Tratado general de fútbol. Jorge Castelo
Al comparar diferentes procesos de entrenamiento que muestran en su base distintos medios (ejercicios), podremos afirmar que su eficacia se basa en la concreción de objetivos válidos, específicos e idénticos a la modalidad que pretendemos desarrollar:
1. En el menor tiempo posible, esto es, una máxima rentabilidad entre el tiempo destinado al entrenamiento y los objetivos atribuidos (correcta gestión del tiempo de entrenamiento).
2. Con el menor esfuerzo posible, a través de un gasto intelectual, energético y afectivo mínimo, lo que determina la racionalización y el afinamiento/perfeccionamiento de los comportamientos motores. En este sentido importa aclarar que un menor esfuerzo no significa una menor disponibilidad y un menor empeoramiento del jugador durante el proceso de entrenamiento. Se pretende así explorar la capacidad del jugador para resolver de forma eficaz una determinada situación de entrenamiento o de competición de manera precisa, segura y económica (en el plano del reclutamiento neuromuscular, energético e intelectual).
3. Con el mayor efecto positivo de entrenamiento en lo que se refiere a su fiabilidad, relativa a los objetivos específicos que se persigue alcanzar; sustentabilidad, que alcanza elevados niveles de capacidad deportiva, sólo posible por la construcción y aplicación de una estructura de entrenamiento bien organizada, consolidada y renovada, y durabilidad, que se prolonga a lo largo del tiempo en una dinámica a corto plazo (resultado inmediato) o más simultáneamente de apoyo a una ampliación de los límites de la capacidad del jugador o del equipo en una dinámica a largo plazo.
Esto significa, además de la capacidad del jugador para alcanzar elevados niveles de prestación deportiva, que:
1. Consigue concomitantemente mantenerlos durante un mayor período de tiempo.
2. Se aproxima constantemente a sus capacidades individuales máximas en distintos momentos de la competición deportiva.
3. Resiste obstinadamente las alteraciones de carácter y sentido negativo que pueden derivar de las interacciones del trabajo técnico-táctico, físico y psicológico.
4. Se adapta automáticamente a las alteraciones provenientes de los contextos situacionales específicos que el juego del fútbol encierra en sí mismo.
Partiendo de este contexto, el estudio del ejercicio se integra, en último término, en la determinación del ejercicio óptimo, esto es, aquel que sirva para alcanzar los objetivos que se persiguen y que lleve a su utilización. Se parte pues del presupuesto racional y objetivo de que no existen ejercicios inocuos y de que la mejor adaptación busca, desde el punto de vista intelectual, motor y psicoemocional, producirse solamente en respuesta al mejor ejercicio. En este sentido, para que el ejercicio se constituya verdaderamente en el elemento preponderante del proceso de entrenamiento, es fundamental una conceptualización o una escuela crítica de los más eficaces, esto es, de los que correspondan a las metas y a los objetivos preestablecidos, a través del conocimiento profundo y particularizado de sus ventajas y desventajas, para su empleo racional. Resulta fundamental tener presente que el ejercicio de entrenamiento no es un fin en sí mismo, sino más bien un medio (herramienta) que sólo puede ser rentable cuando es elaborado y adaptado a la realidad lógica del juego del fútbol, sobre la capacidad momentánea del jugador y de los objetivos que se pretenden alcanzar. De ello deriva que la eficacia del ejercicio de entrenamiento se base en la posibilidad de alargar los límites de la adaptación del jugador de forma compatible (con sus características) y sostenible (a lo largo del tiempo), dilatando constantemente (aunque con diferentes velocidades) los límites del desarrollo de las capacidades del rendimiento deportivo. El entrenamiento deportivo en su esencia establece un proceso de comunicación entre el entrenador y el jugador. El primero (entrenador) conceptualiza el ejercicio óptimo que deriva de la lógica interna del juego del fútbol y de sus capacidades momentáneas del jugador. Dentro de un amplio abanico de ejercicios de entrenamiento posibles, algunos de efectos limitados y otros complejos, corresponde al entrenador seleccionar aquel o aquellos que aseguren y contribuyan significativamente a un elevado nivel de rendimiento deportivo del jugador o del equipo. Desde esta perspectiva importa igualmente referir que la aplicación de los ejercicios se debe regir por una organización y secuencia correctas, sin las que no tendrán ningún significado (efecto) positivo. El segundo (jugador), a través de la ejecución sistemática de esos ejercicios, adquiere un soporte que posibilita resolver las diferentes situaciones contextuales que la competición encierra en sí, evidenciando en cada respuesta motora una eficiencia determinada por una óptima relación entre el gasto en los planos intelectual, energético y afectivo para su realización y una eficacia determinada por el resultado efectivo de esa respuesta motora en el desarrollo de la resolución de determinada situación contextual. En la práctica sistemática del entrenamiento deportivo, la aplicación de un ejercicio en un momento dado de la preparación del jugador o del equipo se debe basar en un repertorio enriquecido en el dominio técnico, táctico, estratégico y físico, conseguido por las adquisiciones (efectos) e informaciones obtenidas a través del entrenador como resultado de los ejercicios anteriormente aplicados y asimilados. En este sentido podemos desarrollar ejercicios de entrenamiento de carácter óptimo cuando se pretende alcanzar una prestación deportiva próxima al máximo conseguido por el jugador o por el equipo y de carácter máximo si lo que se pretende es obtener una prestación deportiva máxima. En la misma línea de pensamiento se conciben las relaciones en el contexto de una sucesión de sesiones de entrenamiento, cuya sesión siguiente debe basarse en las adquisiciones conseguidas en sesiones anteriores, estableciendose así, de forma ideal, un enriquecimiento continuo del repertorio de diferentes dominios y especificidades del juego del fútbol.
Cuando se aplican distintos ejercicios durante la misma sesión de entrenamiento o en sesiones de entrenamiento sucesivas, hay que tener presentes las interrelaciones que tienen entre sí y en su conjunto. Así, podemos considerar básicamente tres tipos de interrelación: positiva, pues además del factor de la ejecución de un determinado ejercicio de entrenamiento refuerza la orientación (efectos) objetiva de otros ejercicios; nula, que se refiere a la no transferencia de cualquier tipo entre un determinado ejercicio de entrenamiento con las diferentes orientaciones de otros ejercicios, y negativa, que se da cuando la ejecución de un determinado ejercicio de entrenamiento puede alterar la orientación (efecto) de otros ejercicios realizados.
En esta parte vamos a analizar la unidad lógica de estructuración y programación del entrenamiento del fútbol reflejando sucesivamente:
1. Los fundamentos del ejercicio de entrenamiento, en el cual se desarrollan las cuestiones inherentes a su definición, características, naturaleza y estructura.
2. Las lógicas estructurales de ejercicios de entrenamiento, dentro de las cuales destacan los aspectos de la adaptación funcional del jugador, lo que es soportado por los componentes y condicionantes estructurales del ejercicio de entrenamiento.
3. Los principios de aplicación del ejercicio de entrenamiento, que tiene por objetivo sistemáticamente direccionar, orientar, amoldar y controlar la globalidad de la actividad de los jugadores y de los equipos para conferirles mayor eficacia y eficiencia. En este campo evidenciamos principios de carácter biológico, metodológico y pedagógico.
4. Las bases de eficacia de los ejercicios de entrenamiento, que incluye la concepción fundamentalmente determinada por la capacidad momentánea del jugador o del equipo y la lógica interna del juego del fútbol; la presentación, en la cual se establecen los objetivos y la forma de concretarlos; la práctica/repetición, donde se crean las condiciones más favorables