solo los que están completos.

      —No, mamita linda preciosa.

      —¿No puedo botar ninguno?

      —Es que ninguno está entero, mamá linda bella bonita de mi corazón. Son todos así.

      Cabro chico extorsionador.

      —¿Ni siquiera este oso sin relleno y con un solo ojo?

      —Ese es el fantasma de un oso feroz ninja, mamá.

      —¿Y este brazo con una espada?

      —Sirve para el ataque volador antimarcianos. Es un arma secreta.

      —¿Y este avión sin alas?

      —Es el transporte silencioso que no ven los radares.

      —¿Y este chupete?

      —Ah, ese es de la María. Bótalo no más.

      Y mi mamá, que solo quería tranquilizarse, separó, dejó todos los pedazos de juguetes antiguos y se fue a ver a la María con el chupete en la mano.

      Parece que su limpieza terapéutica no le resultó.

      Pobrecita.

      Parece que la mugre es más relajante. ¡Ja!

pg025a

      ●7

      DOMINGOF

      EL DOMINGO no fue mejor. Como mi papá andaba como zombi (con tos) y mi mamá estaba haciendo limpieza profunda de los baños (para tranquilizarse, jura), Beltrán estaba más loco que nunca.

      Se fue al living y puso el equipo a todo volumen, apretó play y se escuchó “Pobre vaquita loca”. Puso cara de asco, sacó el disco, lo tiró por la ventana (eso pasa cuando no hay padres poniendo orden) y se puso a buscar en la radio.

      Hasta que encontró rock. Y no cualquier rock. Era el rock más pesado que se puedan imaginar. Rage Against the Machine. ¡Uf!

      Casi se despeinó con el sonido y luego se puso a tocar una guitarra imaginaria (eléctrica, no de palo).

      —Julito, esto es rock. Soy un pato rockero, mira.

      Y se puso a tocar la guitarra imaginaria con los dientes.

      Se pasó. ¿Dónde vio eso? ¿En mini-YouTube?

      Y estaba en la mitad de su pato-concierto, cuando entró nuestro papá, se acercó al equipo y no lo apagó. Lo desenchufó. Y fue como si hubiera desenchufado a Beltrán también, que se quedó como estatua (mascando su guitarra imaginaria).

      Entonces, mi papá nos miró a los dos, con cara de loco (ojos como de pescado) y nos dijo:

      —Niños,


Скачать книгу