Anatomía de la voz. Begoña Torres Gallardo

Anatomía de la voz - Begoña Torres Gallardo


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Extensión del mi2 al si4, con inflexiones dramáticas y agudos limitados; voz gruesa y voluminosa; graves amplios y potentes.

      b) Voces masculinas

      Tenor ligero. Voz ligera, suave, ágil, brillante con los agudos fáciles. Puede denominarse también tenore de grazia o tenor de ópera cómica.

      Tenor lírico. Voz bonita más timbrada que la del ligero, más amplia y con agudos.

      Tenor lírico-spinto. Carácter intermedio. Voz clara de timbre penetrante y agudo brillante.

      Tenor dramático. Voz menos clara; volumen sonoro; importante; facilidad en los graves y en el centro; agudos potentes.

      Heldertenor o tenor heroico. Es el tenor dramático utilizado en las óperas de Wagner.

      Barítono lírico. Voz intermedia entre tenor y bajo, con volumen, potencia y amplitud.

      Barítono buffo. Voz fácil, clara y ágil; graves un poco flojos.

      Barítono dramático. Voz flexible y brillante en los agudos, gran extensión y graves importantes.

      Barítono Martín. Barítono ligero, de timbre elevado, que se encuentra en el repertorio francés. Debe su nombre a Jean Blaise Martín (1768-1837), barítono francés famoso por la gran extensión de voz y por la actuación escénica.

      Bajo cantante. Capaz de emitir un fa grave; de carácter lírico; sonoridad en la gama intermedia; notas agudas bien timbradas.

      Bajo buffo. Especializado en papeles cómicos, con agilidad en la voz (Rossini, Donizetti...).

      Bajo profundo o bajo noble. Voz gruesa, voluminosa, con graves muy sonoros.

      Desde el punto de vista fisiológico, las características tímbricas de la voz de cada persona vienen condicionadas por unos procesos hormonales no aclarados completamente.

      Los niños y las niñas tienen un timbre de voz parecido al de las sopranos, y sus voces para cantar se clasifican en sopranos o contraltos según la extensión y el timbre más o menos grave.

      Al llegar a la pubertad (Wilson, 1985), los chicos, a causa de las influencias hormonales, experimentan un mayor crecimiento de la laringe y, por lo tanto, de las cuerdas vocales, cosa que produce un oscurecimiento del timbre de la voz, volviendose más grave. La mayoría de los chicos serán barítonos, pero hay casos en que este proceso de oscurecimiento de la voz se alarga produciéndose una voz más grave de bajo, o casos en que dicho proceso se para antes, determinando una voz más aguda de tenor.

      Las chicas no experimentan unos cambios tan marcados en su laringe durante la pubertad y, por tanto, su proceso vocal es más sencillo. Aunque se produce un aumento de volumen y de extensión de la voz, la mayor parte de las chicas tendrán una voz de soprano. Un número no tan considerable experimentan un oscurecimiento de la voz siendo mezzosopranos, y una minoría se convertirán en contraltos.

      Una mayor abundancia de hormonas masculinas durante la pubertad dará voces más graves, y un mayor número de hormonas femeninas, voces más agudas, tanto en uno como en otro sexo.

      Dentro de las voces masculinas hay dos tipos de voz que han de estudiarse aparte, la voz de falsetista (que denominamos contratenor) y la voz de castrado.

      El contratenor utiliza un tipo especial de emisión vocal. Dentro del final del registro agudo canta con una voz blanca o infantil y de no mucho volumen, que se produce por medio de la vibración de las cuerdas vocales entreabiertas y con una posición alta de la laringe.

      La prohibición de la presencia de mujeres en los coros de las iglesias (basada en la frase de san Pablo Que las mujeres callen en la iglesia [1Co14,34]) determina que a partir del siglo VII estén formados por niños y hombres. La voz de falsetista surge como un sustitutivo de las voces infantiles, que son más frágiles y al llegar a la pubertad se pierden.

      Durante los siglos XVI y XVII se hace cada vez más habitual la figura del castrado, que la iglesia acepta en el coro a partir de Clemente VII (1523-1534). Es Pablo IV (1555-1559) quien decreta una ley que aparta a los hombres casados de la Capilla pontificia, y favorece, con ello, la presencia de los castrados.

      Dentro del teatro también se va introduciendo este tipo de voz, y existen hasta el final del siglo XVIII óperas y oratorios en los cuales la voz de castrado tiene un papel protagonista.

      El último castrado conocido murió a principios de nuestro siglo.

      La castración (teóricamente prohibida por la iglesia y la ley) se practicó siempre en la clandestinidad. Con esta práctica se impide el desarrollo de la laringe (que se queda de tamaño infantil), mientras que el físico es mayor de lo normal, dándose un gran crecimiento corporal. Esto producía voces potentes y con grandes agudos.

      A causa de la importancia que llegaron a tener algunos de estos castrados, fueron muchas las familias humildes que hicieron castrar a sus hijos para darles una situación social mejor.

      La clasificación de una voz no se podrá hacer en muchos casos teniendo como referencia la voz hablada. Por una serie de motivos, que estudiaremos a continuación, la voz hablada nos puede dar una información errónea.

      Es muy importante que una voz hablada o cantada se desarrolle dentro del registro que corresponde al órgano vocal de cada persona. A veces, en las corales se encuentran chicos que cantan en un registro más grave del que les corresponde; esto normalmente es debido a que, al hacer el cambio de la voz, tienen tendencia a oscurecerla durante el habla para hacerla más varonil. También el hecho de tener dificultades en la producción de las notas agudas hace que se pongan a cantar en registros más graves, que les son más cómodos.

      Otra situación comúnmente observada en nuestras corales es que a chicas que tienen una voz más llena en el habla se las hace cantar de contraltos, cuando realmente son sopranos (esto se debe en gran parte al poco número de voces graves femeninas de nuestro país); esta práctica puede, a la larga, provocar problemas vocales importantes. Asimismo, chicas que tienen dificultades en el registro agudo, por comodidad, prefieren cantar en las cuerdas de contralto.

      Parece que en nuestra sociedad, y en referencia a las voces habladas, existe una preferencia por las voces más graves (como se observa en muchas locutoras de radio o presentadoras de televisión que oscurecen deliberadamente la voz), porque parecen más autoritarias o porque tienen un atractivo más sensual.

      Por tanto, para clasificar una voz cantada tendremos que fijarnos en los siguientes parámetros: el timbre, la tesitura, la extensión y el volumen.

      1. Timbre de la voz

      El timbre de la voz, más grave o más agudo, es el que nos puede dar de entrada una idea de donde podemos situarla dentro de la clasificación general. Pero ya hemos visto que puede llevarnos a confusión.

      2. Tesitura de la voz

      Es la zona en la cual la voz se mueve con más facilidad; aunque una voz mal colocada puede inducir a error.

      3. La extensión de la voz

      La extensión podemos determinarla haciendo vocalizar al individuo, aunque con el trabajo puede sufrir modificaciones, ganando graves y/o agudos; por tanto, tampoco nos da una información definitiva.

      4. El volumen de la voz

      Nos dará la posibilidad de clasificar la voz como grande o pequeña. El volumen dependerá, en principio, de la constitución física del individuo. El volumen definitivo, como en los casos anteriores, no se podrá fijar hasta después de un tiempo de trabajo, ya que con la mejora de la técnica se obtiene una optimización del uso de los elementos del aparato fonador.

      Como vemos, la clasificación depende de muchos factores, pero ninguno de ellos de forma aislada nos resolverá el problema. Cada persona tiene un aparato vocal único e irrepetible, presentando muchas veces características que nos pueden confundir. Con el estudio, las voces se van modificando de manera que una voz


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