Amor apasionado - Princesa de incognito. Victoria Pade

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me equivoco y eres hermano de… ? —continuó.

      —No, has acertado. Soy Noah Perry —confirmó el hombre—. Y no, no soy hermano de Neily ni primo suyo ni nada por el estilo. Aunque ahora formamos parte de la misma familia… mi hermano Jared se ha casado con su hermana Mara y su hermano Cam con mi prima Eden. Además, mi prima Faith se casará con Boone, el otro hermano de Neily, dentro de un par de días.

      Mientras hablaba, Noah se los iba señalando entre las personas que se habían reunido para asistir a la cena de agradecimiento. Al parecer, medio Northbridge había echado una mano el domingo anterior.

      —Vamos, que no solamente hay muchos Perry y Pratt sino que además se dedican a mezclarse entre ellos —dijo Wyatt entre risas—. Y dime, ¿va a casarse alguno más?

      Lo preguntó de forma inocente, pero inmediatamente después se dio cuenta de que no sabía si Neily estaba comprometida con alguien. Tal vez con un Perry. Quizás, con el propio Noah. Y la idea le molestó.

      —No que yo sepa. Pero quién sabe lo que puede ocurrir…

      La respuesta de Noah no lo tranquilizó; aunque Neily no fuera a casarse con nadie, eso no impedía que tuviera novio. Pero se dijo que no era asunto suyo y decidió cambiar de conversación para quitársela de la cabeza.

      —Si no recuerdo mal, tú eres el contratista del pueblo…

      —Exacto.

      —Vaya, menos mal, empiezo a sumar dos y dos —afirmó—. Quería hablar contigo sobre la posibilidad de reformar este lugar.

      Noah asintió y echó un trago de su cerveza.

      —No le vendría mal, desde luego.

      —Sé que sería mucho trabajo. ¿Estás disponible?

      —Ahora mismo tengo unos cuantos compromisos. ¿En qué tipo de reforma estabas pensando?

      Wyatt contestó que quería cambiar la fontanería, la instalación eléctrica, las ventanas y los suelos, además de pintar toda la casa.

      —Es decir, una reforma integral —resumió Noah.

      —Sí, más o menos. ¿Podrías hacerlo? ¿O es mejor que busque ayuda en otro sitio?

      —He construido docenas de casas en este pueblo. Mi equipo y yo podemos con lo que nos echen —afirmó.

      —Obviamente, Home Max se encargaría de suministraros todos los materiales que necesitéis —dijo Wyatt.

      Noah volvió a asentir.

      —No he trabajado mucho con Home Max, pero me gustó lo que vi en la exposición del mes pasado.

      —¿Estuviste en ella?

      —Sí, por supuesto, y me llevé una buena impresión. Normalmente estoy condenado a trabajar con lo que puedo comprar aquí…

      —Supongo que te refieres a la tienda de Hector Tyson. He oído hablar de él.

      —En efecto. Home Max ofrece muchas más opciones, y soluciones innovadoras a las que nunca había podido acceder… sobre todo en sistemas de aislamiento. Hector no es hombre de ideas modernas —le comentó—. Y me encantaría probar algunas de las cosas que vi en la exposición.

      —Magnífico. Ven cuando tengas un rato libre y te enseñaré la casa, habitación por habitación, para que te hagas una idea más clara de lo que hay que hacer —propuso—. Así podrás hacerme un presupuesto.

      —Me parece bien —dijo, antes de echar otro trago de cerveza—. ¿Quiere eso decir que piensas quedarte en Northbridge?

      —Francamente, no lo sé.

      Wyatt lo dijo mirando a Neily. Esa noche estaba impresionante. Se había dejado el pelo suelto y su cara de porcelana era tan bella que no podía borrarla de su pensamiento. Llevaba unos pantalones tan ajustados que debería haber sido ciego para no fijarse en sus curvas, y una blusa blanca y transparente sobre una camiseta del mismo color que lo estaba volviendo loco.

      Parecía encontrarse en su elemento entre la gente. Sonreía, reía, sus ojos azul metálico brillaban y él buscaba una y otra vez alguna excusa para acercarse. Pero ahora estaba hablando con Noah sobre la posibilidad de quedarse allí.

      —Las cosas están en el aire —continuó—. En cierto modo depende de Neily, puesto que es la asistente social encargada de mi abuela.

      —No te preocupes por Neily. Es una gran profesional —afirmó Noah—. Crecimos juntos… de hecho, fuimos juntos al colegio.

      —¿Y cómo es con las familias que investiga? ¿Muy dura?

      —Sólo cuando tiene que serlo —contestó—. Pero es justa.

      Wyatt asintió y preguntó, para su propia sorpresa:

      —¿Sabes si está saliendo con alguien?

      —Tengo entendido que no. ¿Por qué lo preguntas? ¿Te interesa?

      —Es simple curiosidad —respondió con demasiado apresuramiento—. Me extraña que nadie le haya echado el ojo…

      —¿A Neily? —preguntó, extrañado—. Bueno, es que Neily es Neily. Una chica genial, pero…

      Wyatt no dijo nada. Noah se encogió de hombros y continuó:

      —En fin, supongo yo no la puedo mirar de esa forma. La conozco desde siempre. Es como si fuera una de mis hermanas.

      En ese momento, Noah se terminó la cerveza y Wyatt vio la ocasión que estaba buscando para interrumpir la conversación.

      —Iré a buscarte otra —afirmó, para impedir que Noah rechazara la oferta.

      Al pasar junto a Neily, notó la colonia que se había puesto y tuvo que hacer un esfuerzo sobrehumano para no hundir la cabeza en la curva de su hombro y aspirar. Aquella mujer le gustaba demasiado. Tanto, que la noche anterior había estado a punto de besarla. Y no había besado a nadie desde Mikayla.

      No entendía lo que le estaba pasando. Tras el fallecimiento de su esposa, se había llegado a convencer de que ninguna mujer volvería a despertar su interés. Además, Neily era la asistente social que debía juzgar si él y su familia eran adecuados para cuidar de Theresa.

      No debía cometer el error de besarla. No podía mantener una relación con ella. Lo único razonable que cabía en esas circunstancias era resistirse a sus deseos y no cruzar en ningún momento la línea.

      Wyatt se conocía bien y sabía que lo que sentía por ella se parecía mucho a lo que había sentido por Mikayla cuando la conoció. Si seguían adelante, aquello no sería una simple aventura romántica. Podía convertirse en algo muy serio, en algo que no se podía permitir, en algo a lo que no se podía arriesgar.

      Decidió que si para mantener las distancias necesitaba recordarse el infierno que había sufrido tras la muerte de Mikayla, lo haría.

      A fin de cuentas, aunque el recuerdo del dolor fuera leve a esas alturas, la pérdida real había sido tan terrible que haría cualquier cosa por evitarse otra situación parecida.

      Aquella noche, cuando Neily encontró a Wyatt en la cocina, dijo:

      —Tú lavas y yo seco.

      —Gracias, pero Mary Pat…

      —Mary Pat se ido a dormir. Le duele la cabeza y le he dicho que yo me encargaría de todo —explicó.

      Neily no tenía intención de quedarse en la casa después de que se marcharan los invitados. De hecho, planeaba marcharse antes para evitar la posibilidad de quedarse a solas con Wyatt y volver a sentir la tentación de besarlo.

      Precisamente por eso había subido a ver a Theresa. Pero la visita que suponía breve se alargó demasiado porque la anciana se empeñó en que le contara quién estaba en la casa y qué estaban haciendo, a pesar de su negativa a bajar a saludar.

      Después,


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