La mente dividida. Dr. John E. Sarno
href="#ulink_98e5239c-b216-555a-94f5-6bb05dfc0c7f">Reflexiones sobre el tratamiento de los trastornos psicosomáticos
La experiencia de un médico de familia con la medicina psicosomática Doctor Marc Sopher
Dando a conocer a los pacientes el SMT
Estrategias del tratamiento para el SMT
Haz una lista
Deshazte de tus dispositivos ortopédicos y de tus medicamentos
Uno: ¿Qué es la medicina psicosomática?
Dos: Una breve historia de la medicina psicosomática
Tres: La psicología de los trastornos psicosomáticos
Cinco: La hipertensión y la conexión mente-cuerpo: un nuevo paradigma
Siete: La experiencia de una reumatóloga con los trastornos psicosomáticos
Introducción
El sistema de salud en los Estados Unidos se encuentra en crisis. Ciertos segmentos de la medicina estadounidense se han convertido en una pesadilla disfuncional de prácticas irresponsables, procedimientos peligrosos, reglamentaciones burocráticas y costes que aumentan vertiginosamente. En lugar de curar a la gente, este defectuoso sistema de salud, en muchos casos, está prolongando su sufrimiento. En lugar de prevenir las epidemias, las está generando.
¿Crees que éste es un juicio demasiado duro? Veamos algunas estadísticas. Los más de seis millones de estadounidenses que padecen «fibromialgia», una enfermedad misteriosa y extremadamente dolorosa, son tratados por un ejército de especialistas, pero ninguno de ellos tiene la menor idea de cuál es la causa de este trastorno. Un número aún mayor de estadounidenses recibe tratamiento para el reflujo gástrico, lo que significa un coste de miles de millones de dólares. ¿Quién dice que la acidez no sea un buen negocio? Y más millones de personas –muchas de ellas jóvenes– dependen de fármacos psicoactivos que pueden estar poniendo en peligro sus vidas.
Las circunstancias son graves. No estoy exagerando la situación. Por eso mis colegas y yo hemos escrito este libro.
La mente dividida trata sobre los principios y la práctica de la medicina psicosomática. No es una obra sobre medicina alternativa ni sobre tratamientos de la «Nueva Era» que tan de moda están. Se trata de un libro sobre una medicina que ha sido probada clínicamente, una medicina simple y directa, tal como la practican profesionales autorizados desde hace más de treinta años, trabajando con miles de pacientes.
En primer lugar, quiero aclarar cualquier confusión en relación con la palabra psicosomático. Es posible que creas que se refiere a algo vagamente fraudulento, como cuando las personas inventan enfermedades imaginarias por algún motivo egoísta. No es así. Pero incluso los profesionales de la medicina, los médicos que deberían tener una mejor comprensión de este término, a veces cometen el error de suponer que se refiere a cómo el estrés empeora una dolencia o a las consecuencias estresantes de vivir con una enfermedad. Éstas son consideraciones legítimas y han sido abordadas en la literatura médica, pero no son psicosomáticas. La medicina psicosomática se refiere específicamente a los trastornos físicos del organismo mente-cuerpo, trastornos que pueden aparentar ser únicamente físicos pero que tienen su origen en las emociones inconscientes, un asunto médico muy distinto y extremadamente importante. Quiero señalar que vamos a usar los términos psicosomático y mente-cuerpo de forma intercambiable; por tanto, no dejes que esto te despiste.
Existen literalmente cientos de trastornos y enfermedades que han sido identificados como puramente psicosomáticos o con algún componente psicosomático. Vamos a explorar muchos de ellos en las próximas páginas. Estos trastornos pueden ir desde un leve dolor de espalda hasta el cáncer, dependiendo del poder y la importancia de los fenómenos emocionales inconscientes. Las enfermedades psicosomáticas parecen ser una parte ineludible de la condición humana. Sin embargo, sorprendentemente, a pesar de la incidencia casi universal de estos trastornos, la práctica de la medicina psicosomática es algo casi totalmente desconocido en la comunidad médica actual, y no desempeña prácticamente ningún papel en las investigaciones médicas contemporáneas. Hoy en día, cuando los médicos y muchos psiquiatras se enfrentan a un trastorno psicosomático, no lo reconocen por lo que es y casi siempre se limitan a tratar los síntomas.
La enormidad de este error de la práctica médica puede compararse a lo que ocurriría si la medicina se negara a reconocer la existencia de los virus y las bacterias. Quizá la peor manifestación de este medievalismo científico haya sido la eliminación de la palabra psicosomático de las ediciones más recientes del Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders, Fourth Edition (DSM) (Manual de diagnóstico y estadística de los trastornos mentales), que es la lista oficial de diagnósticos psiquiátricos de la Asociación Americana de Psiquiatría. Es como eliminar el término infección de los diccionarios médicos.
Este sorprendente estado de cosas –escandaloso, a decir verdad– no sucedió de la noche a la mañana. Durante la primera mitad del siglo XX, el estudio y tratamiento de los trastornos psicosomáticos fue reconocido por muchos profesionales como una importante y prometedora nueva frontera de la medicina. Luego, hace alrededor de cincuenta años, la comunidad médica de los Estados Unidos tomó la dirección equivocada y simplemente perdió todo interés por la medicina psicosomática. Más adelante especularé sobre por qué sucedió esto, pero por ahora lo importante que hay que señalar es que, al darle la espalda a esta vital rama de la medicina, la profesión médica ha contribuido a crear una epidemia de dolor y de otros trastornos que afecta a millones de personas.
Descubrí la medicina psicosomática bastante tarde en mi carrera profesional. Fue cuando comencé a ver grandes cantidades de gente que sufría esos comunes pero misteriosos trastornos que vienen acompañados de dolor, principalmente en la zona lumbar, el cuello, el tronco y las extremidades. Yo no sabía que estos trastornos eran psicosomáticos. Mi especialidad no era la psiquiatría o la psicología, y fue sólo a través del contacto diario y directo con el sufrimiento de mis pacientes como finalmente llegué a reconocer