De la felicidad y otras cuestiones públicas. Fernando Miguel Leal Carretero
acaso sacrificado sus anhelos espirituales (en el sentido antedicho) por mor de la familia. Parecería entonces que la felicidad tiene dos causas necesarias, una animal (“todo está bien con la familia”) y la otra espiritual (alguno se dedica a estudiar la poesía francesa medieval, otro a escalar montañas, un tercero a acciones filantrópicas), ninguna de las cuales es suficiente. Con lo cual tenemos un problema metodológico: ¿cómo distinguiremos el peculiar aporte de la vida familiar a la felicidad humana de todas las demás condiciones necesarias que se quisieran postular?
Lo que necesitamos en la investigación científica sobre felicidad es algo que los mejores metodólogos del presente están comenzando a inventar: procedimientos para deslindar la Causa (con mayúscula) de todas las pequeñas causas (con minúscula). Sin ponerme a citar nombres e ideas aquí, que no es el lugar, concluyo con un pequeño ejemplo: la identificación de la causa del cólera en Londres en los años cincuenta del siglo XIX por el médico John Snow. Esto es lo que necesitamos ahora: lo que un célebre profesor de estadísticas ha llamado shoe leather, ‘echársela a pie’, para demostrar que la vida familiar, con las características que todos conocemos, y no las enumero sino para evitar la banalidad, es lo que nos hace felices. Pero más allá de la evidencia científica (importante sin duda), tenemos la evidencia de la propia experiencia y de la propia observación desprejuiciada. Es una lástima que a los filósofos se les haya pasado este hecho, grande como casa, pero no será la primera vez, ni seguramente la última, en que den la espalda al sentido común y prefieran construir castillos en el aire.
* Versión ligeramente retocada de “La felicidad: filosofía, ciencia, sentido común”, Altazores: Revista Lúdica de Filosofía y Literatura, núm. 1, enero-marzo 2016, pp. 4-12. En su origen fue mi participación de un panel, con otros tres profesores, en el VIII Banquete de Fil-o-Sofía “La felicidad: filosofía y vida cotidiana”, Feria Internacional del Libro de Guadalajara, 1 de diciembre de 2012.
1 Una tesis que se desprende de lo dicho es que el amor humano sólo puede cultivarse dentro de la familia (y tal vez un círculo estrecho de amigos), mientras que parece haber un fin espiritual designado con el mismo nombre pero con un significado completamente diferente. Confundir el amor (humano, animal, en minúsculas) con el Amor (espiritual, en mayúsculas) es un grave error. Lo que movía a Francisco de Asís o a Teresa de Calcuta, tal vez a Mahatma Gandhi, no tiene nada que ver con la felicidad como tal, es decir la felicidad familiar, y no puede como tal hacer feliz a nadie. Con otras palabras, el Amor (o tal vez la
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