Sobre izquierda alternativa y cristianismo emancipador. Francisco Fernández Buey
activismo político en el último decenio de su vida estuvo muy centrado en los movimientos sociales internacionalistas vinculados al Foro Social Mundial. Dialogamos con frecuencia sobre la emergencia de este nuevo sujeto colectivo e intercambiamos reflexiones que luego se plasmaron en su libro Guía para una globalización alternativa y en mis libros Justicia global y Desigualdades internacionales, ¡justicia ya! La construcción de un nuevo internacionalismo nos unió mucho. También nos vinculaba, además de Gramsci, la persona y el pensamiento de Simone Weil, que cada vez le fascinaba más. Estimaba la edición de prácticamente todas las obras de Simone Weil realizada por Trotta.
Murió en Barcelona en el año 2012. En numerosas publicaciones impresas y digitales ha quedado constancia de su vida, su pensamiento y su contribución al avance del conocimiento y a la transformación de la sociedad7.
CONTENIDO Y ESTRUCTURA DE ESTE LIBRO
La presente obra recoge la mayor parte de los escritos de Francisco Fernández Buey sobre el cristianismo emancipador. Solo se han excluido los dedicados a Savonarola dada su extensión y otros muy específicos y técnicos sobre Bartolomé de Las Casas. Para la edición de este volumen he releído todos sus libros y numerosos textos contenidos en publicaciones colectivas, ensayos y artículos en revistas y en prensa8. Es necesario analizar los escritos que aquí se editan teniendo en cuenta el conjunto de su pensamiento. También he leído la mayor parte de los libros de Manuel Sacristán y diversos estudios dedicados a su quehacer intelectual y político por la gran influencia que ejerció sobre él.
Francisco Fernández Buey era ateo, pero profesaba un ateísmo específico. Ateísmos como marxismos, comunismos y cristianismos hay muchos y no todos son iguales. El suyo, como el tipo personal de racionalismo descrito en La ilusión del método, era «bien temperado» y estaba en las antípodas del cientificismo que siempre rechazó en todos los ámbitos del conocimiento. Escribió sobre la insuficiencia de las críticas de Marx y de Freud a la religión, reconociendo a la vez el valor de estas. Considero que se identificaba con el modo de ser ateo de Ernst Bloch expuesto en sus obras Ateísmo en el cristianismo, El principio esperanza y Thomas Müntzer, teólogo de la revolución.
Bloch inicia su Ateísmo en el cristianismo con esta frase: «Pensar es sobrepasar. Lo mejor de la religión es que produce herejes. Solo un ateo puede ser un buen cristiano, solo un cristiano puede ser un buen ateo». Fernández Buey se sitúa en esta corriente marxista. No sé si aceptaría en parte o íntegramente esta afirmación de su admirado Pasolini, comunista y marxista herético como él. Me parece que, como mínimo, la tomaría en consideración:
Soy un marxista herético […] Marx ha dicho cosas tremendas. Por ejemplo, en materia religiosa. Todo lo que Marx ha dicho de la religión es para tomarlo y tirarlo, es fruto de una ignorancia colosal. Y la crítica de la religión es un buen pedazo del marxismo. En compensación, todo lo demás […] es extraordinariamente actual9.
Creo que se sentiría muy cercano a la necesidad de complementar y hasta corregir la teoría de Marx sobre la religión desde el pensamiento de aquel marxista tan heterodoxo y admirado por él como fue Walter Benjamin, quien escribió el memorable Materialismo histórico y teología10.
Como Francisco Fernández Buey no fue filósofo de la religión, su concepción del cristianismo emancipador está relacionada con su pensamiento político, sus estudios sobre la historia de las ideas que han servido para la liberación, sus escritos sobre el diálogo entre culturas y su compromiso sociopolítico. En este ámbito encontró a muchas personas y comunidades que en España y en América Latina forman parte del cristianismo de liberación, según la denominación creada por Michael Löwy, uno de los principales intelectuales del ecologismo anticapitalista11.
Por estas razones, en el libro se incluyen textos y diversas declaraciones que sintetizan su pensamiento sobre la construcción de una izquierda alternativa. En el título está expresada la conexión de ambas temáticas que aparece en la mayoría de los capítulos.
Nuestro autor no escribió sobre la religión en general y mucho menos hizo apologética de ella. Se centró en un tipo peculiar de religión y de religiosidad que atraviesa diversos momentos de la historia desde hace más de dos mil años. Él analiza las manifestaciones contemporáneas de lo que Ernst Bloch llamaba el hilo rojo de la Biblia.
Este libro se inserta en una corriente de pensadores, muchos de ellos marxistas, que tanto ahora como a lo largo del último decenio han destacado la contribución de este tipo específico de cristianismo para la elaboración de una nueva cultura política, la liberación de los empobrecidos, la acción ecologista y la racionalidad humana12.
El volumen se articula en torno a tres partes. La primera contiene la concepción de Fernández Buey sobre el cristianismo emancipador. En ella se insertan sus primeras declaraciones sobre la relevancia de este tipo de religión liberadora, se relaciona esta con la dialéctica utópica y con los nuevos movimientos sociales, y se reflexiona sobre la concepción de la justicia y la igualdad en las grandes tradiciones religiosas. También se incluyen textos sobre la recepción del marxismo por los militantes cristianos politizados. Hay que destacar su punto de vista sobre ciencia y religión. La segunda parte se centra en el análisis de la vida y del pensamiento de tres personas cristianas a las que dedicó mucho tiempo de trabajo: Bartolomé de Las Casas, Simone Weil y José María Valverde. La tercera presenta una visión de conjunto del presente y del futuro de la izquierda alternativa, teniendo en cuenta la perspectiva de la primera y la segunda parte del libro.
¿POR QUÉ A UN PENSADOR ATEO Y A UN ACTIVISTA COMUNISTA Y ECOLOGISTA LE INTERESABA EL CRISTIANISMO EMANCIPADOR?
Como buen pensador marxista, Francisco Fernández Buey sabía que el tema de la religión fue una cuestión importante para Marx, Engels, Kautsky, Lenin y, especialmente, para Gramsci y para Bloch13. Él se sitúa en esa estela y la actualiza.
La influencia del Partido Comunista Italiano (PCI)
La atracción que le provocaba el PCI y su cultura influyó mucho en la forma de abordar la «cuestión cristiana». Durante años dialogamos sobre el pensamiento gramsciano acerca de este tema y la necesidad de caminar con Gramsci, pero «más allá de él». Y en ese más allá se encontraba la evolución del PCI dirigido por Togliatti. Este dirigente político era muy estimado por Manuel Sacristán. Fue Togliatti quien en marzo de 1963, en el llamado «Discurso de Bérgamo» (Il destino dell’uomo)14, introdujo una gran innovación en la cultura comunista al plantear la necesidad de estudiar a fondo el fenómeno religioso, revisar la tradición marxista en este ámbito y diseñar una política específica hacia el mundo cristiano más allá de tacticismos o estrategias electoralistas. Hizo este encargo al PCI como intelectual colectivo y, desde entonces, esta temática ha sido ampliamente estudiada por intelectuales del partido a través de libros y artículos en Rinascita y Critica Marxista. También existió una praxis política en este ámbito15. Las tesis fundamentales de Togliatti son cuatro: a) las raíces de la religión son más profundas