Roa, el guerrillero de Antequera. José Luis Borrero González
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ROA, EL GUERRILLERO
DE ANTEQUERA
JOSÉ LUIS BORRERO GONZÁLEZ
ROA, EL GUERRILLERO
DE ANTEQUERA
EXLIBRIC
ANTEQUERA 2017
ROA, EL GUERRILLERO DE ANTEQUERA
© José Luis Borrero González
© de la imagen de cubiertas: (montaje Cristina Tristán - CC BY-SA 3.0 vía Wikimedia Commons)
Diseño de portada: Dpto. de Diseño Gráfico Exlibric
Iª edición
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ISBN: 978-84-16848-55-3
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JOSÉ LUIS BORRERO GONZÁLEZ
ROA, EL GUERRILLERO
DE ANTEQUERA
Índice
AGRADECIMIENTOS
Mi principal agradecimiento, en general, es para la Guardia Civil y, en particular, para cada uno de los hombres y mujeres que la componen.
Mi agradecimiento a Francisco Díez de los Ríos Rubios, descendiente por línea materna de Francisco Roa Rodríguez de Tordecillas, porque sin sus aportaciones de campo tal vez esta novela no hubiera visto la luz.
Mi agradecimiento al doctor en Historia, D. José Escalante Jiménez, archivero municipal de Antequera, por sus orientaciones acerca del personaje, así como a D. Arturo Eduardo Rodríguez Guerrero, por sus muchas horas dedicadas a la lectura de documentos relacionados con el personaje principal.
Y por último, no por ello menos importante, a la ciudad de Antequera, por transmitirme a través de su patrimonio y de sus gentes esas vibraciones que te hacen sentir que estás vivo.
José Luis Borrero González
PREFACIO
Llama poderosamente la atención, en el estudio de la Guerra de la Independencia española (1808-1814), la escasez y, sobre todo, la falta de trabajos en torno a un fenómeno que si se hubiera dado en otros países habría alcanzado hitos históricos, la guerrilla, la contribución popular a la contienda.
Será a partir de 1809, tras la caída de Zaragoza, cuando empiecen a formarse a gran escala la mayor parte de ellas. Las causas habría que buscarlas en el Reglamento de Partidas y Cuadrillas, de 28 de diciembre de 1808, dictado por la Junta Suprema y el Consejo de Regencia, que en su punto octavo hace un llamamiento a los ricos y nobles de cada población para que se alcen y formen partidas.
El reclutamiento, en líneas generales, no tuvo carácter voluntario o de sacrificio patriótico. Por regla general, cada miembro quedaba sujeto al jefe de la partida, quien establecía una mezcla de temor y admiración. Por lo general, la mayoría de sus integrantes lo fueron a la fuerza, siguiendo el canon de reclutamiento establecido para el Ejército regular, con la excepción de nuestro personaje D. Francisco Roa Rodríguez de Tordecillas, que añadió a los componentes de su partida premios económicos, estableciendo una especie de productividad, algo tan común hoy en día en el mundo de las empresas. Por este motivo es de las pocas que no cayeron en el bandidaje para aprovisionarse. Solo hechos muy puntuales que sus enemigos hicieron circular para desacreditarlo.
La presión que la guerrilla llegó a ejercer sobre el Ejército francés fue, en todos los sentidos, personal y económica. Desciende, hasta el plano individual, de los propios soldados gabachos, sobre todo los destacados en Andalucía. En cartas que remitían a sus familiares relatan sus penas, temores y el miedo que les tenían, especialmente si caían prisioneros.
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