El sendero de la meditación. Osho

El sendero de la meditación - Osho


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de esos cambios será que, durante estos tres días, hables lo menos posible. ¡Hablar es la gran aflicción de este siglo! Y tú todavía no eres consciente de lo mucho que hablas. De la mañana a la noche, hasta que te vas a dormir, continúas hablando. Sea como sea, hablas con alguien más o, si no hay con quién hablar, hablas contigo mismo.

      Durante estos tres días, sé consciente de tu continuo hábito de hablar. Y es sólo un hábito. Para un meditador, esto es vital. Durante estos tres días me gustaría que hablaras lo menos posible, y cuando hables, que sea puro, no el ordinario parloteo de todos los días. De hecho, ¿de qué hablas todos los días? ¿Tiene algún valor? ¿Sería perjudicial si no hablaras? Simplemente estás parloteando, lo que no vale mucho la pena. Y si no hablaras, ¿sería perjudicial para los otros? ¿Sentirían que algo falta por no escuchar lo que tienes que decir?

      Durante estos tres días recuerda que no hablarás mucho con nadie. Esto es extraordinariamente útil. Y si hablas, sería mejor que lo hicieras conectada con la meditación y nada más. Pero todavía sería mejor si no hablas: permanecer en silencio tanto como sea posible. Esto no significa que seas tan estricto que te fuerces a permanecer en silencio o que escribas lo que quieres decir. Eres libre de hablar, pero no de parlotear. Habla conscientemente y sólo cuando sea necesario.

      Esto te ayudará de dos maneras. El primer beneficio será que guardarás la energía que gastas hablando. Entonces, esa energía podrás usarla para meditar. El segundo beneficio será que te desconectarás de los otros y estarás con tu soledad durante este tiempo. Hemos venido a esta montaña, y sería un desperdicio si las doscientas personas que nos hemos reunido aquí viniéramos sólo para hablar con los otros, para charlar con los otros. Entonces, deberías permanecer entre la multitud, donde estabas antes, porque no eres capaz de experimentar el silencio.

      Para experimentar el silencio no basta con estar en las montañas. También es necesario separarte de los otros y permanecer solo. Y sólo contactar con los demás si es absolutamente necesario. Imagina que eres la única persona en esta montaña y no hay nadie alrededor. Tienes que vivir como si hubieras venido solo, permaneces solo y en los alrededores te mueves solo. Siéntate solo bajo un árbol. No lo hagas con un grupo de personas. Vive independiente y solo durante estos tres días. La verdad de la vida no ha sido conocida viviendo entre la multitud, y no podrá experimentarse así. Ninguna experiencia con algún significado ha tenido lugar entre una multitud. Quienquiera que haya probado el silencio lo ha probado en absoluta soledad.

      Cuando dejas de hablar con los demás, y cuando tu parloteo interior y exterior para, la naturaleza comienza a comunicarse contigo de manera misteriosa. La naturaleza se comunica continuamente contigo, pero estás tan absorto con tu parloteo, que no escuchas su suave voz. Deberás aquietarte de tal forma que puedas oír la voz que habla en ti.

      Así que en estos tres días hablar deberá ser conscientemente restringido. Si lo olvidas y comienzas a hablar como de costumbre, y luego te acuerdas que deberías estar en silencio, detente en ese momento y discúlpate. Permanece solo. Deberás experimentar con esto mientras estés aquí, pero también lo intentarás por tu cuenta.

      Ve a cualquier lado que desees, siéntate bajo un árbol; has olvidado completamente que eres parte de la naturaleza. Tampoco sabes que permanecer cerca de la naturaleza hace más sencilla la experiencia de lo supremo; en ningún lado más es tan sencillo.

      Así que aprovecha estos tres increíbles días. Permanece aislado, en soledad, y no hables más que lo necesario. Incluso, si todos permanecen en silencio, continúa solo. Un meditador tiene que estar solo. Hay mucha gente aquí, así que cuando nos sentamos a meditar, parece que hubiera una concurrencia de personas meditando. Siéntate aquí, estás en un gran grupo, pero cuando vayas a tu interior, te sentirás solo.

      Cuando cierres tus ojos y te sientas solo, y cuando estés en silencio, no existirá más ningún grupo. Habrá doscientas personas aquí, pero cada una estará sólo consigo mismo y no con los otros ciento noventa y nueve meditadores. No se puede meditar colectivamente. Todas las oraciones, todas las meditaciones, son individuales, son privadas.

      Permanece solo aquí, y también cuando te vayas. Y permanece el mayor tiempo posible en silencio. No hables. Pero no será tan fácil dejar de hablar, también necesitarás hacer un esfuerzo consciente para detener el constante parloteo que fluye dentro de ti. Te hablas a ti mismo, te contestas a ti mismo; aquiétate y suelta eso también. Si te es difícil detener este parloteo interior, entonces dite firmemente que se detenga este ruido, dite a ti mismo que no te gusta el ruido.

      Habla con tu ser interior. Como meditador, es importante que te hagas recomendaciones. Intenta esto alguna vez. Siéntate solo en algún lugar, dile a tu mente que pare de parlotear, dile a tu mente que no te gusta, y te sorprenderás al ver que, por un momento, tu parloteo interior se detiene.

      Por estos tres días recomiéndate no hablar. En tres días notarás la diferencia... que paso a paso, lentamente, lentamente, el parloteo está disminuyendo.

      El cuarto punto: debes tener algunas quejas, algunos problemas, pero no les prestarás atención. Si experimentas algún pequeño problema o dificultad, no le des tu atención. No estamos aquí por diversión.

      * * *

      Recientemente leí la historia de una monja china. Visitaba una aldea que tenía sólo unas cuantas casas; estaba sola, y mientras se iba haciendo de noche, se paró frente a todas las casas y les pidió a los aldeanos: “Por favor, déjenme quedar en una de sus casas”.

      Ella era una extraña para ellos y, además, practicaba una religión diferente, así que los aldeanos le cerraron las puertas.

      La aldea más próxima se encontraba muy lejos, y estaba oscuro, y ella estaba sola. Así que fue a pasar la noche en un campo y se durmió bajo un árbol de cerezas. A la mitad de la noche despertó; tenía frío y eso no le permitía conciliar el sueño. Miró alrededor y vio que todas las flores habían floreado; los árboles estaban cubiertos con flores. Y la luna había salido, y su luz era muy hermosa. Entonces experimentó un momento de inmensa dicha.

      Por la mañana volvió a la aldea y le agradeció a la gente que se había rehusado a darle albergue por la noche. Cuando le preguntaron por qué, ella dijo: “Por su amor, por su compasión y amabilidad en cerrarme sus puertas anoche. Porque entonces pude experimentar un momento de increíble júbilo. Pude ver las flores de los cerezos abrir y a la luna en su gloria; vi algo que no había visto nunca antes. Si me hubieran dado abrigo, no lo hubiera visto. Fue entonces cuando me di cuenta de su amabilidad, la razón por la que me cerraron las puertas”.

      *

      Ésta es una manera de ver las cosas. Es posible que tú también te hubieras quedado sin refugio aquella noche y que te hubieras sentido enojado a lo largo de ella. Puede que hubieras sentido mucho odio, mucho coraje, hacia aquellas personas, y quizá no te hubieras percatado de las flores abriendo en el árbol de cerezas, y no hubieras visto a la luna salir y mucho menos hubieras experimentado un sentimiento de gratitud. Tú no hubieras experimentado ninguna de estas cosas.

      Hay otra manera de relacionarse con la vida, y sucede cuando te sientes lleno de gratitud por cada una de las cosas de la vida. Y debes recordar, durante estos tres días, sentir gratitud por todo. Sentir gratitud por lo que recibes y no enfadarte por lo que no recibes. Éste es el fundamento de la gratitud. Es sobre esta base que la despreocupación y la simplicidad nacen dentro de ti.

      Para resumir, me gustaría decir que en estos tres días deberás tratar incansablemente de ir a tu interior, meditar y mantenerte en silencio. En este viaje se necesita una firme resolución. La conciencia mental donde todos los procesos mentales sólo tienen lugar en una pequeña parte; el resto de la mente permanecerá absorto. Si dividiéramos la mente en diez partes, la conciencia mental sería sólo una parte; las otras nueve serían la inconsciencia mental. Nuestro pensamiento y nuestro razonamiento sólo tomarán lugar en una parte; el resto de nuestro cerebro no será consciente de ello. El resto de nuestro cerebro no sentirá nada al respecto.


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