Detective Zack. Jerry D. Thomas
empezaron a desaparecer enseguida después que llegamos.
Pensé por un momento.
–¿Las cosas desaparecieron en ese momento o en ese momento la gente se empezó a dar cuenta de que le faltaban cosas?
Luis chasqueó sus dedos.
–Eh, tienes razón. Esas personas estuvieron escalando toda la mañana fuera del campamento. Regresaron más o menos al mismo tiempo que nosotros llegamos. Y allí fue cuando se dieron cuenta de que les faltaban cosas.
–O sea que el ladrón pudo haber robado las cosas en cualquier momento mientras ellos no estaban –concluí–. Ves, yo sabía que no habías sido tú.
–Gracias –dijo Luis–. Ahora todo lo que tengo que hacer es convencer al guardabosque.
Señaló a otro lugar del campamento, del otro lado del camino.
–Creo que ellos lo hicieron.
Keyla y yo miramos al lugar del campamento donde miraba Luis.
Luis continuó.
–Esas carpas están repletas de adolescentes que hablan en voz alta y molestan. Ya los escuché desde acá gritándose entre ellos. Y esta tarde el guardabosque tuvo que decirles que bajaran el volumen de la música.
Mientras estábamos mirando, un muchacho de pelo negro desgreñado, con sus auriculares conectados a la radio en su cintura, salió de su carpa y se fue caminando moviendo su cadera en dirección al río. Keyla sacudió su cabeza.
–¿Por qué la gente hace eso? ¿Por qué hacen todo un viaje para estar en una zona desierta y luego escuchan lo mismo que escuchan en sus casas?
Yo estaba de acuerdo con Luis. Los adolescentes estaban primero en mi lista de sospechosos.
–¿Van a hacer balsismo, chicos?
***
Balsismo y rafting tienen significados equivalentes: actividad deportiva y recreativa que consiste en recorrer el cauce de ríos en la dirección de la corriente, por lo general sobre algún tipo de embarcación o balsa.
***
Un hombre sostenía unos papeles enfrente de la insignia de balsismo de su camisa. El nombre “Bernardo” estaba cosido en el otro lado de su camisa. Dijo:
–No dejen de hacer un viaje en el Río Balsa Roja, mientras estén aquí. No se pierdan la oportunidad de navegar los saltos Manantial Cálido.
–Gracias –le dije mientras todos tomábamos una publicidad del lugar–. Haremos balsismo en algún momento esta semana.
–Espero que sea con nosotros –dijo Bernardo mientras se alejaba.
–Yo también planeo hacer balsismo –dijo Luis.
Resultó que la familia de Luis está aquí por la misma razón que está la mía. Sus carpas rojas y azules están solo a unos pasos de las nuestras.
Entonces, ¿por qué estoy luchando contra los mosquitos en la tierra de los dinosaurios? Es una larga historia. Como el viento está trayendo el humo de la fogata sobre mí, voy a contener la respiración y escribir lo más rápido que pueda. (¡Eh, por lo menos el humo mantiene alejados a los mosquitos!)
Este año, en la escuela, parecía que todos estaban hablando sobre los dinosaurios. También yo: me gustan los dinosaurios. Creo que el Tyrannosaurus rex era asombroso. Pero, mi favorito es el Brachiosaurus. Eran muy grandes y tenían cuellos largos, sacaban sus cabezas por arriba de los árboles como un submarino saca su periscopio.
Fabián y yo, junto con Tomás, un chico que se había mudado hacía poco al vecindario, jugábamos mucho a los dinosaurios en los bosques. Pero, cada vez que hablábamos de dinosaurios había una discusión.
–Me hubiera gustado vivir cuando estaban los dinosaurios –dije un día.
–¡Ja! –se rio Tomás–. Eso es una locura. Todos saben que los dinosaurios vivieron millones de años antes de que hubiera personas.
–Solo es un deseo –contesté–. Además, la Biblia dice que Dios creó todas las cosas en seis días. Así que, las personas y los dinosaurios estuvieron vivos al mismo tiempo.
–Mira –dijo Tomás–, los científicos pueden probar que los dinosaurios vivieron millones de años antes de que hubiera personas.
Yo sabía que la palabra correcta para nombrar a un científico que estudia huesos y fósiles es un paleontólogo. Pero, no dije nada.
Tomás continuó:
–Por lo tanto la Biblia no puede estar en lo cierto. Pero a quién le importa... juguemos antes de que tenga que irme.
Bueno, a mí me importaba. Y luego de que Tomás se fue, me enteré de que a Fabián también le importaba.
–Zack, ¿piensas que Tomás tiene razón respecto a los dinosaurios? ¿Crees que la Biblia está equivocada?
Antes, Fabián creía que las historias de la Biblia eran cuentos irreales y que los científicos podían probarlo. Pero luego que le mostré evidencias científicas que apoyan la historia del diluvio, comprendió que posiblemente la Biblia tenía razón.
Me encogí de hombros.
–Creo que la Biblia tiene razón, pero no creo que diga nada sobre los dinosaurios. No sé cómo explican los dinosaurios los paleontólogos que creen en la Biblia. Me gustaría descubrirlo.
–Sí –estuvo de acuerdo Fabián–, no hay dinosaurios por aquí para estudiarlos. ¿Y cuánto se puede aprender de un montón de huesos y fósiles? Creo que nunca lo sabremos con seguridad.
Pensé que Fabián tenía razón sobre los dinosaurios. Resulta que quizás ambos estemos equivocados.
¡Ay! Ni bien se disipó el humo lo suficiente como para poder respirar, otro mosquito me picó. Todavía no he explicado dónde estamos o porqué estoy escribiendo en mi cuaderno en este momento, pero eso tendrá que esperar. Me vuelvo a la carpa.
Pistas de dinosaurios
Si los dinosaurios realmente vivieron hace millones de años, ¿cómo puede ser cierta la historia bíblica de la creación?
Si la historia de la Biblia es cierta, entonces los dinosaurios y las personas vivieron al mismo tiempo.
Palabras para recordar
Paleontólogo: un científico que estudia huesos y fósiles para aprender sobre animales o plantas que vivieron hace mucho tiempo.
Capítulo 2
El campamento de los dinosaurios
Algo me despertó de un sueño profundo. Espié a través de mis pestañas solo lo necesario para darme cuenta de que estaba empezando a clarear. Como no escuché nada más que el río, casi me vuelvo a quedar dormido.
Luego volví a escucharlo. Alguien estaba gritando. Y cada vez más cerca. Esta vez, me senté y me acerqué al cierre de la carpa.
–¿Qué sucede? –preguntó Keyla mientras pasaba a su lado arrastrándome.
–No lo sé. Si puedo lograr que este cierre se mueva, quizá nos enteremos.
Ella tiró del otro extremo y finalmente el cierre se abrió. Ambos sacamos nuestras cabezas lo suficiente para ver a un grupo de personas mal vestidas y con cabellos desgreñados.
–¡Yo lo vi aquí! –casi gritaba una mujer. Señaló a un cañón que serpenteaba hacia la cima de la meseta (una montaña con una cima plana).
–¿Qué?